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LA AMNISTÍA DE LA INACCIÓN.

Esperanza, esperanza para millones de personas. Esta palabra se puede desprender del discurso que el presidente Obama dio el jueves 20 en el que aseguró la estadía de muchos inmigrantes en su país. No podemos arreglar su situación todavía, pero por ahora no los vamos a expulsar porque tenemos mejores esperanzas para ustedes.

Así podríamos resumir las palabras del presidente de Estados Unidos, pero una cosa son estos nobles discursos y otra muy distinta es ponerse a trabajar duramente para conseguir la estancia permanente de esos padres y de esas madres que viven amenazados con separarse de sus hijos, de sus trabajos y de sus casas.

Diez años  llevan ya las iniciativas de los demócratas para establecer una regularización del estatus migratorio de millones de latinoamericanos residentes en aquel país y que viven atrapados sin salir, por miedo a no poder regresar. Reveses, equivocaciones, fallas jurídicas, fobias, excesos, discriminaciones, violencia en contra de los inmigrantes. Y mucho más.

Existe una buena razón que sustenta las esperanzas para registrar y dar papeles de trabajo a cuatro o cinco millones de residentes ilegales.  El Secretario de Seguridad Interna ha declarado una limpia y reordenamiento de las normas actuales que rigen la inmigración. Están terminando con el esquema llamado Comunidades Seguras, un vergonzoso programa que usaron las policías locales para arrestar inmigrantes sólo por su aspecto, sin mediar delito alguno y encauzarlos a la Oficina de Inmigración y Aduanas para echarlos del país.

En teoría, las Comunidades Seguras servían para proteger el vecindario de criminales, pero en la práctica se aterrorizó a miles de inmigrantes inocentes al ser acusados o delatados por los vecinos y perseguidos por las ‘fuerzas del orden’ para deportarlos. Este esquema será sustituido por otro llamado Programa Prioritario que va a perseguir y deportar personas de “alta prioridad”.

Nadie podrá pedirle a la policía que detenga a alguien sólo por su aspecto o raza.

                Esto puede satisfacer las promesas de Obama para que se use la maquinaria deportadora sólo en casos de verdadera amenaza, pero la historia demuestra que estos ejemplos han fracasado una y otra vez. Por lo pronto, no queda muy claro de qué manera la policía –que en algunos casos ha sido brutal como en Arizona- ahora va a ser ‘agradable’, va a proteger y servir a la gente de cobre, al latino, a todo aquel que parezca humilde y sureño.

 Igualmente se avizoran otros problemas de tipo administrativo. Existe una apremiante necesidad de representación legal para los inmigrantes y añadir un nuevo programa de corte legal será una carga para el sistema, es decir, para los impuestos que pagan los ciudadanos de buenas conciencias. Además, muchos abogados de bajo costo y grupos de defensa humanitarios tendrán que trabajar de manera coordinada en defensa de los inmigrantes.

Existen muchos abogados fraudulentos que han hecho un gran daño a los inmigrantes, pero también hay grupos que actualmente ayudan a los ilegales a recopilar documentos, a ahorrar dinero para los procesos legales que seguramente serán muy costosos y a darles consejos sobre el modo de actuar de las autoridades.

Esta iniciativa presidencial, aunque tardía, se traduce como un beneficio real no solamente para los inmigrantes sino también para los residentes que alquilan sus servicios y sapiencia en múltiples quehaceres. Y como es de esperarse, choca de frente contra las mentalidades regresivas y racistas  que no quieren ver en sus calles a extraños y ajenos, como si se tratara de otra especie animal, inferior, por supuesto.

Incluso, los republicanos ya están preparando una demanda legal en contra de Obama por esta iniciativa que querrán atajar en el Congreso. Sin embargo, este precedente, las leyes y el visto bueno de la Suprema Corte y muchos millones de norteamericanos están en favor de Obama.

Hoy, el estado actual al respecto de esta situación es la parálisis. A nadie se va a legalizar y a muy pocos se les va a deportar, la gran mayoría se va a quedar en este estado de indefinición. Es una especie de amnistía y como algún crítico señaló, la amnistía de la inacción. Aunque ningún republicano lo reconozca, ese es el estatus permanente con relación a la política de inmigración.

Esta iniciativa es buena, pero es eso, el inicio de una larga lucha para conseguir los derechos más elementales de millones de personas.♦

Jose Enrique Velasco*

 

 

 

 

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