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Una reforma tributaria no es suicida, es necesaria.




La pandemia ha mostrado de manera evidente la gran desigualdad nacional: el alto desempleo, la necesidad de ayudas a población vulnerable, las distintas facilidades para poder quedarse en casa, las desigualdades para educarse, las diferencias al momento de fortalecer el sistema de salud, entre otras consideraciones, son prueba de esto.

Ante los inconvenientes presentados, han surgido varias ayudas del gobierno, que, aunque parecieran ser todas respuesta a la coyuntura actual, muchas resultaban necesarias desde tiempo atrás y deben incluso permanecer en el futuro retorno a la normalidad. Muestra de la insuficiencia de las ayudas existentes previas a la pandemia, de la desigualdad desbordada y de lo mediocre del sistema tributario nacional es el siguiente gráfico del Estudio Económico de la OCDE sobre Colombia de Octubre del 20191 (Un coeficiente de Gini más alto significa una mayor desigualdad):

Gráfica 1: OCDE

Como se puede notar, es tan deprimente la redistribución en Colombia, que no solo contamos con el coeficiente más alto del gráfico (después de impuestos y transferencias), sino que también somos los únicos en donde el triángulo, que busca ilustrar la mejora luego de una redistribución de ingresos, tiene su vértice superior por fuera. En otras palabras, partimos de una desigualdad alta, pero el problema principal es que no hacemos prácticamente nada para reducirla desde lo tributario. No hay duda de porqué desconfiamos tanto de pagar impuestos y en cambio en países como Dinamarca, Noruega o Suecia son felices pagándolos.

Sin embargo, muchos pensarán que igual existen varios programas que llenan de oportunidades a los más pobres y que seguramente tendrán un papel en la reducción de la desigualdad (aunque se queden cortos y no cubran a todos los que lo necesitan, como la pandemia ha podido mostrar), por lo que estarán sorprendidos por el gráfico anterior; pensaran que posiblemente haga falta mejorar, pero no entenderán cómo prácticamente no se está haciendo nada por lograr una redistribución que disminuya la desigualdad. Frente a esto, planteo que muy probablemente programas de transferencias condicionadas como, por ejemplo, Familias en Acción, no necesariamente son el problema o son malos, la existencia de buenos programas de ayudas y transferencias es innegable, aunque con amplios espacios para la mejora. Pero entonces, cabe preguntarse ¿por qué no logran reducir la desigualdad?

Para esto, es necesario voltear la mirada hacia el sistema tributario de Colombia. Un sistema que fácilmente puede ser descrito como regresivo. Para entenderlo mejor, se debe tener en cuenta que en el ideal quienes más tienen son quienes más ponen (un sistema progresivo), pero Colombia sigue justamente el camino contrario. En la regresiva tributación colombiana relucen numerosas exenciones tributarias a grandes empresas, a personas con altos capitales y otros ejemplos como las exenciones a pensiones altas.

En 2018, el PhD en economía Leopoldo Fergusson escribió una columna en la Silla Vacía2 titulada ¡No más regalos envenenados a costa nuestra! En este texto, Fergusson menciona que la ley de financiamiento que se promovió en ese entonces incorporaba una serie de gabelas tributarias que, en lugar de disminuir la regresividad, terminaban por empeorarla. En este escrito, el experto menciona una serie de argumentos en contra de la renombrada por muchos como Ley de desfinanciamiento, resultando en un Frankenstein fiscal que no da abasto y que, mientras aprieta por unos lados, premia por otros. No es para nadie un secreto que el recaudo de impuestos como porcentaje del PIB en Colombia es bajo, pero esto resulta contraintuitivo cuando los ciudadanos del común y las pequeñas y medianas empresas sienten que todo el tiempo les aprietan cada vez más un cinturón que ya no los deja respirar.

Por tanto, la gráfica presentada al inicio del texto y las notorias exenciones tributarias otorgadas de forma arbitraria muestran una clara relación: se cobran menos impuestos a quienes más tienen, haciendo difícil pensar en una redistribución efectiva y en un recaudo suficiente.

No obstante, muchas personas defienden las exenciones, afirmando como certeros los argumentos que rezan que al bajarles los impuestos a las grandes empresas estas podrán dedicar un mayor espacio a la creación de empleo y a la innovación, frente a esto, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz3, en su más reciente libro: People, Power and Profits  repite varias veces que aquellos argumentos que defienden que los recortes impositivos a quienes más tienen serán generadores de empleo, impulsarán la inversión y conducirán a una mayor innovación y a un mayor crecimiento, son completamente falsos.

Primero, Stiglitz aporta argumentos y evidencia sobre la inexistencia de la famosa economía del goteo, donde se cree que si los que más tienen invierten y crecen se jalonará a todos a un mejor escenario, frente a lo que varios estudios muestran que el logro más evidente de estas políticas es una profundización más acelerada de las brechas y una mayor dependencia del punto de partida. Por lo que esta idea es más bien una utopía que funciona cuando quienes tienen la mayor cantidad de dinero son precisamente aquellos con mejores intenciones, mayor preparación, mayor capacidad de innovación y un egoísmo únicamente positivo sin intenciones corruptas. Es decir, cuando el éxito depende del talento, la creatividad, la preparación y la innovación y no tanto del acceso a recursos legales, financieros y políticos para sacar provecho del estatuto tributario12, como sucede en Colombia, un país donde además, estadísticamente, el lugar en que se nace y el colegio en que se estudia pesa mucho más que el talento y el esfuerzo personal.

Asimismo, en segundo lugar, Stiglitz muestra que ni los salarios crecen, ni la oferta de empleo aumenta, ni la innovación que ayuda al crecimiento mejora por la baja arbitraria de impuestos a las grandes empresas, sino que, por el contrario, se mantienen considerablemente iguales, e incluso con efectos negativos para la innovación, pues permite acumular mayor poder económico, el cual, resulta tanto en mayor poder político para las grandes empresas (quienes más tienen son quienes también toman las decisiones), como en mayor inversión para el fortalecimiento de su poder de mercado y, de esta forma, impulsando la formación de monopolios y oligopolios, con conocidos efectos negativos en innovación y en condiciones óptimas para trabajadores y consumidores. Ese slogan de campaña de Duque que decía “menos impuestos y mejores salarios”, de seguir la estructura actual, se queda únicamente con el pedazo de menos impuestos y solo para algunos: justo los que más deberían poner.

Por otro lado, las gráficas que se enseñan a continuación muestran otro ángulo del retrato de la desigualdad: respectivamente, el primer gráfico representa la proporción del ingreso que posee el 10% más rico de la población y, el segundo gráfico, la proporción del ingreso que tiene el 1% más rico. Como se puede notar, Colombia tiene una riqueza muy concentrada. Inspirado en las excelentes propagandas del DANE, si Colombia tuviera 100 habitantes y, para este caso, un ingreso total de 100 pesos: 10 personas tendrían en sus manos 40 pesos, e incluso, la persona más rica tendría 20 pesos para él/ella solo/a, mientras que los 60 pesos restantes se deberían repartir entre 90 personas, sin olvidar que en esta última repartición también existe una alta desigualdad.


Gráfica 2: Our World in Data (4)



Gráfica 3: Our World in Data (4)


Frente a esto, reforzando el argumento de Stiglitz, importantes estudios económicos de académicos influyentes como Persson y Tabellini, así como Alesina y Rodrik5, muestran que la desigualdad excesiva tiene una relación negativa con el crecimiento. Reuniendo la postura de varios expertos, lugares con mayor desigualdad tienen mayores inconformidades, mayor desconfianza en la clase política, mayor deseo de revolución, mayor probabilidad de conflictos, protestas, revueltas y menores incentivos a ser productivos. Todo esto, combinado con los argumentos de Stiglitz sobre qué políticas tributarias erradas incentivan la creación de monopolios y oligopolios, no generan mayor oferta laboral, productividad o salarios y concentran el poder económico y político, explican enormes ineficiencias en el crecimiento: visiones de corto plazo que traen mayores rendimientos hoy (para algunos), pero que comprometen el crecimiento de largo plazo para todos. Si ese dinero que se “ahorran” los que más tienen se destinara a mejores condiciones de vida y a una mejor acumulación de capital humano (por ejemplo, ofreciendo mejores inversiones en salud, alimentación y educación) que cierre las brechas en la desigualdad de oportunidades, podríamos contar con mercados más competitivos, trabajadores mejor calificados para poder aprovechar correctamente los avances tecnológicos y sociedades menos desiguales, conduciendo así a un crecimiento más eficiente, sostenible y estable.

Actualmente, dada la coyuntura presente, las necesidades de aumentar el gasto para apoyo a los más vulnerables se hizo evidente, tanto así que se permitió romper por un tiempo la regla fiscal: una regla que dice que el gobierno solo puede gastar una cantidad determinada (un porcentaje del PIB cercano a algo entre el 2 y el 3 %) mayor a sus ingresos.

Pero que el aumento del gasto se haya dado por la situación actual no significa que mucho de este gasto no fuera necesario desde antes, ni que una vez de vuelta a la normalidad deba desaparecer. Incluso, han aparecido discusiones necesarias y muy interesantes sobre una renta básica garantizada, las posibilidades de hacerla y sus beneficios6 y 7. No obstante, no retornar a la regla fiscal puede resultar irresponsable y peligroso, volviendo muy inestable y frágil la economía nacional. Sin ir muy lejos, voltear la mirada hacia Argentina podría ser evidencia clara de lo catastrófico de un déficit fiscal alto. Por lo tanto, es necesario preguntarse ¿de dónde va a salir la plata para cubrir ese gasto nuevo que no debería irse?

Para tapar ese hueco, la teoría muestra 3 formas: en primer lugar, la impresión de dinero es una opción, pero el riesgo de generar inflación y de depreciar mucho la moneda es altísimo, nuevamente Argentina es buen ejemplo de esto y yendo más cerca, nuestro vecino Venezuela puede relatar de forma más vívida sus peligros; en segundo lugar, es posible endeudarse, pero que la deuda sea la opción principal es de nuevo algo muy peligroso, tristemente y por tercera vez consecutiva en este texto, revisar la historia reciente de Argentina puede prevenirnos oportunamente de hacer esto; finalmente, se pueden aumentar los impuestos, algo que aún se puede hacer en Colombia, y de hecho hay buen espacio para hacerlo. Tal vez estar debajo del promedio de la OCDE en el recaudo de impuestos como porcentaje del PIB no sea una alarma (aunque estemos 14,9 pp abajo), pero estar casi 4 puntos porcentuales por debajo del recaudo medio de América Latina y el Caribe algo nos tiene que mover el piso.


Gráfica 4: OCDE (8)


Por tanto, de acuerdo con la OCDE1, se debe ampliar la base de los impuestos personales y reducir la tasa de impuestos sobre las sociedades, eliminando numerosas exenciones tributarias. Es claro que dependemos enormemente de los tributos a las empresas y muy poco a las personas (solo el 6% de lo que se recoge de impuestos viene de las rentas a personas naturales)9. Pero, paradójicamente, las empresas que más deberían y podrían aportar son las que menos lo hacen, igual que la gente. En el tema empresarial vale mucho la pena leer los textos de Jose Antonio Ocampo10 Y 11, quien menciona las necesidades de cooperación internacional frente a los impuestos corporativos, la fijación de una tasa mínima internacional que va de la mano con la idea de que las empresas podrían pagar menos (especialmente micro, pequeñas y medianas) si todas pagaran lo que debieran, sin tantos favores, exenciones y maromas contables como las actuales. Así como la mención de impuestos a empresas digitales como Netflix o Amazon, cuyos costos marginales son prácticamente nulos y en cambio su beneficio por la coyuntura actual ha sido inmenso, siendo empresas que solo pagan impuestos donde más les conviene, se establecen donde encuentran las tasas más bajas y no reconocen el lugar donde la actividad comercial toma lugar.

Igualmente, así como la reflexión de Ocampo de que la carga no debe caer sobre los más vulnerables, es interesante también la postura de Marcela Eslava13, la decana de Economía de la Universidad de Los Andes defiende un sistema más progresivo, donde eliminando exenciones injustificadas se logrará un mayor recaudo, haciendo a la vez que este no dependa tanto de las empresas, sino más de las personas. Es claro que castigar generadores de empleo no es la solución (bajar los impuestos de más y de forma arbitraria no genera efectos positivos, pero cobrar impuestos excesivos sí afecta. Claramente los estudios muestran que esta relación no es lineal, de ser así, no cobrar impuestos sería el mayor generador de empleo), por lo que la idea de Ocampo de una tasa mínima internacional promovida por él desde la ICRICT es importantísima para que la tasa impositiva corporativa sea menor, pero para esto se debe poder garantizar a la vez que todos paguen de forma justa y equitativa, donde es importante fortalecer adecuadamente a la DIAN, para así evitar la evasión y anular tantos favores que no sirven para nada en términos de empleo, innovación y crecimiento y en cambio tienen consecuencias negativas. Asimismo, también es relevante la idea de reclamar impuestos a aquellas empresas que venden enormes cantidades en el país, tienen costos marginales casi nulos y se establecen en paraísos fiscales, no dejando casi ningún recaudo para Colombia.

Por tanto, contrario a lo que menciona el presidente, resulta urgente una reforma tributaria y es necesario discutirla desde ya y prepararnos para su muy probable presentación en el próximo año. No obstante, desde lo mencionado anteriormente, se debe ver con buenos ojos los impuestos, pues, bien estructurados son fuente de mejores condiciones de vida para todos, de una redistribución adecuada que impulse la innovación, el talento y el crecimiento económico. Como decía Mockus en varias de sus alocuciones públicas: necesitamos que la gente con más dinero, y en general todo el mundo, busque menos como evadir los impuestos y ganar exenciones, y en su lugar vean todo lo bueno que aportan a la sociedad para que sean ellos mismos quienes griten: “¡queremos pagar impuestos!”, en lugar de que días sin estos sean esperados con ansias y sean un motor (fallido) del consumo.

Motivo por el cual, siguiendo la idea de Leopoldo Fergusson14, y reuniendo lo antes mencionado, la crisis puede ser la que al fin precipite tomar todas esas medidas postergadas, por lo que, opuesto a lo dicho por el presidente, una buena reforma tributaria no es un acto suicida, sino uno necesario y revitalizador. Urge, más que nunca, siendo siempre importante, un sistema tributario progresivo, equitativo y eficiente como el que defiende la constitución y muy lejano al actual.

Daniel Franco.


Referencias Bibliográficas:

  1. (octubre, 2019). Estudios Económicos de la OCDE. https://www.oecd.org/economy/surveys/Colombia-2019-OECD-economic-survey-overview-spanish.pdf
  2. Fergusson, L. (11 de diciembre, 2018). ¡No más regalos envenenados a costa nuestra! La Silla Vacía. https://lasillavacia.com/silla-llena/blogoeconomia/historia/no-mas-regalos-envenenados-costa-nuestra-69242
  3. Stiglitz, J. (2019). People, Power, and Profits.
  4. Income Inequality. Our World in Data. https://ourworldindata.org/income-inequality#all-charts-preview
  5. Fergusson, L. Querubín, P. (2018) Economía Política de la Política Económica.
  6. Duflo, E. Banerjee, A. (2020) Coronavirus is a crisis for the developing world, but here´s why it needn´t be a catastrophe. The Guardian. https://www.theguardian.com/commentisfree/2020/may/06/vulnerable-countries-poverty-deadly-coronavirus-crisis?fbclid=IwAR2VTq7sFWOB8jGZG_Fh5zhy6OSz8gZAUrtIyA-YdC1Id_9gft6Dk0tEL0g 
  7. Grupo de investigación en macroeconomía. (13 de julio, 2020) Ingreso Básico Garantizado (IGB): ¿Es el momento ideal de implementarlo? Universidad de Los Andes. https://economia.uniandes.edu.co/components/com_booklibrary/ebooks/BM%2022.pdf
  8. (2020). Revenue Statistics in Latin America and the Caribbean 2020-Colombia. OCDE http://www.oecd.org/tax/tax-policy/revenue-statistics-latin-america-and-caribbean-colombia.pdf
  9. Daniel Pacheco (2020) ¿En qué consiste la propuesta de tumbar el código tributario? Zona Franca. Red Más. https://www.youtube.com/watch?v=MyKuyxZCQDk
  10. Ocampo, J. Faccio, T. (30 de junio, 2020). Making Multinationals and the Wealthy Pay. Project Syndicate.https://www.project-syndicate.org/commentary/multinationals-corporate-tax-reform-covid19-by-jose-antonio-ocampo-and-tommaso-faccio-2020-06
  11. Ocampo, J. (25 de junio, 2020). We should focus on taxes, not debt. Americas Quarterly. https://www.americasquarterly.org/article/we-should-focus-on-taxes-not-debt/?fbclid=IwAR1_STDUecoQoRC7i-NdfBgpoI10J0HhAbADkuc9EoI_xV6afpsE3JY9n2I
  12. Fergusson, L. (30 de mayo, 2020) ¿Por qué apoyo la demanda al estatuto tributario? El Espectador. https://www.elespectador.com/noticias/economia/impuestos-para-la-equidad/
  13. Eslava, M. (13 de junio, 2020) Tenemos unos programas sociales y un gasto de gobierno demasiado ambiciosos. Revista Semana. https://www.semana.com/nacion/articulo/entrevista-luis-carlos-velez-a-marcela-eslava/679398
  14. Fergusson, L. (30 de abril, 2020). Sí es momento para pensar en reformas tributarias. La República. https://www.larepublica.co/analisis/leopoldo-fergusson-2992702/si-es-momento-para-pensar-en-reformas-tributarias-2999783

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