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LA BODA DESGRACIADA

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Un día de estos habrá una boda que dará mucho de que hablar durante mucho tiempo en esta comarca. Una boda en donde en el momento en que el padre va a declarar a los novios marido y mujer, la mujer dirá: -No, Padre, no acepto-.  Después de esta inesperada respuesta, la novia huye despavorida, dejando plantado a su esposo, quién no comprende toda esta escena inusitada.  La pregunta es: ¿ Por qué esta novia llamada Ulrica Fals no acepta por esposo al novio llamado Ernesto Tapia ? ¿ Será que Ulrica tiene un motivo correcto o un motivo nefasto para anular la unión matrimonial con Ernesto ?  Primero que todo describiré a estos personajes y luego durante el transcurso de esta historia premonitoria se verá si ocurrirá o no realmente esta boda desgraciada, o mejor aún el casorio fatal.  Ulrica era la joven novia de Ernesto desde hace unos ocho años acá en El Faro, un pueblo chico ubicado a unas treinta millas de Bucaramanga. Unas tierras ferozmente cálidas como Barrancabermeja o quizá peor. Aquello era un infierno coloreado del azul del cielo y manchado por las nubes cuales motas de algodón enormes y etéreas. Ella era una mujer atractiva, sencilla y humilde. Dictaba clases en un bachillerato del pueblo. Don Ernesto Tapia era un hombre de campo, trabajaba como ganadero en la hacienda De las Aguas. Era un caballero bien parecido, orgulloso de su raza campesina y de su joven mujer. Sin embargo, esta unión casi perfecta, se verá echada a perder por la existencia de un tercer personaje llamado Renato De las Aguas, amo y señor de la hacienda donde trabaja Ernesto. Era un panameño, miembro de una distinguida estirpe de Ciudad de Panamá. Renato era sobrino del doctor Leovigildo De las Aguas Román, antiguo cónsul de Panamá en Colombia, anteriormente poseedor de acciones representadas en notarias, parques naturales y un bufete de abogados en El Faro. Al morir, nombró como heredero universal de sus bienes a Renato, su único sobrino debido  a que Renato era huérfano de padre y madre. Don Leovigildo creyó en el espiritu trabajador y emprendedor de Renato toda su vida y  por esta razón,  él fue su heredero.  Renato tenía una portentosa mansión en el pueblo, en la zona norte del pueblo. La mansión disponía de cuarenta y cinco habitaciones cada una con baño; una piscina de corte olímpico; un amplio hall de baile, Renato organizaba sus fiestas aquí; y finalmente, entre las cosas más importantes, su despacho, el cual tenía su computador, su escritorio de estilo victoriano, y sus muebles de oficina atiborrados de antigüedades y tesoros de todas partes del mundo. El resto de la mansión era la cocina, la sala y los jardines delanteros adornados por escalinatas y fuentes chispeantes. Renato tenía en su hacienda caballos arabes que su tío adquirió en sus viajes a Arabia Saudita, y un flamante auto Mercedes Benz  C-300 convertible, una verdadera joya de automóvil. En cuanto a lo personal, Renato era un hombre mezquino, ambicioso y mujeriego. En sus fiestas, cortejaba a sus invitadas, todas hijas de importantes magnates colombianos y extranjeros, pero ninguna de esas muchachas que al final, las mandaba a su habitación privada para “mamárselas “  era la mujer de su corazón. Renato clamaba una muchacha humilde de corazón noble. Todas esas mujerzuelas envueltas en sus trajes casuales y perfumes de primera clase, no le inspiraban amor real.  Cuano terminaba sus labores administrativas en la hacienda, llegaba a su mansión,  llamaba a uno de sus nueve criados: -Teodoro, traiga el martini bien seco, y si  me llaman por teléfono, o me buscan, dirás que no estoy, dile a los demás -.  Después de dar estas instrucciones a sus criados, se encerró en su despacho y mientras bebía lentamente en su butaca con mirada lúgubre y ademán taciturno, escuchaba en su mini componente música especial para su amargo encierro. –¿ Qué esta haciendo el patroncito Teodoro?- Preguntó Fidelina, la ama de llaves, escuchado tras la puerta del despacho. – Si le digo me promete que no volverá  a espiar entre las puertas, usted es nueva y no sabe pero el patrón se enoja si no le dejan solo. Mire,  el patrón esta escuchado una pieza llamada “Fortuna Imperatrix Mundi” de un señor llamado Carl Orff, cantada por un tal Dietrich Fischer Diskau, para ahogar sus penas de amor -.  Entonces, Fidelina se fue con Teodoro, para que Renato no abriera la puerta furioso y tal vez ebrio.

El inicio de la desgarradora historia de amor de Ulrica y Ernesto sucedió de esta manera: Ernesto estaba en su hora de descanso en la hacienda de Renato, cuando Ulrica apareció para saludar a su amado: – Ernesto, amor mío -. Dijo Ulrica. – Ulrica, ¿qué haces por este montón de pastos y vacas ?  Ah ya sé, te escapaste de la escuela para ver a este galán en acción con el ganado, ven acá mi princesa – . La alzó y le dio vueltas, estaban muy felices, pero a unos cien metros de allí en la terraza de la hacienda, estaba Renato viendo esta escena. – Santo cielo. Esa muchacha es muy bonita. ¿ Quién será  esa mujer ? Es diferente a todas las ricachonas con quien ando- . Pensó el amo de aquellas tierras. En ese instante, llegó el hombre de confianza y amigo de Renato, Tiburcio García, un hombre bajito, gordo y calvo ambicioso como su patrón. – Buenas don Renato. Lo veo meditativo, ah ya veo, quiere que le consiga una vieja pa´ esta noche, ¿ no es cierto ?- . – Claro,  ves a esa doncella que se despide de ese peón. Bueno, quiero hacerla mía -. Dijo Renato. – Patrón, yo no me quiero entrometer en sus asuntos, pero esa muchacha es una pobre mujer – . Afirmó Tiburcio. – No me importa, ella es hace que mi corazón palpite – .  Dijo Renato e inmediatamente le dijo a Renato lo siguiente: – Mira Tiburcio, si quieres conservar tu puesto como jefe de abogados en el bufete, quiero que sigas a esa muchacha, solo para que des con su casa, ya veré como atraerla a mi mansión -. – De acuerdo jefe-. Dijo Tiburcio, atendiendo a las exigencias de su jefe. Sigilosamente, Tiburcio siguió a Ulrica por todas partes, por el mercado, la plaza, la iglesia y lógicamente por la casa de Ulrica, hogar también de Ernesto. Después de esta misteriosa búsqueda, Tiburcio llamó a Renato por su celular: – Jefe, encontré la casa de su virgen, y se llama Ulrica Fals -. – Perfecto, harás esto. Fingirás que estas haciendo una encuesta a los empleados de la hacienda, y le darás la dirección de mi mansión para discutir un empleo para su marido-. Tiburcio colgó su teléfono y se acercó a la humilde casa de Ulrica, para entablar la falsa encuesta: -Buenas señora Tapia, porque usté es la esposa de nuestro ganadero con código 1014515 el señor Ernesto Tapia Silva y en representación de la hacienda De las Aguas, estoy realizando una encuesta familiar, con el propósito de ofrecer servicios de salud, educación y alimentación a nuestros subalternos. Qué falta de modales, me presento me llamo Tiburcio García, asistente del dueño de la hacienda -.

–Esta bien, empiece señor García-. Para no alargar este relato con la encuesta, haré un resumen de esta escena de la siguiente manera:  Tiburcio le preguntó a Ulrica, asuntos como saber si tenía hijos, qué servicios públicos disponía (agua, luz, teléfono y entre otros), qué estrato pertenecía, y luego de aproximadamente quince minutos, Tiburcio le entregó la tarjeta de la dirección de Renato y le dijo: – Ah, se me olvidaba, el patrón desea hablar con usté sobre el eficiente empeño de su esposo o perdón su futuro esposo. Vaya a esta dirección a las doce del día-. Ulrica tenía un pequeño defecto y era su ingenuidad. Decidió ir a hablar con Renato o mejor aún conocer al obstáculo en su próximo matrimonio. Renato se volvió loco con esta dama, no dejaba de pensar en ella ni un minuto. Todas las citas que tenía con las ricachonas bandidas esas de las que mencioné, las canceló para concentrarse en su idilio. Ulrica llegó a la casa y quedó maravillada ante tanta opulencia. Subió las escalinatas que daban a la puerta principal. – Buenas tardes, ¿ qué desea usted ?-. Dijo Teodoro el mayordomo, en cuanto abrió la puerta. Ulrica con actitud sumisa, le replicó al mayordomo: – Sumercé, me llamo Ulrica Fals, y su patrón desea hablar conmigo-. –Ah, claro como no. Adelante, la conduciré al despacho de mi jefe-. Teodoro acompañó a Ulrica, mientras esta observaba las joyas de arte, y los muebles de la casona. – Aquí estamos señorita Fals, pase usted al despacho del señor Renato De las Aguas-. Teodoro cerró la puerta y apareció Fidelina: – Oiga, el patroncito ahora anda con pobretonas-. –Tal vez sea pobre, pero tiene gracia esa mujer-. Dijo Teodoro. En tanto, en el despacho de Renato iba a suceder algo turbio para Ulrica. Renato estaba en bata y con unas copas encima.- Bienvenida a mi humilde morada, tu eres Ulrica la esposa de Ernesto Tapia-. Afirmó Renato. – Si señor De las Aguas. Usté deseaba hablar conmigo sobre un nuevo empleo pa´ mi esposo, y eso me parece muy bien porque muy pronto nos vamos a  casar y …-. De pronto cuando Renato escuchó esta última frase, se montó en cólera.- Acaso te vas a casar con ese empleaducho. Eh lo siento… es…que…ah estoy un poco enfermo-. Mintió Renato y Ulrica estaba con las manos sudorosas cuando vio a su interlocutor enojado. – En cuanto al empleo, si, si, deseo darle un cargo más alto a  tu futuro esposo en la hacienda… pero…yo..yo.. quisiera que…tu…tu…-. Renato estaba demasiado tomado, sus palabras salían cortadas y tambaleaba cual montaña en derrumbe. –Patroncito,  ¿qué le ocurre?-. Preguntó Ulrica, viendo a Renato apoyarse en su escritorio. – Te diré lo que me pasa, estoy locamente enamorado de ti, y deseo hacer el amor contigo Ulrica Fals-. Renato agarró a Ulrica la abrazó, esta estaba paralizada del susto, y a pesar de estar borracho, era un amante apasionado, y parece que Ulrica quedó encantada por el apasionado forcejeo de Renato, sin importarle el apestoso olor bucal de este. No obstante, cuando Ulrica se dio cuenta de la situación logró zafarse de Renato y lo tiró al suelo: -Ni crea que va a lograr hacerme suya, me largo de aquí miserable ebrio-. –Espera, regresa, yo te daré joyas, autos, prestigio social, no te vayas-. Vociferó Renato, como si estuviera en su lecho de muerte y se quedó profundamente dormido. Ulrica abandonó cuanto pudo la casa, llena de vergüenza y llorando por lo infiel que le fue a Ernesto pero en el fondo sentía una diabólica atracción hacia el millonario jefe de su esposo.  Ulrica no pudo conciliar el sueño toda la noche, pensaba en el terrible encuentro con Renato De las Aguas. –Ulrica, ¿qué te sucede? Estás pálida, y no comiste bien hace un rato. Debería llevarte al médico-. Dijo Ernesto.-No amor. Quiero que nos casemos pronto, y después nos vayamos de este pueblo-. Murmuró Ulrica. –Ya no te agrada el ambiente campestre del pueblo-. –Si, si, es eso lo que no me agrada, y además últimamente ha habido reportes de robos y masacres por esta región, vayámonos a la capital-. Dijo Ulrica. Ernesto no entendía esta actitud: -La capital no podría conseguir un empleo decente, Bien, iremos al poblado norte de La Vela, allá tengo unos amigos que me  ayudarán a encontrar un empleo de ganadero-. –Gracias, Ernesto. Me siento más tranquila-. Y volvieron a dormir.

Transcurrieron unos tres meses y medio, cuando un día los novios Ulrica y Ernesto hicieron los preparativos de la boda. Con los ahorros de Ernesto y algo de dinero de Ulrica  se adorno la capilla de la Iglesia Católica de El Faro, recinto que será testigo del acontecimiento escandaloso que se avecina. Renato, por pura casualidad pasó muy cerca de la Iglesia y se bajó de su auto para preguntar a uno de los sacristanes de la iglesia sobre la boda que se iba a celebrar. Renato parecía conocer la noticia de la boda de Ulrica  y Ernesto.: -Joven, podría decirme qué se celebra hoy en la Iglesia, algún casorio-. –Pos si, don Renato. La boda de los señores Ernesto Tapia y Ulrica Fals-.  Dijo el monaguillo. Renato volvió a su auto lleno de ira por esta noticia. Agarró una botella de whisky que tenía en la cajuela del auto, la destapó y se la tomó desesperadamente.

–Hija de puta eres Ulrica, que me despreciaste…y…yo soy un maricón que no te hice mía-. La gente nada más se quedaba mirando a Renato en su demencial delirio de borracho. Por otro lado, la ceremonia nupcial estaba a punto de empezar.  El primero en el altar era Ernesto quién estaba ansioso por casarse con Ulrica. Creía en ese extraño agüero que dice que es de mala suerte ver a la novia unos cuantos minutos u horas antes de la boda. – No desesperes, Ernesto, ya llegará tu querida Ulrica, hay que aprovechar este momento porque será histórico, contén tu respiración-. Dijo don Herminio Tapia, padre de Ernesto y padrino de bodas. Es cierto, este momento será histórico y recordado por los familiares y amigos de Ernesto, siempre.  De repente, llegó Ulrica con su ajuar de novia, caminando a paso corto, y con cierto temor.  Todos los convidados a este acontecimiento, aparentemente jubilosos, miraban a la novia, lo bien arreglada que estaba. Ernesto casi lloraba de la emoción de ver a su esposa. Transcurridos unos minutos después de presentación de padrinos y liturgias concernientes al matrimonio, el padre iba a dar el veredicto final de esta boda. – Ernesto Carlos Tapia Silva, ¿ aceptas como esposa tuya a Ulrica Antonia Fals Pineda, protegiéndola tanto en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separé ?-. –Si padre, acepto. –Ulrica Antonia Fals Pineda, ¿ aceptas como esposo tuyo a Ernesto Carlos Tapia Silva, protegiéndolo tanto en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separé ?- . Ulrica parecía tener los labios sellados, Ernesto la miraba intensamente  y cuando Ulrica decidió hablar, dio su decisión: -No, padre no acepto-. Y sin pensarlo más salió huyendo de la Iglesia, Ernesto no pudo alcanzarla. – Ulrica, espera qué significa esto, vuelve aquí no puedes hacerme esto-. Gritó Ernesto. El padre estaba tan confundido como los invitados, algunos se desmayaron en el acto, otros empezaron a murmurar. A unas cuantas cuadras, estaba Renato, descamisado y con tragos encima, se alegró cuando vio a Ulrica correr como loca. –Ulrica, espera, te vas a casar…conmigo…si…si…te vas a casar conmigo-.  Ulrica se vio acorralada por Renato pero Ernesto logró dar con su esposa:

-Esta era tu razón de abandonar el pueblo, me engañabas con mi jefe con este borracho infeliz-. –Esta despedido…yo amo más a tu mujer, imbécil, ella me ama a mí y no a un desempleado como tú, un…inútil-. Dijo Renato. Ernesto no se contuvo y empezó a masacrar a Renato. Luego, cuando Ernesto vio a su oponente en el suelo lleno de sangre por toda la cara y embriagado, agarró una  enorme piedra que había en la calle y le dijo: -Pagarás por haber seducido a mi esposa-. Ulrica gritó del miedo,  lloraba de lo que iba a hacer su esposo y Ernesto mató a Renato, aventándole en la cara aquella piedra.

Hoy, se celebra un mes de  la boda desgraciada que trajo como secuela, la muerte de una persona responsable de la desunión de la unión matrimonial de Ulrica y Ernesto. Ulrica tiene unos siete de meses de haber abandonado ese pueblo. Llena de dolor por la muerte de Renato y del crimen que cometió su marido, decidió seguir con su vida en otra parte, como maestra de escuela . Ernesto lleva un mes en la prisión del pueblo, dolido también por el abandono de su esposa y maldiciendo a su ex –patrón por el daño que le hizo.  Todos los día en su celda recitaba estas extrañas estrofas:

Oh Fortuna,

como luna

de estado variable

que ya creces,

ya decreces!

Vida detestable

que ora embotas

ora aguzas

el filo del alma;

la indigencia

la potencia

derrites cual hielo

Cumplido el octavo mes de condena de Ernesto, este murió de pena de amor, visualizando en su lecho de muerte el día en que se iba a casar con Ulrica, y la manera tan bárbara que mató a Renato.

En cuanto al magnate, todos sus bienes fueron donados a una fundación para caridad con la gente pobre. Fue enterrado en Ciudad de Panamá al lado de su tío don Leovigildo

De las Aguas. En cuanto a Tiburcio, este se hizo cargo de la fundación en honor a su amigo y patrón.

Hasta aquí llega este relato breve y trágico que todavía  los aldeanos pregonan por las calles, y los ancianos relatan en sus tertulias o en el asilo del pueblo, el relato de la boda desgraciada.♦

 

por Sebastián Ponce

 

 

NOTAS SOBRE CARL ORFF

Carl Orff nació en Alemania en 1895 y murió en este mismo país en 1982. Orff aunque perteneció a la generación de los compositores alemanes contemporáneos (Berg, Schoenberg, Webern, Stockhausen, Henze y otros), creó un estilo alejado a estos, es decir nada de composiciones atonales o dodecafónicas. Su obra es sencilla y accesible para todo oyente, de hecho Orff fue docente en solfeo y gramática musical, se destacó por desarrollar un método práctico de enseñanza musical para los niños. Algunos de sus trabajos conocidos son una cantata llamada Catulli Carmina para cuatro pianos, coro, percusión y solistas vocales (al estilo de Las Bodas de Stravinski), la ópera El Triunfo de Afrodita y su obra cumbre Carmina Burana.

Carmina Burana fue estrenada en 1936 en el teatro de Frankfurt. Consiste en una cantata profana con textos los monasterios Bávaros de 1300, descubiertos en 1803 y publicados en 1847. Todos estos textos hacen referencia a la vida de las personas en la Edad Media, hay amor, tragedia, canciones de taberna y los placeres de la vida como beber, comer y amar.  Orff usó un conjunto orquestal amplio al estilo de Mahler en sus sinfonías o Schoenberg en su sinfonía Los Arrullos (Gurrelieder), añadiendo a Carmina,  coros a 4 voces y un coro de niños. La orquesta incluye dos pianos, cuartetos de cuerdas (violínes I y II, violas, violonchelos y contrabajos), vientos de madera (oboes, flautas, clarinetes, fagots), vientos de metal (trompas, trompetas, trombones  y tuba) y un interesante grupo de percusión (cinco timbales, platillos, triangulo, bombo, glockenspiel, xilófono, tam-tam, castañuelas, pandereta y tambor militar).  A pesar de la enorme masa orquestal de Carmina, la música de esta obra es diametralmente opuesta a las áridas y  extensas melodías de las sinfonías de Mahler o las obras de Schoenberg, todas las canciones son prácticamente tonadas simples llevadas en el peor de los casos a un clímax  de pasión y elocuencia llevados hasta sus últimas consecuencias.

 

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