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¡En marzo, la sociedad celebra ser mujer!

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¡Y ha llegado el día de la mujer!, un día en donde las empresas y entidades educativas nos regalan flores y detalles, nos hablan de lo buenas, nobles, luchadoras, abnegadas, bellas y delicadas somos. Se nos recuerda la historia del día de la mujer y se nos dice que fue instaurado así porque en Ingleterra, hacia los años 20 en una fábrica murieron incineradas un grupo de mujeres que allí laboraban.

Luego de este suceso algunas personas fueron conscientes de lo difícil que resulta afrontar diversas condiciones de vida cuando se es mujer y entonces decidieron crear un día al año para mostrar al mundo esta situación. Como suele suceder con muchas de estas iniciativas, muy a pesar de su propósito que es el de otorgar justicia e igualdad de condiciones con respecto al género; la publicidad y el mercadeo han hecho de este día una excelente oportunidad para sacar dinero de nuestros bolsillos adquiriendo artículos varios.

Y bueno, no está mal – nada mal – ser obsequiados en un día especial. Lo complicado es cuando la sociedad, sobre todo la sociedad de consumo promulga todos esos valores que son contrarios a un mundo equitativo para hombres y mujeres porque son los medios de comunicación los mayores influenciadores de la cultura en la sociedad, los que le están diciendo a la gente: lo adecuado es portarse así. Y no es solo la moda o la publicidad, son las películas, las canciones en la radio, la prensa. Internet. Es todo un mundo creando una cultura que dice que somos secundarias y de consumo. Que no somos personas.

Un mundo que nos encasilla en un estigma de flores delicadas, abnegadas y dóciles, disponibles para el uso – y, por supuesto y lamenteblemente, para el abuso -.

Lo cierto es, estamos en una sociedad que nos celebra sin reconocernos. Hoy en muchos países y sobre todo en Latinoamérica, se harán marchas en las que se busca que las mujeres desaparezcan de sus espacios habituales para saber cómo es un mundo sin mujeres y para saber si somos reemplazables, del mismo modo que un objeto.

No faltará, obviamente, las y los que están convencidos de que los reclamos de las feministas son  exageraciones extremas, que las verdaderas feministas eran las de antes y las vindicaciones actuales son alegatos feminazis; que el mundo ha cambiado y que ahora somos todas y todos iguales. Pero para demostrar que no es así y que es importante y merecemos vivir tranquilas y seguras en este mundo me dirijo a ustedes,  especialmente a las mujeres  y les pregunto: Si en realidad somos tan iguales y nos  respetan tanto como personas, ¿Cuántos piropos sucios hemos aguantado al ir por la calle? y ¿Cuántas veces hemos debido observar gestos de desaprobación en colegios, trabajos  y lugares públicos si “no te portas como una niña decente”?♦.

 

 

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