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Andrés Felipe Uribe Cárdenas en conversación con Diego Aretz

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Foto por Javier Vanegas

Andrés Felipe Uribe Cárdenas es el artista seleccionado para ser la nueva portada de IC, hablamos con él sobre su trabajo, su trayectoria y el mundo del arte.

…..

¿Cuándo y por qué se interesa Ud en la comunicación? Ud es un artista plástico, no un comunicador, no un periodista.

Me intereso en la comunicación cuando efectivamente existe. Cosa que hoy sin duda es un tema urgente. Comunicar acertadamente es en tarea difícil. Pensar que estamos en contacto unos con otros es caer en una falacia tecnocrática. La mayor parte del tiempo estamos atomizados, cada uno enredado con su propio dispositivo. Me intereso porque creo que es el lugar intermedio, por no decir el medio originario, el agua de los peces, el aire que respira la información. Teóricamente me interesa desde la semiótica, ese lugar interior de la lengua me interesa, es allí donde todos quedamos reducidos a una cualidad humana simple y compleja al mismo tiempo; reducidos a signos no podemos no ser parte de una comunicación, ni podemos no ser comunicados, ni es posible no comunicar.

Soy un artista plástico de esos que van por ahí, claro, pero también uno visual; extraigo ojos de la revista vea y los ensarto en un picahielos de esos para compilar facturas. ¿Un comunicador? Es posible. Habría que ser un verdadero excéntrico para no serlo actualmente, quiero decir que todos estamos ejerciendo la mensajería constantemente, unos con más o menos arte, otros con más o menos técnica.

¿Un periodista? Periódicamente sí, podría serlo. Pero desmediado, a veces desmedido, y más que nada a medias.

Lo hemos visto desde IC pasar por distintas etapas. ¿Cuál es si tuviera que decirlo el elemento que marca su obra de una manera más fuerte?.

¿No querrá usted decir desde las TIC? Ja ja, vea que estoy de buen humor. Pues el elemento que marca de manera más fuerte es el marcador de tinta Molotov permanente, pero no sé si marque mi obra entera. Ese lo usan más que todo los artistas urbanos, los artistas de letrina. El marcador me interesa porque me interesa la marca, es decir porque me interesa el índice, el signo que se refiere a la existencia de una cosa en relación, en consecuencia, a otra. Seriamente: ¿El elemento que marca mi obra? Qué le puedo decir… A mí me marcó mucho el discurso de pasión local de primera década, pero no quiero que eso me marque más, digamos que me dejó una cicatriz. Esto para decir que desde luego estoy marcado por un dolor cristiano insufrible 🙂 pero tampoco quiero que eso me marque más, sobre todo que marque mi obrar, aunque uno no puede librarse de eso, así como así, como yendo a clases de yoga. No lo sé. Qué vaina que tengamos que hablar de lo más fuerte, de la fuerza, aunque me gusta mucho la noción de fuerza en Yoda, y hace parte integral de mi alienación. No tanto de mi obrar. Textualmente creo que el elemento que marca mi obrar es el grama, la gramática (y la gramatología a veces).

Pero hay elementos que marcan de manera menos fuerte y sin embargo aparecen. Vea usted que yo aprendí matemáticas de manera muy regular, quiero decir, muy forzado, muy errático. Lo que más obtuve aprendiendo matemáticas fueron errores, cosa que me preocupó apenas lo necesario. Pero vea que ahora los números aparecen de nuevo. Por ahí están, están por todas partes y nunca se detienen. Hay una parte en mi trabajo que pareciera un discurso numérico. No lo sé. Uno aprende a contar casi al tiempo que aprende a escribir, ¿no es así? Pero, primero se aprende a escribir, primero van las letras, ¿no? Ya no recuerdo qué aprendí primero, si los números o las letras o los colores, pero creo que lo que más me ha marcado en mi vida entera, no solo en mi obra, es haber aprendido a escribir.

Ha sido a veces crítico del medio si se puede llamarlo así, de arte contemporáneo en Colombia.  ¿Qué elementos encuentro cuestionables en ese ambiente?-

¿Qué elementos encuentro yo cuestionables en ese ambiente? A ver. Haber sido crítico del medio, ¿Qué quiere decir con eso? ¿Estamos hablando del medio artístico? ¿Es el medio artístico el aceite de linaza y la trementina? ¿O el aguardiente, el wiski y la cocaína? Porque hay cosas más críticas que otras, ¿Sabe? Listo, yo a veces escribo crítica y apreciación de arte, a veces. Son críticas líricas e intento no esforzarme tanto en ellas. De repente salen publicadas por ahí en alguna red y resulta que luego me llaman la atención, no sé.

¿Elementos cuestionables del medio artístico? Definan ustedes la palabra medio primero, o por lo menos, ya que ustedes viven en esto, no la usen, así como así. Bueno, úsenla como quieran, pero piénsenla también. Creo que en Colombia tenemos un vacío, un abismo en tanto la noción de medio, que nos hace cacarearla sin entenderla constantemente. Escuche usted noticias, o léalas, la gente habla de los medios y de los medios y que los medios dijeron y que no dijeron. Eso me parece cuestionable. También me parece cuestionable la farándula que habita ese sistema imaginario, esa fauna que vive ensalzándose a sí misma ejerciendo el poder de la opinión y de la imagen masiva, y aquí, usted lo sabe, la gente se arrodilla frente a las imágenes. Volviendo a su pregunta, el medio del arte contemporáneo es una idea torpe. Ahora, usted relaciona el medio y el ambiente, entonces, ¿Me pregunta sobre elementos cuestionables en galerías, academias, museos, y talleres? Tal vez lo cuestionable sea la relación entre el poder en las artes, la jerarquía institucional de la mano del hambre, por ejemplo, crea un arribismo mercenario y un maltrato general manifestado sobretodo en informalidad, y una falta de organización laboral que deriva en cruda explotación.

Su obra nos interesó para ser la portada por su sólido trabajo en la comunicación, sin embargo, hemos podido notar una fuerte referencia a Alemania, en autores como Wittgenstein, Nietzsche. ¿Warum?  ¿Por qué?

Creo que se refiere a la germanofilia, que se podría explicar desde una seducción lingüística temprana, por ejemplo, en mi casa encontré, estando en primeros años de bachillerato, un Langescheidt todo regordete, y yo me puse a leerlo ahí sin tener mayor idea, desde aquí alcanzo a verlo en la repisa. No entiendo qué hacía ese diccionario en mi casa. Nadie en mi familia estudió el idioma hasta donde yo sepa. Pero, mi padre y mi madre nutrieron con libros y un par de enciclopedias los anaqueles de la biblioteca de una casa bella que ya Bogotá se tragó. De repente también creo que puede haber un interés desde mi formación escolar. La verdad yo estudié en un colegio criptofranquista, que queda todavía allí mismo en la calle 82 con 9a. Estudiar allí era como una vergüenza exclusiva, como un oso educado que termina reproduciendo un trauma militar religioso. Una institución religiosa que lo ponía a uno a marchar y a rezar todos los días, me da risa nerviosa recordarlo. El caso es que me expulsaron finalmente en 10°, que por revolucionario, y buscando con mi familia encontramos el Guillermo Wickmann, que era un hueco lindo más al norte, como una casa campestre prefabricada, por la carrilera. Tenía una fama pésima pero atractiva. Allí conocí la libertad y también conocí otra sociedad, plural, compleja, que no marchaba ni rezaba, que decía creer en la Utopía. Y también tuve mi primera clase de alemán con un profesor nativo que era muy gracioso. Los alemanes viviendo en Colombia son graciosos por lo general. Eh… bueno… todo esto es para decirle que mi germanofilia es más bien una inquietud por la lengua que empata en una afinidad infinita con Arthur Schopenhauer. Wittgenstein (aunque austriaco), Leibniz, Kant, Arendt, Kittler son pensadores que despiertan todo tipo de inquietudes. Debo ser un humanista algo romántico con inquietudes lingüísticas, siempre me ha gustado la sonoridad, la guturalidad digamos de su idioma. Ni hablar de su gramática. Aquí la gente dice que suena a como si estuvieran disgustados, como si estuvieran bravos… A mi me gusta esa seriedad, me relaciono mucho con esa seriedad. En el fondo es un asunto de humor.

Su trabajo roza la política, ¿Qué es la política para Ud? Le ha tocado nacer en un país donde la política juega un papel fundamental. Pero desde el arte, ¿Cómo la lee Ud?  ¿Cómo ve Ud la política?

No sabría responder acertadamente qué es la política, señor Arendt, pero permítame decirle que La Polla Records es política. Esa es buena cópula. Y Evaristo, el cantante, tiene otras buenas coplas sobre el tema. Tiene razón, me ha tocado nacer, pero estoy en desacuerdo sobre ese papel fundamental. O si es fundamental, aquí en Colombia está fundada en el horror trágico, fíjese usted en la monstruoteca caduca que dirige el rumbo del país, apestan porque en gran parte ya están en descomposición. El tema me interesa más desde sus símbolos y procuro trabajar en ocasiones con ese material para desentrañar algún problema que de superficie pase inadvertido. En este momento a la política la veo bipolar, biopolítica e imaginaria. La imagen es uno de los lugares en donde la política se esconde.

Nos parece que su obra se aleja de esa clásica narrativa de la porno-miseria, ecología y otros temas recurrentes del arte contemporáneo en Colombia. Su visión es diferente. ¿De dónde y cómo se formó esa visión?

Debe ser porque mi visión es tan particular como la de cualquiera. Pero, no crea, yo también hago pornomiseria a veces, es simplemente un género de tercermundismo clásico que no podemos olvidar así como así. Solo que no estoy muy concentrado en esa explotación por el momento. Eh… yo no sé si mi visión ya se formó, quisiera creer que se está formando, de hecho, estoy en búsqueda de un mentor, por si sabe de alguna beca, yo podría presentar mis credenciales y currículo a ver si me termino de educar, porque tengo una angustia cognitiva terrible, ¿sabe? ¿no le pasa? Ahora que todo el mundo va un poco llenándose de autoridad para decirles a los otros qué hacer, está muy difícil todo, y el mundo sigue inventándose discursos cada vez más y más barrocos. En todo caso quisiera continuar con mi formación. Aprecio mucho la palabra formación, aunque la mía sea más bien bastante informal, sin duda un lunar en la era de los PhD, la época del capitalismo cognitivo en donde los más resultan repitiendo proclamas de izquierda mientras se comportan como mercenarios. En un momento en que las universidades son la industria exclusiva y masiva de atención y producción de clientes. En fin. Para responder concretamente su pregunta debieron ser los profesores que he alcanzado a tener durante estos años. Los que tuve en la UN cuando hice tres semestres de ciencia política y caí en la paranoia terrible y en la lucha de clases; algunos estadistas, algunos abogados y otros filósofos geniales me enseñaron un par de cosas que ya olvidé de seguro, pero bueno, me acogieron por más esquizofrénico que pareciera mi actuar en aquel entonces.

Estuve muy afectado por estudiar allá de repente a penas al salir del colegio, yo todo intoxicado, entré a politología y eso me transformó en un traidor de clase particular, muy muy torpe, que luego, como le digo, evolucionó a la paranoia tóxica. Una verdadera pena. Yo había decidido estudiar esa carrera (ahora me doy cuenta bien) por un lavado de cerebro aristocrático implantado por esa escuela criptofranquista de cuyo nombre preferiría no acordarme; sin embargo, no pude llegar ni a la mitad de la carrera, debido a esa crisis nerviosa. Bueno. Entonces estudié gramática musical en el Bosque, cerca a la antigua casa en que vivía, y bajo eléctrico, pero el profesor de bajo era un jazzero pedante que me preguntó una vez que si no podía conseguir un cable, que si era que yo no tenía amigos y dejé de ir a su clase, porque efectivamente allá yo no tuve amigos. La gramática musical me interesó, era un mundo que apenas se abría a mis ojos, pero nunca pude solfear bien porque la voz casi no me salía, porque yo estaba un poco muy deprimido en ese momento. Corría el 2001 y las torres gemelas se desplomaron dentro de los televisores de la cafetería. Luego mi madre insistió en que continuara mis estudios de arte. Yo había estudiado en Atena, el estudio de arte de Hernando Gonzalez Arrázola, un neoexpresionista sincelejano genial e incondicional, que me acogió durante mi adolescencia.

Estudié pintura y dibujo varios años estando en el colegio todavía, yo llevaba mis óleos en una caja de madera como todo un jóven Courbet en Usaquén, bastante ridículo, y bueno, para salir de la depresión tóxica de la politología mi madre me aconsejó la UJTL, decía que era muy recomendada. Y me animó, ella siempre me anima a todo, todavía. El día que fui a buscar el formulario de ingreso y el papeleo, me encontré con un amigo del colegio, este man genial, que hace rato no veo, Jorge, un gran pintor, un artista de oficio y talento y con una risa áspera y un poco caricaturesca. Bueno, nada. Me matriculé en la UJTL y terminé allí. Y como le decía, fueron los profesores que tuve allí, los que me ayudaron a mi formación y desde aquí les agradezco y los saludo. Y también a mis colegas, con quienes estudié, mis compañeros y compañeras, junto a ellos aprendí cosas importantes.

También hay que decir que la base de mi (in)formación sin duda la recibí de la televisión. Como yo de pequeño no tenía amigos en el barrio, me la pasé viendo TV casi toda mi infancia. Creo que eso me agringó un tanto, y ese clavo luego casi que pude sacármelo, décadas después, con La Pocha Nostra, con quienes descubrí la disciplina del performance de inmersión junto a Gómez-Peña, el Mexterminator, mi padrino transamericano, quien me enseñó el poco spanglish que puedo hablar.

 

Para terminar, queremos que nos cuente su versión de la Interferencia, ¿Qué es para Ud interferir? ¿Interfiere Ud en algo?

Yo creo que a quienes les gusta interferir es a ustedes, que tienen un canal de interferencia. Usted podría hacer una tanda diaria de interferencia real, es decir, transmitir ruidos. Fíjese que toda la gente hoy transmite contenidos, nada de eso. Usted que tiene un canal de interferencia, le aconsejo que intente transmitir el mismo vacío del medio.

¿Para mí, interferir? Interferir es, sin ser literales, alguna cosa fuera su contexto haciendo alguna otra. Claro, he interferido. La vida misma pareciera ser un tipo de interferencia en el mundo. En otro ámbito, es posible que mis publicaciones en redes puedan ser interferencias, qué más quisiera yo. Pero, quizás eso sea darle mucha relevancia a la irresponsabilidad de esta incomunicación.

2+2=4 pizarra (1)

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