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Los hijos de Platón: el mito de la caverna y el rock británico.

Las implicaciones académicas de El mito de la caverna de Platón fueron, en un primer sentido, nefastas, en otro sentido, bastante provechosas. El mundo griego, de pose alta y frentera, llevaba una larga cabellera y caminaba firmemente alardeando helenismo. Había traído varios monstruos al mundo: algunos discípulos de Sócrates prendían fuego a los edificios, Aristófanes entrenaba caballeros que soltaban carcajadas hasta morir, los eleáticos de Parménides vivían como ermitaños en los montes, otros vivían en barriles y unos se arrancaban las gargantas para renunciar a su propia voz. Los trágicos, Esquilo y Sófocles, se enfentraban en rapsodias y vestían como hechiceros.  Entonces, bajo aquel tormentoso panorama, otro monstruo llegó al mundo: un poeta que al escuchar a Sócrates quemó todos sus trabajos poéticos y lo persiguió hasta la cicuta. Junto a él apareció el mito platónico y el mundo griego tuvo que arrancarse la cabellera, perdió las uñas, vinieron los temblores. Enfermó gravemente y cayó sobre una oscura esquina para golpear su rostro contra un muro y perder la cordura lentamente.  Por otra parte aquel descenso hacia el infierno trajo una revolución académica impensable. Con el cuestionamiento de Platón a la realidad, uno de los primeros cuestionamientos para no entrar en polémicas, los senderos explotaron en los campos griegos y pudo el hombre abandonar su propio mundo. Si lo que veíamos no era real, sino una copia nefasta, las posibilidades serían infinitas.

Vamos hacia adelante. Varios siglos después, veinticinco exactamente, la música juvenil avanzaba a pasos agigantados hacia la experimentación. En 1965 el mundo contemplaba la aparición del primer disco de rock que dejaba atrás el frenetismo de las músicas negras. Rubber Soul de los Beatles embarca a Inglaterra y al mundo en una travesía sonora de la que aún no escapamos por completo. En 1966 Aftermath de los Stones enfermaba el corazón de la humanidad y ponía candela sobre los pies de los jovencitos.

La discusión con respecto a quien fue más grande, entre ambas bandas, no tiene pies ni cabeza. De ella solo podemos extraer que ambas bandas llevaron el sonido hasta límites extraordinarios e impensables. Al revisar la formación de cada una, llama la atención que en ambas, tanto en los Stones como en los Beatles, hubiese un personaje siniestro, incomprendido por su entorno y de un secretismo extremo: el joven Brian Jones y Mr. George Harrison, respectivamente. La canción Paint it black del Aftermath, por parte de los Stones, y Norwegian Wood (This Bird has flown) del  aclamado Rubber Soul, por parte de los Beatles, comparten varias características bastante extrañas. En ambas canciones se excluyen de los créditos tanto a Harrison como  Jones, en ambas canciones son las duplas de siempre, Jagger- Richards y Lennon-McCartney, a las que se les confiere el título de compositores, en ambas canciones Harrison y Jones tocan el sitar y ambas canciones son la primera preocupación del rock británico por la música oriental.

El sitar, tras ambas grabaciones, se vuelve una preocupación común en los músicos tanto británicos como norteamericanos. Prueba de ello son los primeros proyectos de Syd Barret con Sigma 6, las notables interpretaciones de la Incredible String Band o las ejecuciones acústicas del joven Jimmy Page con su Zeppelin en llamas. La preocupación por la música oriental llevo a la música rock hacia un panorama oscuro de experimentación psicodélica inducida por el LSD. El rock, el mismo sujeto amable que llevaba corbata en el Please Please me de los Beatles o en 12 x 5 de los Stones, ahora sufría esquizofrenia y desvariaba por las avenidas londinenses. El mundo moderno, gracias a la preocupación de occidente por la música oriental, no sería el mismo desde entonces.

La transgresión se convirtió en un asunto usual. No habían límites. Como con el mito de la caverna, Jones y Harrison traían  al mundo una preocupación bastante similar a la platónica, en cierto sentido.  En ambas interpretaciones del mundo existía un cuestionamiento. Las letras se transformaron también y la realidad se hizo más confusa. El sitar puso a girar al mundo otra vez en el sentido inverso por el que había girado cuando Platón confundió a la humanidad entera. La música oriental hacia descender las estrellas que golpeaban los cráneos de los jonkies en los recitales. El mundo vibraba cuando Jones o Harrison empuñaban su revolver astral para invocar las almas. Los muertos se levantaban y los sepultadores destruían las estaciones radiales y protestaban contra la nueva era. El beatle y el Stone habían traído a esta parte del mundo un sonido que hacia explotar los radio transmisores y que cuestionaba rotundamente los cimientos de la música moderna.

El final de ambos no se parece en nada. A Harrison lo trataron de asesinar, como a Lennon, y se salvó por un pelo. Jones inauguro el club de los veintisiete un poco después de que  Jagger y Richards le expulsaran de la banda por sus adicciones a la cocaína.  Harrison se mantuvo firme con su inclinación por la música oriental atraves de su discografía con grandes éxitos como Living on a material world y Jones experimentó con una de las rarezas más icónicas de su época, también atraves de la música oriental: The pipes of pan At Joujoka.

Ambos abandonaron el mundo hace rato. De Harrison se dice que meditó hasta morir, testimonio que ofrece Scorsese en su documental referido al Beatle misterioso. Jones murió en su piscina aparentemente por un ataque de asma. La influencia y el legado de ambos es innegable. Vaya a saber uno donde se encuentren en este preciso momento. Podrían entrenar un ejército de multi instrumentalistas que invadan Europa en un par de décadas y que lean el mito de la caverna hasta que les sangren los ojos. Un ejército que dispare sobre la población sonidos interestelares, de esos que hacen convulsionar a los hombres. Un ejército que llene de fogatas al mundo, que apague los postes eléctricos de cada ciudad y que, vestidos como monjes tibetanos,  prediquen una vida sacerdotal llena de cocaína, licor y excesos. En todo caso ambos podrían compartir un lugar en el otro mundo, tal vez hasta un mismo cuerpo.   Vaya uno a saber.♦

*James Jacobo

Nombre de pluma.

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