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Pasó el 8M, pasó mayo ¿y?

Fuente: http://izquierdaweb.com/ante-la-epidemia-de-femicidios/.


Hay dos fechas muy relacionadas a lo femenino en el calendario: El 8 de marzo y el día de la madre. Este último, caracterizado por ser la fecha más violenta del año en Colombia, nos alarma con el feminicidio de Érika Aponte. Una más de las tragedias anunciadas y que los mecanismos del estados no pudieron prevenir. O, porque tenemos una sociedad demasiado permisiva al maltrato femenino.

El pasado 8 de marzo en Colombia se vivió como uno más, con las tradicionales marchas y las notificaciones en medios sobre el día de la mujer. Como alrededor del feminismo hay muchos temas de los que hablar y sobre los que ya han establecido discusiones y consensos, se enfatizó en el reconocimiento económico al trabajo de cuidado no remunerado.

Lo que que indica que se ha hablado mucho al respecto, sin que estos temas pierdan vigencia; conociendo más a fondo su contexto pero desde el punto de vista de una problemática inagotable. Para mí, como feminista, es muy evidente que seguimos viviendo en una sociedad desigual, en donde la percepción de lo femenino y de la mujer sigue teniendo una connotación negativa que, aunque ha mejorado con el transcurso de los siglos, también ha tenido retrocesos evidentes en el mundo de Medio Oriente y tácitos en esta occidental civilización, impulsados por una cultura de masas denigrante de lo femenino, empezando por sus cuerpos.

Inicié la escritura de este artículo para marzo, y por esos días mi mantra era: “el 8m no se celebra, se conmemora”. Y aunque esta conmemoración tenga tintes de tradicionalidad, como si se tratara de un día del trabajo, es lamentable que siga siendo importante marchar porque los temas relacionados con la mujer siguen siendo vigentes, porque nuestras problemáticas, tan conocidas por todos, son problemas sin solucionarse y porque siguen siendo de urgente atención. ¡Porque nos siguen matando!.

Es lamentable ver que es una problemática para la que no se busca una solución consciente, o en colectivo, y que por el contrario, el mantenimiento de ciertas diferencias es una idea que se refuerza. Porque aunque las fuerzas del estado deberían ser garantes de nuestra integridad, la realidad es que esto no sucederá hasta tener una sociedad con una mentalidad distinta, así que hablar de un cambio de mentalidad social es un muy buen comienzo.

El imaginario de la mujer como persona, como ser en igualdad frente al hombre se soporta en su condición de ser humano, pero por siglos a la mujer se la concibe como propiedad, como un bien que se posee y del que se dispone. Subconscientemente, quien posee un bien se convierte en un ente dominante, un controlador o administrador sobre este bien y es esa sensación la que ha predominado en la mentalidad de los hombres.

Esto ha derivado en que todo lo relacionado a lo femenino sea considerado inferior. Y esta realidad permea todos los ámbitos en los que lo femenino tiene un espacio. Si aspiramos a que las mujeres se las vea con igualdad en cualquiera de las sociedades que habitemos, sería necesario eliminar las situaciones que perpetúen su vulneración o su inequidad. Ahora, una marcha cada año, una protesta a los feminicidios que nos regalan como día de las madres no consigue ser suficiente para cambiar una mentalidad que afecta la vida de cientos de personas.

¿Será válido entonces, pedir que se promulguen leyes que nos acerquen a esa igualdad? Y si se promulgan, ¿Qué alcance pueden tener estas leyes? ¿O hasta qué punto es válido exigir que la educación o el alcance de los medios no promuevan mantener esa mentalidad de inferioridad con la que se señala a nuestro género?

Creo que la imposición de condiciones de un grupo sobre otro no consigue aplicar una solución de fondo y no deja de tener un tufo de violencia, por justas que sean estas condiciones. Quiero creer así se me tilde de ilusa, en la empatía. En promover la idea de combatir con cuestionamientos los micromachismos de nuestros compañeros masculinos y dar valía a nuestra exigencia de trato con humanidad y equidad.

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