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Las fuerzas del porvenir.

calumnista

La palabra heroico representa en Colombia una palabra maestra. La clave del porvenir. Colombia pareciera no haber salido aún de la época mítica en que el pasado no ofrece nada, el presente es una penosa sucesión de esfuerzos, y todas las esperanzas de éxito y seguridad se refieren al futuro. Un futuro donde casi todo está por crear u organizar en medio de una naturaleza todavía  indómita. Y en este proceso de ingresar al mundo civilizado, desafortunadamente, las generaciones han repetido el mismo esfuerzo de camuflarse para parecerse a cualquier pueblo extranjero antes que a su propia realidad. Y en contravía de nuestra esencia ahora va tomando fuerza la idea de la predestinación. De encontrar al elegido. El mesías heroico. Aquel hombre identificado con su pueblo que traerá el  porvenir a su gente, condenada desde siempre, atada a una irredenta esclavitud. En Colombia, entonces, se considera el heroísmo como un progreso sobre el pasado y al hombre heroico como ese hombre de destino manifiesto, que subestima la condición humana de sus conciudadanos y revive el complejo de inferioridad, porque es el único capaz de luchar contra el pasado y presente.

¿Son estos héroes los elegidos por Dios para poner fin a un pasado y tiempo actual corrompido?  Aunque las apariencias parecieran darles la razón, se equivocan quienes responden afirmativamente. Miremos atrás, a la época de las invasiones bárbaras del siglo V. Hombres y mujeres cristianos se percataban de los errores cometidos por la civilización que representaban y les parecía justo verse aplastados por esa horda de bárbaros que eran las fuerzas de porvenir. El mundo romano fue asolado por Atila  y sus seguidores, pero años después  esos bárbaros se habían integrado a los vencidos. La vida civil, social, cultural y el idioma se seguían rigiendo por la ley, la cultura y la lengua romana. Aquel pasado que se creía destinado a desaparecer se parecía más a los hombres del porvenir que los grandes hombres blancos encargados por Dios de acabar con los desatinos del ayer. De igual manera cuando el imperio Bizantino cayó abatido por años de lucha contra musulmanes y eslavos, muchos debieron de pensar que era absurdo pelear contra los hombres que representaban el futuro. En realidad, la obstinación por sobrevivir hizo que la semilla de Bizancio germinara en los pueblos eslavos bajo el hermoso reverdecer del renacimiento. Después de cada tormenta liderada por un mesías, la humanidad reanuda su tarea, que consiste en preservar las fuerzas vivas del pasado y evolucionarlas hacia el mañana.

El hombre heroico, culminante, es aquel hombre que no tiene realizada su obra pero que tiene el tiempo de estructurarla con tesón, paciencia y cordura, que es escasa virtud humana. El líder que se da cuenta que el bien o el mal no son privativos, exclusivos, de un partido, idea o sociedad. De que en todas las cosas humanas cabe lo mejor y lo peor. Que lo importante es saber en cada momento, y siempre, de que lado está el porcentaje más elevado del mal. Hombres que entienden que no existe ninguna sociedad que no tenga tras de si un cargado pasivo, pero que por mucho que sean sus faltas y errores en el pasado y presente, han hecho algo para asegurar un mínimo de orden y cultura a sus miembros. Ese es el hombre heroico. Como lo fue de los griegos, el único pueblo varonil de la vida occidental.♦

Alberto Salazar Castellanos

@laporciuncula1

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