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La Cristiana Colombia del Sagrado Corazón

Con los últimos acontecimientos del país y con la pseudo cobarde aprobación de la adopción por parejas del mismo sexo mientras uno de los dos sea el padre (o madre) biológico del menor, y con el mundo de conversaciones que se empezaron a dar en la calle y en redes sociales, volvemos a ver que somos un país cristiano apostólico romano de lo más cercano al sagrado corazón de Jesús.

Sí, porque somos un país de cristianos de comer obleas el domingo en misa, de darnos la bendición cuando pasa el bus al frente de una iglesia o cementerio, y de bendición antes y después del viaje en flota. Cristianos por aquí, cristianos por allá. Cristianos ofendidos porque “Dios dijo que es hombre con mujer”, ya que en este país de analfabetos en que ni siquiera leemos la prensa, los cristianos al menos se leyeron esa frase bíblica que parece salida de reinado de belleza, y ya todos esos cristianos se creen de nuevo vestidos de blanco con la cruz roja en una cruzada contra las aberraciones del mundo. Un ejército de lo más bonito, todos cristianos, más papistas que el papa, cristianos ladrones, cristianos que abandonan bebés en bolsas de basura, cristianos que se saltan las filas, cristianos sicarios, cristianos mentirosos, cristianos que pecan y pecan y rezan y no se dan cuenta que según la aritmética básica ni siquiera empatan, cristianos que le pegan a la mujer, cristianos de sexo antes del matrimonio, cristianos que compran usan y abusan de los condones, cristianos en posición de misioneros en cucharita y en cuatro, cristianos que todavía hablan de razas superiores, cristianos hipócritas que “tienen amigos gays” pero los consideran una aberración antinatural, cristianos que pulularán en el cielo cristiano al igual que pululan nuestras cárceles laicas.

Pero todos esos cristianos son puro amor, y piensan en el bienestar, en la psiquis y en la educación de los pobrecitos niños que serán adoptados por dos padres o dos madres o dos transexuales, porque pobrecito niño, porque quién cambiaría a su madre por un padre, o su padre por una madre. Y yo les digo: yo no quisiera cambiar a mi padre por una madre, ni mi madre por un padre, porque son mi padre y mi madre, y no los cambiaría por nadie, pero ¿quién le dice a esos niños que Dios prefiere a su padre y madre que lo abandonaron en una bolsa de basura a que un par de hombres aberrados y puercos como son los gays les den cariño, los adopten y los saquen adelante? ¿Quién le dice a todos esos niños que nadie adoptó, que sus hermosos padres cristianos que les dieron la vida por una violación después de una noche de copas y los dejaron en la puerta de un CAI lo estarán esperando en el cielo, y que como somos una sociedad que sigue los preceptos de Dios no los dejaremos disfrutar de la vida de familia, porque los últimos serán los primeros? Porque eso sí, a los creyentes nos encanta ayudar a la gente a entrar al cielo, por eso deseamos que sean más miserables que nosotros para que pasen por la fila prioritaria ante San Pedro. No es que seamos hijueputas envidiosos, es que somos santos. Yo al contrario les deseo la felicidad en esta vida y no en una hipotética vida.

Lo único bueno que le veo a esta cobarde sentencia, es que abrieron la puerta. No soy un abogado (esos pululan tanto como los cristianos en este país), pero creo que la sentencia dio un primer paso que no puede detener ya el avance en la materia, porque si para adoptar en pareja uno de los dos tiene que ser el padre biológico, por temas de la tan suprema igualdad que tanto amamos, ponemos en duda toda la base del proceso de adopción según el cual gente de buen corazón o malos genes reproductivos adoptan a un niño que sus cristianos padres abandonaron, y tratamos de remediar con medios humanos una injusticia que Dios y sus designios ocultos causaron.

Así que me despido, orgulloso de ser de este país del sagrado corazón de Jesús, país que aspira al paraíso en el más allá, y que para acelerar los procesos burocrático del cielo nos hacemos la vida miserable en esta tierra.♦

Juan Sebastian Duque

*Juan Sebastián Duque ha contribuido a Interference Channel desde el 2014. 

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