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AYOTZINAPA-YOUSAFZAI.

Malalas Yousafzais hay muchas en México, hay muchas en el mundo.

Existen millones de niños y niñas que arriesgan sus vidas para ir a las escuelas a educarse y  no han recibido la atención de la que goza Malala, aunque esos reflectores de la fama no tienen  importancia. Lo que nos preocupa de manera constante es el riesgo cotidiano que sufren los estudiantes y el derecho inalienable (que nadie les puede quitar) a una educación de calidad.

En Paquistán, el Talibán agrede a las niñas que quieren educarse. La herida en la cabeza de Malala es la señal del oscurantismo, la ignorancia y el fanatismo religioso. El gobierno de aquel país no ha aprovechado la fama, el prestigio, la seriedad de Malala para llegar a acciones concretas que irriguen la educación a todos y todas. Para ello necesita erradicar con armas al enemigo.

En México, el narco, el crimen organizado, las policías, los militares, los munícipes, los gobernadores, el gobierno, el Estado pues, agrede a los estudiantes, jóvenes humildes, hijos de campesinos que están obligados a protestar por las condiciones de sus vidas, que deben llamar la atención del Estado para que, por derecho, les provea los mejores medios para una vida digna.

Paquistán tiene una población de cerca de 200 millones, de los cuales una cuarta parte están en el rango entre 5 y 16 años. La Constitución del país garantiza una educación gratuita y obligatoria a todos, sin embargo cerca de 25 millones no van a la escuela. Niñas, la gran mayoría.

El sufrimiento y la actitud de Malala le atrajeron el premio Nobel de la Paz y la admiración mundial, pero este capital no cuenta para llevar la escuela a todas las niñas paquistaníes.

México debería estar gozando de una educación obligatoria y gratuita, de alta calidad, que compita con las mejores del mundo. Ahí están miles de maestros bien preparados que todos los días entregan sus conocimientos a los jóvenes. Pero estos gobiernos, obedientes y sumisos, han entregado nuestra educación al neoliberalismo para proveer de mano de obra barata a las grandes corporaciones multinacionales. Estudiante o maestro que protesten son traidores a la patria.

Aquí, el sufrimiento, el miedo, el terror del pueblo no cuentan. Miles de desaparecidos, miles de enterrados, miles de acribillados no importan,  en este lenguaje neoliberal son solamente ‘casualties’, víctimas casuales, aquellas que pasaban por ahí.

Una bala en la cabeza de Malala o en la nuca de un estudiante mexicano, hablan más del estado de cosas de un Estado fallido. En Paquistán es impensable el pluralismo político y por lo tanto la participación ciudadana en las urnas. No fue el Talibán quien construyó escuelas sin agua, sin baños, deficientes. Ese fue el legado de la burocracia corrupta de regímenes militares y de aparentes gobiernos democráticos, regidos por gobiernos extranjeros de doble moral como los Estados Unidos e Inglaterra.

En México vamos a votar, gastamos miles de millones de nuestros pesos en esa aventura para que siempre gobierne el mismo Club de los Privilegiados –tricolores o blanquiazules- desde hace 85 años. Y necios, seguimos yendo a votar puntualmente por los que ahora vislumbramos como nuestros enemigos, esos que han sembrado el terror institucionalizado en estas tierras. Por comisión o por omisión.

En 67 años de independencia de Paquistán, la educación ha ido de mal en peor. Ha sufrido nacionalizaciones, islamizaciones, burocratizaciones, infraestructura disfuncional, maestros no calificados y desinteresados. La construcción de escuelas y la contratación de docentes les han dado a los políticos la oportunidad de obsequiar patronato y protección a través de la contratación de trabajos de infraestructura y puestos.

La educación mexicana, en sus muchos más años de independencia, ha sufrido procesos similares. Nacionalización, desnacionalización, burocratización, sindicalización, gobernaciones independientes del gobierno, partidización, norteamericanización…, depauperización.

Paquistán cuenta con Malala.

México cuenta con 43 desaparecidos y 6 muertos de Ayotzinapa que sintetizan a los miles y miles de mártires jóvenes mexicanos.♦

*Enrique Velasco Garibay

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