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Y sí, las casualidades existen

reloj

Dicen que todo pasa por algo, que cada persona que entra en tu vida es por algo, que esa persona cumplirá una función en tu vida. Era un martes, tenía un hueco de horas gigante en la universidad, mis amigas estaban en clase y otras haciendo deporte. Decidí escribirle a mi viejo amigo del colegio para ver qué estaba haciendo, me respondió que estaba viendo un partido de fútbol, muy cerca de la universidad. Él estaba con sus amigos y me dijo que si quería ir, yo acepté, no tenía nada más que hacer, acepté y ni siquiera me gusta el fútbol, ni conozco de equipos, ni nada por el estilo. Salí de la universidad, camine hasta aquel lugar para encontrarme con mi querido amigo, llegue, ingrese al lugar y me senté; cuando entré y me senté, sentí la mirada de alguien, de aquel chico que por aquellos gustos personales, cautivo mi atención, quien era amigo de mi amigo. Nos presentaron y todos veían el partido, yo realmente hacía que veía el partido, miraba a la pantalla pero realmente no veía nada, no tenía las gafas puestas (no veo un carajo sin gafas), solo ponía cara de interesada y de que entendía perfectamente el partido.

Creo que es un claro ejemplo de que las casualidades existen y de que todo pasa por algo. Ese día fue el comienzo de una historia en mi vida (de una de las tantas historias),de una historia que comenzó en el momento menos esperado, con la persona menos esperada y de la manera menos esperada. Sí, fue un amor muy inesperado, un amor que comenzó como los típicos, ´´oiga, pregúntele a su amiga si me puede dar su número“, y así comienzan las largas conversaciones, las mariposas revoloteando en el estómago, las sonrisas de la nada, emoción y nervios al ver a alguien, las expectativas, si aquellas malditas expectativas que dañan todo, las manos sudorosas, la cabeza en otro lado, la sensación de querer hablar con alguien en todo momento y junto a esto la costumbre. La historia siguió con salidas, aumento de conversaciones y el noviazgo. Claro, esto aumentó mis emociones y felicidad, pero llegó un día inesperado, inesperado como esta historia en el cual se acabó todo, todo terminó sin explicaciones claras, con confusiones, con aquellas expectativas hechas pedazos, con corazones rotos, lágrimas y miles de pensamientos tormentosos.

Después de esto se continúa con las vanas esperanzas del regreso, de que todo volverá a ser como antes. Entonces, es cuando llegan tus amigas, tu familia y te dan su apoyo, te levantan el ánimo; las salidas, las comidas, los viajes. los consejos sabios, “si vuelve es porque hay amor, lo que es para uno es para uno sin importar que pase“.

Entre todo eso, seguía reflexionando, la mayoría de veces cuando se rompe una relación, la costumbre puede llegar a ser más grande que el amor, de pronto yo no lloraba su ausencia, sino su costumbre, porque al final ya era una costumbre el hablar todos los días, las largas conversaciones, las citas, el estar esa persona presente, y junto a esto llega esa rabia e impotencia de no poder controlar las cosas y tener que comenzar de nuevo, porque al final la vida es una situación contingente, nunca sabemos para dónde vamos, qué pasará, nunca podremos controlar la vida, solo queda seguir. Y sí, cada cosa que pasa, cada persona que llega es por algo. Esta persona me hizo cambiar algo en mí, me volví una persona más expresiva, deje los miedos de decir un te quiero, de hacer el ridículo. Sí, efectivamente cada cosa y persona es una experiencia, una lección.

Finalmente, si en este momento me preguntan, que si volvería a repetir esta historia o regresar con aquel sujeto, mi respuesta sería NO. Cada situación hace parte de la historia, ya es algo vivido, no vale la pena repetirlo, creo que es más emocionante vivir cosas nuevas, ya lo pasado no funcionó, ¿por qué llegaría a funcionar?

 

Cristal…

 

 

 

 

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