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Mujeres. Destino: Ser modelos.

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Así es.  En esta sociedad las mujeres estamos destinadas y condenadas a ser modelos.  No solo de esas que deben medir más de 1,70  y que son delgadas y se ven siempre bien.  Auque este otro no deja de ser un estigma, una preconcepción de la sociedad que también hace referencia a este tema.  A lo que hoy me refiero es a que una de las mayores causas, o una de las causas originarias del machismo o de la inequidad de género es la concepción de la sociedad sobre las mujeres.

¿Y qué es lo especial que ve o que busca la sociedad en nosotros? Que seamos un estandarte de ejemplo. Esta concepción no es nueva, ha venido labrándose durante la historia de la humanidad.  Por algunos varios motivos relacionados a la procreación y a la crianza, la sociedad espera encontrar en la mujer a un ser humano cercano a la perfección.  Si observamos el ideario que se tiene de una mujer en diferentes épocas encontraremos los siguientes apuntes.

En la edad media:

“La mujer ideal debía ser casta, prudente, trabajadora, honrrada, callada, hermosa y sorprendentemente culta, capaz de entretener y sorprender a su caballero”.

En la edad moderna:

Es muy linda, muy graciosa, muy humilde. Y sobre todo ¡Aquel candor, aquella inocencia. ¿Y  sabes tú lo que es una mujer aprovechada, hacendosa, que sepa cuidar de la casa, economizar…?

En el siglo XIX:

“A partir de la segunda mitad del siglo XIX se reforzó el ideal femenino de la mujer como reina del hogar, identificada con la virgen maría, reina de los cielos y madre de Cristo. Esta “Angelización de la mujer le permitió ocupar el trono del hogar a cambio de practicar virtudes como la castidad, la abnegación y la sumisión. La maternidad era reivindicada como la función femenina por excelencia pero dejando absolutamente claro que el acto reproductivo nada tenía que ver con el disfrute de la sexualidad”.

Para 1950, que es una época de la que se tienen mejores referencias, destaco los siguientes aspectos que encontré sobre el papel de la mujer en Estados Unidos para la época.

“Una mujer era solo considerada una buena mujer y esposa cuando seguía con diligencia absolutamente todo lo que su marido decía. No tenía prácticamente ni voz ni voto en las decisiones que se tomaban en el hogar o sobre los hijos. Como era el hombre el que conducía normalmente era el que también hacía las compras de la casa”… “La buena esposa americana siempre sonríe y está feliz de tener una vida tan bendecida y estupenda, aunque se tenga que levantar a las 4am para poder hacer un abundante desayuno a su familia, antes de que esta desaparezca por el resto del día”.

Lo curioso es que muchas de estas mujeres “no se sentían inferiores a sus maridos, sino que pensaban que sus roles simplemente eran distintos. Consideraban que era normal que su marido trabajase y sustentase el hogar, y lo que ellas debían hacer es quedarse en casa cuidando  y esperándole.

Como se puede notar la constante es la misma. De la mujer se busca que sea buena madre, esposa e hija, sepa administrar y cumplir con las tareas domésticas. El subconsciente machista la busca inocente porque entre más lo sea, más fácilmente puede manejársela.  Se la quiere sumisa para que no pelee por ella como persona y se la busca dependiente para que satisfaga las necesidades de autoridad de los varones. Solo se le da la autoridad de ejercer como madre pues la mujer ideal debe ser abnegada y dispuesta al sufrimiento y en estos últimos tiempos la sociedad de consumo la busca competitiva y ávida compradora, capaz de hacerse cargo de todo y cumpliendo a cabalidad con sus roles como empleada, esposa, madre, etc.

Es esta mentalidad la que está arraigada en el ADN de muchos hombres y mujeres.  Esa falsa creencia que como biológicamente la mujer tiene un diseño que le permite asumir la maternidad solo debe relegarse a tal fin y que la despersonaliza, le quita la calidad de persona para volverla un ser idealizado que “debe” mantenerse a la altura de los caprichos e ideas de lo que esa sociedad le impone so pena de juzgarla por no encajar en ese molde. Este juicio ya no es un juicio legal sino un juicio moral que nos señala constantemente manteniendo una sociedad desequilibrada e injusta.

Esta columna y de hecho este artículo es una invitación a la toma de conciencia y a la construcción de una sociedad equilibrada, al convencimiento de que antes que un sexo somos personas. Es el convencimiento que una sociedad justa se hace cuando somos capaces como sociedad de decirnos la verdad tal cual es y no disfrazada, llamando a las cosas por su nombre y no con eufemismos o deformidades.  Porque la felicidad no es comodidad, la responsabilidad de ser es de cada persona y no de un solo género y la justicia lo es cuando reconocemos al otro como ser humano con todas sus garantías, derechos y deberes♦.

Paola Rubiano se dedica a promover la equidad de género. Es columnista de interference desde 2015.

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