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MIGUEL ÁNGEL ROJAS, BOGOTÁ, 1946

“Las diferencias con lo normativo son mi fuerza para hacer Arte”

Miguel Ángel Rojas 7
Foto: © Juan Osorio

Natalia Castillo: En la formación de un artista, la suya en particular ¿Qué peso tiene la Academia Vs. la formación empírica?

Miguel Ángel Rojas: Eso depende de las épocas. Ser artista ahora es más una profesión, mientras que en mi época, era una vocación. Éramos personas que de alguna manera no ajustábamos en lo normativo y por esa razón escogimos esa opción que era hacer arte, aunque siempre suman factores como la sensibilidad etc. En aquella época, era mucho más fuerte la experiencia que uno tenía directamente con el arte, con el medio y con la información, que con lo que ofrecía la Academia, que por entonces era muy pequeña y poco actualizada. En la Universidad Nacional, donde yo estudié, afortunadamente la formación estaba orientada hacia las técnicas, y si bien la Academia era bastante deficiente, pudimos aprovechar el enfoque que había en las técnicas. Había muy buenos dibujantes y grabadores, la pintura, en cambio, no existía en ese momento, o había perdido fuerza. No habían buenos profesores de pintura, o al menos a mí no me tocaron, pero eso permitió que no hubiera una orientación rígida; yo me formé con los artistas que estaban emergiendo en ese momento, la generación de Beatriz González, Santiago Cárdenas y Bernardo Salcedo, quien fue profesor mío… Hoy ya no es así, para tener espacios ahora sí es muy importante la Academia: los postgrados y en lo posible doctorados. La educación ahora está muy racionalizada, la historia del arte y la filosofía y la teoría alrededor del arte también.

NC: ¿Cómo es su método de trabajo?

MAR: A veces parto de pequeños experimentos o imágenes, pero la idea siempre es la base de todo el proceso.

NC: ¿Y qué papel cumplen factores como la disciplina y la inspiración en ese método?

MAR: La inspiración no creo que exista, más bien es como la persistencia, es el hecho de que te comprometas con un problema que tú mismo te has planteado y que te comprometas de tal manera que te absorba y lo alimentes. A veces aparece una idea que parece mágica y por eso piensas que es inspiración, pero realmente es parte de un proceso de mucho trabajo mental. La disciplina sí es importante, claro, pero en el arte es una disciplina diferente, por lo menos en mi caso. A través de los años soy mucho más cumplido con mis procesos de pensamiento y también con la disciplina de mi cuerpo, yo hago ejercicio en la mañana y eso me despeja la mente, me hace quince años más joven y me hace entrar en una actividad muy sana.

NC: Usted ha trabajado con diferentes técnicas, que van desde el dibujo en grafito, pasando por la pintura, la fotografía, el video y la instalación. ¿Cómo ha sido su relación con cada una de ellas? ¿Hay una con la que se sienta más cómodo?

MAR: Nunca pensé que yo iba a ser un artista contemporáneo, porque no podía saberlo. Empecé desde muy joven a hacer fotografía, la cual sigue siendo muy válida dentro de todo mi proceso, igual que el dibujo, que desde niño y cuando estudié arquitectura recuerdo que era excelente: muy natural, no académico. Pero bueno, volviendo a que siempre parto de la idea, yo escojo un procedimiento, una técnica y unos materiales que funcionen de acuerdo a esa idea, lo cual me ha ayudado a ser más ágil, pues yo no me he quedado nunca tratando de ser el pintor, el dibujante, el fotógrafo o el grabador… cada idea tiene un procedimiento y una técnica, pero eso es secundario, lo importante son las ideas.

NC: ¿Qué determina el formato final de la obra?

MAR: Básicamente es el espacio expositivo el que determina el formato de las piezas, sobre todo cuando es una instalación.

NC: En Esencial [1], usted ha señalado que al leer una novela se debe ver la trama, los personajes, los diálogos y el estilo. ¿Concibe así sus obras y la lectura que se debe hacer de ellas?

MAR: No, son disciplinas diferentes. Yo no puedo equiparar la literatura a la plástica, y ese es un gran error que cometen algunos artistas que se basan, por ejemplo, en la literatura. Yo creo que la novela es la propia vida y ahí es donde hay que enfocarse. Lo mismo pasa con la filosofía, cuando muchos artistas se basan en pensamientos ajenos, de los filósofos… Lo importante es pensar, así sea en chiquito, pero que sean ideas propias, personales.

NC: Pero igual funciona para leer sus obras….

MAR: Hay bastante narración, te lo reconozco, porque en mi obra yo trato de ser un narrador. Hay historias, en casi todas, y de pronto por eso es que tocan al público, porque con pocas palabras yo puedo ubicar la obra para que la gente la entienda.

NC: Su obra enfrenta de manera directa al espectador y a la sociedad. Basta mencionar series como las que realizó en el Teatro Faenza, el David y su reciente antología El camino corto. ¿Cuál considera que ha sido la repercusión de su obra en la sociedad? ¿Cuál es la motivación para ser así de explícito?

MAR: “Enfrentar” no es exactamente lo que yo busco. Lo que pasa es que yo determiné, en un momento muy temprano de mi carrera, que las diferencias que tenía con el medio por lo normativo, iban a ser las que me darían la fuerza para hacer arte, entre ellas la orientación sexual, la procedencia social emergente y también la etnia. Eso está ahí, y aquí nadie habla de conceptualismo, de indigenismo, nadie se reconoce indio y nadie se reconoce emergente social, entonces yo lo hago porque me toca hacerlo porque esa es mi verdad. Así que la gente realmente no se escandaliza, más bien se admira de que alguien tenga el valor de decir: Yo soy así y así.

Miguel Ángel Rojas 1
Foto: © Juan Osorio

NC: En diferentes trabajos, usted ha “empleado” a otras personas para que representen o encarnen la obra. ¿Cómo ha sido esta experiencia con el otro?

MAR: No es un determinante ni un sistema de trabajo, pero como tú dices, en algunos casos sí lo he hecho. Por ejemplo, Mirando la flor nace de un reencuentro con un compañero que se había vuelto drogadicto, y cuando me lo encontré destruido por la droga hice esa obra, esa es parte de mi historia. Con David, el personaje era más lejano, porque era en abstracto un soldado mutilado, pero cuando ya lo conocí entonces entró a mi vida… Él vive con su esposa y su hijo en Marquetalia, pero cuando tiene que venir a cambio de prótesis o exámenes médicos, siempre me visita, porque ya se volvió parte de la vida mía. Además, mi galerista y yo le ayudamos muchísimo y él logró aprovechar esa ayuda y salió adelante. Eso es muy bueno, porque no se trató de usar a una persona, explotarla y ya, no.

NC: Ha señalado algo que es interesante de su proceso, y es el giro que hubo desde lo personal hacia lo colectivo. ¿Cómo fue esa transición en su carrera?

MAR: Yo creo que las historias personales de alguna manera también son objetivas, pertenecen a la comunidad, a lo colectivo. Las vivencias en un país con circunstancias similares, no son específicamente de una persona, sino de grupos. Entendí que soy parte de un colectivo, pero la obra sigue siendo personal.

NC: En algunos casos el entorno en el cual vive un artista lo conduce a que haga lo que se ha llamado “Arte comprometido”. ¿Qué opina del arte rotulado con ese nombre, y cómo se ve reflejado esto en su obra?

MAR: Pues bueno, esa es la gran pregunta. Hay una gran reacción en contra, pero yo digo que el arte del artista siempre es político. El hecho de no ser médico, ingeniero o abogado y ser artista, es ya es una posición política, pero eso es lo que no entienden los que hablan en contra del arte político. Entonces, yo creo que todos los artistas, si son buenos, son políticos, así sean abstractos.

NC: ¿Cuál es el papel que ejerce el arte sobre la sociedad?

MAR: El primero, que identifica un tiempo y unas circunstancias y luego es como un archivo de experiencias, sensibilidad y miradas. Eso es muy positivo para el desarrollo de una sociedad, porque eso también hace parte de la memoria.

NC: ¿Qué opina de la crítica de arte que se hace en Colombia?

MAR: Yo creo que en Colombia hay muy buenos críticos y son buenos porque no son exclusivistas. Si bien la gente tiene ciertas directrices y afinidades con determinadas clases de arte y con determinadas generaciones, no descalifican al resto de la producción y al resto de los artistas.

NC: ¿Qué opina de la incursión de lo Pop en el arte colombiano, qué referentes tiene, y cómo ha sido su relación con estas corrientes artísticas?

MAR: A propósito de tu tema, el arte Pop es un movimiento de postguerra, y es una reacción a todo el drama que se vivió en la guerra, cuya expresión fue el expresionismo abstracto en Norte América y en Europa. Desde ese momento se volvió válido para todo arte porque era muy sano ya que había una automirada, una reflexión en el espejo. Así pasó acá, y en mi caso, pues heredé el conceptualismo que de alguna manera venía de lo Pop.

NC: Según la idea de ícono que se vio en el arte Pop, ¿sería válido afirmar que en su obra estos íconos son el dólar y la coca?

MAR: Ojalá que alguien lo vea así.

NC: ¿Es el objetivo?

MAR: No, no es un objetivo, pero sería muy bueno que la gente encuentre el carácter simbólico que yo le quiero dar a esos materiales.

NC: ¿Qué opina del mercado del arte actualmente en Colombia?

MAR: Pues el mercado del arte es muy positivo, se está viviendo una etapa de crecimiento en el coleccionismo que es vital, porque si bien uno no hace el arte para venderlo, sí necesita venderlo para poder hacerlo. De alguna manera esos recursos vuelven a nutrir el flujo de ideas y de obras que están en el estudio.

NC: ¿Qué opina de las becas, convocatorias, residencias y demás estímulos para los artistas? ¿Cómo influye en la vida de un artista ganarlos?

MAR: Retomando lo que dije al principio, el arte se volvió una profesión, eso no es malo ni bueno, simplemente es diferente, y eso ha significado un incremento en los estímulos de todo tipo, nacionales e internacionales, que ofrecen muchas oportunidades a los artistas hoy en día. Ahora los papás apoyan a sus hijos para que estudien arte, y eso es muy bueno. En mi época eso no era así.

NC: ¿Qué opina de los espacios y galerías alternativas, cómo cree que están funcionando actualmente y cómo influyen en los artistas?

MAR: Yo creo que es a futuro. El espacio alternativo habla de eso, habla de una manera diferente de entender el arte, de ver un público diferente, de tener arte diferente, de hacer eventos interdisciplinarios, etc. Esos espacios se consolidaran y van a hacer maravillas, seguro.

NC: Usted ha afirmado que “el arte es un espacio ético, incluyente y solidario”. ¿Cree que actualmente funciona así? ¿Qué opina de las dinámicas actuales del arte?

MAR: Yo creo que mucho del arte que se está haciendo ahora -y no quiero parecer viejo- es banal. No todo, claro, hay cosas muy buenas de artistas que están mirando y que están haciendo arte muy nuevo a partir de nuestra realidad. Voy a poner un ejemplo: Leyla Cárdenas, me parece excelente como trabaja a partir del deterioro de la arquitectura para hablar de capas y niveles de la sociedad, a mí me parece maravilloso… y por esa línea hay varios artistas muy buenos. Entonces, ¿las dinámicas?, yo creo que esto va bien, va muy bien.

NC: ¿Y puede señalar algún fenómeno en particular que esté moviendo esas dinámicas?

MAR: Yo creo que no, todavía no podría decir nada de nada. Pero creo que sí se hizo un gran paquete de arte que se está reconociendo, que fue inspirado en el dolor de nuestro país, y se está reconociendo así, como un paquete. No como un movimiento porque no hubo propuestas teóricas para guiarlo, pero sí fue un momento en que el artista colombiano orientó su sensibilidad a hablar de esos problemas sociales que son importantes. Se está gestando algo nuevo que aún no se puede ver, hay que darle tiempito, generalmente los movimientos se acuñan, se les pone un título, se etiquetan y se meten en una gaveta, pero ya después de que han florecido y han tenido muchísima fuerza; en ese momento se pueden entender realmente.

NC: ¿Cuáles considera que son las cinco obras más importantes del arte contemporáneo en Colombia? ¿Por qué?

MAR: Hay muchas obras muy buenas, no podría decir cinco. Cada artista tiene varias y en general hay buenas cosas, entonces no te voy a decir, no voy a responder.

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Foto: © Juan Osorio

NC: ¿Cuál considera su obra más importante?

MAR: No sé si “importante” es el término, pero la más completa de pronto fue El camino corto. Y sobre todo la versión que voy a llevar a México, que me voy pasado mañana, porque es la problemática del narcotráfico que involucra a las economías del primer y tercer mundo, hay una parte que involucra la historia. También las diferencias de clases étnicas entre los mundos, porque allá voy a poner una barrera que habla de eso.

NC: En su obra se contrastan elementos de la cultura colombiana y de la norteamericana, y usted ha podido exponerla en los dos contextos. ¿Cómo se ha dado esa relación y cuál ha sido la respuesta del público?

MAR: Lo que yo espero es que no me vayan a quitar la visa, ja, ja, ja, porque, por ejemplo, en El camino corto perforamos US$4.000 y eso fue noticia. En algún momento la gente de la Embajada de EE.UU. me pidió una cita para ir a visitar la exposición y yo no fui porque estaba muerto del susto. Yo dije: La próxima vez que vaya a EE.UU. me van a decir “Usted no puede entrar”. Pero no, afortunadamente esa relación se ha dado muy bien porque al artista se le permiten muchas cosas. Los problemas se han dado en el transporte, en soportes que me han perforado saliendo de Colombia.

NC: ¿Qué le hace falta como artista?

MAR: No sé, ja ja ja. Más años.

NC: Usted es un artista que se ha mantenido vigente por más cuatro décadas ¿cómo lo ha logrado?

MAR: No es una cosa intencional, yo creo que es producto de la orientación que le he dado al trabajo, que parte de cosas que son muy negativas en la sociedad colombiana, que ya te las enumeré, y manteniéndome ahí, partiendo de ese caldero. No me he enfocado en una técnica y eso es importantísimo, porque mucha gente compró una prensa de grabado en su momento y quedaron pegados ahí. Yo dije: No voy a comprar una prensa de grabado porque voy a estar pegado a ella toda la vida porque tengo que producirla, tengo que sacarle plata, porque qué desperdicio tener una cosa tan costosa y no usarla. Yo imprimía por ahí, en los talleres que me prestaban y yo creo que eso fue muy contemporáneo porque me ubiqué en el vagón que era y ese vagón sigue andando.

NC: ¿Qué viene en su trabajo?

MAR: Viene lo de México. Ahí están muchas cosas en las que he trabajado durante muchos años y que estarán muy bien ubicadas en ese país, yo creo. Tengo cantidad de invitaciones, este año voy a viajar muchísimo y bueno, no me lo esperaba pero quiero seguir trabajando con el tema de las clases sociales en Colombia.

NC: ¿Siempre ha vivido en Bogotá?

MAR: Todo el tiempo, yo he salido máximo tres meses. Yo nunca hice un posgrado, ni nada, porque no podría hacer arte fuera de Colombia. Incluso he estado no sólo en Bogotá sino aquí, en esta casa.

NC: ¿Cuál es su lugar favorito en Bogotá?

MAR: Yo creo que ésta, mi casa, a pesar de que el barrio ha cambiado tanto, esta casa de jardín me encanta. También el centro de Bogotá, donde tengo mi apartamento.

NC: ¿Qué consejo le daría a las personas que actualmente se están formando como artistas?

MAR: Que miren su realidad, que traten de sacar todo de adentro.

NC: Y en conclusión: ¿Qué es arte para usted?

MAR: Huy, eso es muy difícil, pero… es una opción de vida maravillosa. Es muy difícil definir lo que hacen los artistas porque la misma dinámica del arte hace que un momento se contradiga con otro, con el anterior, y la gran dinámica es esa: que sobre una cosa se camina hacia adelante, así que esa puede ser la definición, que es como un vagón que va andando mientras cambia el panorama.♦

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[1] Título que recibe una extensa entrevista que Natalia Gutiérrez realizó al artista, publicada en el año 2005. Ver: Gutiérrez, Natalia. “Esencial”. Editorial Planeta, Bogotá, 2005.

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