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POR QUÉ NO SE DEBE VENDER LA ETB

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Como era previsible, y lo era para un electorado medianamente informado, Peñalosa si ganaba, intentaría vender la empresa ETB para financiar sus troncales de buses rápidos, BRT, o Transmilenio como se les conoce en Bogotá.

He visto a los áulicos de Peñalosa mostrar cifras de pérdidas de ETB, con los nuevos métodos contables norteamericanos, que aún no están vigentes, o decir que es mejor vender la empresa para construir infraestructura.

Fui el Presidente de la junta directiva de ETB desde el 2012 hasta el 2015, allí escogí como gerente a Saul Kattán, experto gerente, que sin ser progresista, se comprometió a demostrar que una empresa pública podía avanzar en contextos de tecnologías cambiantes.

En la junta de la ETB éramos conscientes que la empresa había sido destinada desde hacía más de una década a la venta a precio de huevo. Tanto Mockus, como Peñalosa, como Samuel Moreno la querían vender y no la gerenciaban. Samuel Moreno quiso privatizarla para congraciarse con los dueños del poder ya caído en su desgracia delincuencial.

Esa década de vacío gerencial afectó duramente a la empresa. Amarrada a la fibra de cobre y la telefonía fija, moría lentamente. Sus ingresos caían año tras año anunciando su fin.

Nosotros decidimos construir un plan de acción gerencial. Apostamos a llevarla mediante una fuerte inversión propia a ser vanguardia tecnológica del país, para ello implementamos las condiciones para la venta de servicios 4 play como se le denomina en el argot de las telecomunicaciones: la venta de telefonía móvil, fija, internet y televisión en un solo paquete. Y para ello apostamos a la fibra óptica y a participar en la licitación de la 4G, la telefonía móvil de banda ancha.

El plan se cumplió completamente.

ETB realizó una operación de crédito en la bolsa de Nueva York, y consiguió los créditos más baratos de la historia de Colombia. Fuimos por 600 millones de dólares, ofrecieron 4.000 millones. Tal la confianza en el plan que desarrollábamos.

Con los dineros del crédito a ETB, y no con el presupuesto del Distrito como malintencionadamente se informa, compramos la fibra óptica y comenzó su instalación en Bogotá. Hoy pasa al frente del 60% de los hogares bogotanos cuando en el 2012 ese indicador era cero. Compramos licencias para vender televisión y ganamos en la licitación de la telefonía celular 4G o de banda ancha. El precio de las acciones empezó a crecer.

El cambio se sintió casi de inmediato, mientras se perdían durante años clientes de telefonía fija, en apenas dos años recuperamos 400.000 usuarios de telefonía móvil. Los usuarios de televisión iban creciendo rápidamente y alcanzaban la cifra de 150.000, los ingresos después de muchos años comenzaron a crecer.

Ahora mentirosamente comparan los ingresos crecientes con los gastos que incluyen los gastos de inversión en esta nueva tecnologías y que son por una sola vez, para mostrar pérdidas y legitimar su venta a precio de huevo. Es una manipulación a la ciudadanía, la verdadera dueña de la empresa.

La infraestructura de última tecnología en telecomunicaciones desplegada en Bogotá y expandida a Colombia, la empresa dejó de ser bogotana y pasó a cubrir servicios en las principales ciudades de Colombia, tiene no solo una función comercial, sino una función social fundamental: el saber.

A veces es irritante observar la manera ignorante que personas como Carlos Fernando Galán o Miguel Uribe o el mismo Peñalosa tratan la infraestructura de comunicaciones. Por todas partes dicen que la venta de ETB es para financiar infraestructura en la ciudad, como si la ETB no fuese infraestructura.

Cambian la infraestructura de las telecomunicaciones: fibra óptica, antenas, redes, por infraestructura para los buses. Es este cambio positivo para Bogotá?

La fibra óptica y la telefonía celular de banda ancha no solo permiten distraerse mirando televisión o hablando con los amigos. Hoy el saber de la humanidad va por la fibra óptica. Cuando hablamos del metro, hablamos de fibra óptica, cuando hablamos de salud y hospitalización en la casa, esta no es posible sin la fibra óptica, cuando hablamos de seguridad, cámaras, 123 de última generación, hablamos de fibra óptica. Cuando hablamos de educación superior, innovación, educación secundaria de calidad, emprendimiento popular y juvenil, hablamos de fibra óptica. Con banda ancha de hasta 150 megas no solo la televisión del mundo llega al hogar, sino que cada hogar se transforma en una universidad.

La movilidad que no solo mejoraría con el metro, que suspenden, sino con el trabajo en casa, solo es posible si hay fibra óptica.

La fibra óptica es la velocidad de la luz en el saber, es la infraestructura del siglo XXI y es eso, lo que una dirigencia bogotana ciega, quiere cambiar por infraestructura de cemento para un incómodo, atrasado y contaminante sistema de buses, que es en realidad un negocio particular.

Lo que propone Peñalosa es cambiar el saber y el futuro emprendedor de sus hijos por rojos buses de Volvo.

Y por tanto la venta de ETB no es para obtener infraestructura, es para cambiar una infraestructura por otra, solo que como paso con la privatización de la EEB se cambian infraestructuras con amplio desarrollo en el siglo XXI y de altísima rentabilidad social como la generación de energía y la autopista del saber: la fibra óptica, por losas de concreto para un negocio particular desueto: el bus.

El daño a Bogotá de producirse la privatización definitiva es inmenso.

Alguien diría que la misma infraestructura de la hoy ETB se pondrá al servicio en manos de un privado más eficiente. La realidad del mercado de las telecomunicaciones es que este tiende a concentrarse en manos de unos cuantos, en Bogotá en manos de Claro: Slim o Telefónica, hoy en problemas mundiales. ETB permite regular el mercado, al dejar de existir, un cuasi monopolio privado actuará en función de maximizar su ganancia, es decir de elevar los precios de la telecomunicación a todos los bogotanos.♦

*Gustavo Petro

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