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Recorriendo el Zócalo.

El miércoles anterior tuve la oportunidad de conocer en forma excepcionalmente directa y en un mismo acontecimiento, dos fenómenos contemporáneos de México, relacionados entrambos con el movimiento literario.

Uno, la presencia multitudinaria de la juventud  frente a una cita con los libros, organizada por el gobierno de la Ciudad de México, inspirada en el acervo del país desde sus épocas prehispánicas, y su respuesta apasionada, espontánea y vigorosa frente a ella.

Dos, la supervivencia inequívoca, recreadora y vivificadora de la industria editorial dentro del complejo fenómeno de los e-books, las caídas en ventas, los bajos índices de lectura de la nación mexicana –altos de todos modos comparados con otras de Latinoamérica-, y la presión constante de las redes sociales.

Todo en la XIV Feria internacional del libro en el Zócalo.  Allí, en una superficie de 7290 kilómetros cuadrados que incluye 290 expositores y más de 350 sellos editoriales, sorprendimos el impacto emocional de un evento como este en la gente joven, bullosa, casi frenética, ante tanto libro, tantos nuevos escritores, tantas promociones y tantas manifestaciones culturales acogidas en la plaza de mayor relevancia histórica y turística del Distrito Federal. Esperábamos al recorrerla encontrar poca gente joven, aparentemente fría e indolente, ajena al considerado el mayor escaparate editorial de la urbe. Tal vez, influenciados por las noticias, suponíamos toparnos con los mismos de siempre: estudiantes de humanidades, hombres y mujeres en busca de libros de superación personal, consejeros sagaces, versados y excelentes conversadores; en fin, todos aquellos tan indispensables en una feria de estas características; pero, a la par con ellos, como la torva que desde el cielo se aproximaba, y  en un amplio ejercicio democrático, vimos por doquier jóvenes tan diversos como diversa es la metrópoli. Oímos su jerga, sus carcajadas, los sonidos de sus celulares y tabletas, pero sobre todo sus opiniones frente a los grandes consorcios comerciales de tradición, las editoriales independientes,  los escritores noveles, la nueva poesía y las alternas  formas de acceso y de fomento a la lectura.

Esta edición de la Feria Internacional del libro es brillante y dinámica; irradia una magia contagiosa, que seguramente nace de que la organización han presentado no solo lo mejor de las editoriales tradicionales, sino también las propuestas novedosas de las independientes, que en esta ocasión tienen un espacio preferencial.

La Fiesta del Infierno.

Y es  por uno de los pasillos que congregan los sellos que apuestan por aquellos que apenas empiezan, que hablo con el Gran Dao. Su propuesta La Fiesta del Invierno, de Start Pro, (segundo libro del autor) envuelve inicialmente desde lo visual: una llamativa portada de colores que incitan a hojear y saber más, nos hacen entrar a su carpa de exhibición, toda cálida de locura cultural. Un joven de menos de treinta años, se acerca y nos habla con los ojos. Conversamos alrededor de 20 minutos. Todo con Gran Dao es modesto y simple. Y asentimos cuando nos dice: Cada autor debe valerse por sí mismo, responsabilizarse de la propia obra, alejarse de la comodidad de la manada y enfrentar el quehacer literario a mano limpia. Es una pelea perdida de antemano, pero es una batalla que se tienen que llevar a cabo. Nos congratulamos que en ese tiempo dedicado a nosotros haya vendido par de sus libros. Gran Dao es un ejemplo, de los tantos que hay en esta feria, que se puede, se debe,  apostar por escritores de escaso renombre, pero que están sentando el camino para convertirse en autores con los que, más que leer, ‘conversas afanosamente y creas vínculos estrechos’

Alejandra y Alexander

Son novios, son jóvenes, son Chilangos. Chilangos es el apelativo cariñoso que se les da a los nacidos en el Distrito Federal. Dos muchachos universitarios emparentados por las redes sociales con los gringos y europeos y conscientemente diferentes, a su vez, de estos pueblos, que se encuentran absortos en la promoción de Conaculta: libros desde veinte pesos mexicanos. En sus caras, en sus movimientos, se refleja el rito alucinante de la compra de un libro, que es emoción exaltada, olores y romanticismo. Alejandra no tiene inconvenientes en leer un e-book. Su recién novio prefiere las páginas impresas. Pero para ambos, nos dicen en nuestra corta charla, la lectura les produce unas oleadas de calor humano que solo las artes pueden dar. Defienden la costumbre de leer porque alimenta el aliento de rebeldía que todo país debe tener.  Nos despedimos anhelando que encuentren los libros de psicología que tanto necesitan pero seguros que se divertirán entre los pabellones, el centro de lectura, el espacio para el trueque, el planetario y los sitios de descanso.

Solidaridad con Ayotzinapa

Ayotzinapa es la palabra en boca de todo el pueblo mexicano y de los organismos de derechos humanos a nivel mundial. 43 normalistas desaparecidos en un extraño contubernio entre las fuerzas militares y el narcotráfico. Dolor y horror ante las fosas encontradas. El gobierno no da respuesta a dos preguntas claves: En donde están y porque los perseguían. En la  Feria internacional encontramos solidaridad con nuestros hermanos vecinos y tan desconocidos. Urnas donde se recogen libros y alimentos para donar a los familiares y habitantes de este pueblo del estado de Guerrero que exigen que se les devuelva a sus hijos y amigos, vivos y libres.

En esta ocasión la feria ofrece más de 750 actividades artísticas y culturales, incluyendo algunas presentaciones en el metro  de la ciudad. Brasil es el país invitado y aunque no encontremos un espacio exclusivo para sus libros, editores y escritores –único lunar del evento-, todo invita a caminará para sentir que los libros no son tarea de conservación de museo, porque la lectura es un hecho vivo, sometido a constantes movimientos, influencias y cambios.

Y como casi todo lo que hemos visitado en este país es una actividad gratuita y diseñada para atender a toda clase de público.♦

*Alberto Salazar Castellanos

calumnista

@laporciuncula1

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